10 grandes momentos del cine de Luis Buñuel
Aprovechamos el estreno en nuestra plataforma de cinco películas de la etapa francesa de Buñuel (Diario de una camarera, Belle de jour, El discreto encanto de la burguesía, Ese oscuro objeto del deseo y La muerte en este jardín) para seleccionar diez grandes momentos que podemos degustar con el cine del maestro de Calanda.
Nos quedamos con una escena icónica de cada una de las 10 películas de Luis Buñuel que se encuentran disponibles en FlixOlé, donde no puede faltar “La última cena” de Viridiana, la cabeza decapitada de Fernando Rey en Tristana o la “diabólica” Silvia Pinal de Simón del desierto.
La última cena de los pobres en Viridiana (1961)
Buñuel emuló al Da Vinci de “La última cena” con su particular cena de los pobres en un magnífico ejercicio de composición cinematográfica. Una escena que es historia del cine español. Los siervos se cuelan en la hacienda de los señores aprovechando una ausencia, y se dan un homenaje de escándalo. Este momento es, junto con la censurada partida de cartas final entre Francisco Rabal y Silvia Pinal, el más icónico de la película.
Viridiana es, al mismo tiempo, la obra más celebrada y controvertida del maestro Buñuel. Así como se hizo con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, fue tratada con desprecio por el régimen franquista y censurada en España hasta el comienzo de la democracia, más de 15 años después de su estreno. El Vaticano también señaló a la cinta de blasfema. Lo único cierto es que el paso del tiempo ha dejado a Viridiana en el lugar que le corresponde: como una de las obras maestras incontestables del cine europeo.
Aristócratas en El ángel exterminador (1962)
Qué irónico, ¿verdad? La crème de la crème de la aristocracia mexicana luchando por unas gotas de agua que llevarse a la boca. Y es que, después de una noche de juerga, este crisol de trajes elegantes y peinados imposibles no puede salir de su mansión. Y ni siquiera hay nada tangible que se lo impida.
El Buñuel más surrealista y políticamente sibilino se nos mostró en El ángel exterminador. Un brutal estudio sobre la condición humana que se ha convertido en obra atemporal y uno de los mejores legados que nos ha dejado el genio aragonés. En estos años de pandemia y encierros asfixiantes, El ángel exterminador sigue más vigente que nunca.
Asesinato en el bosque en Diario de una camarera (1964)
Una de las escenas más duras de la filmografía de Buñuel la podemos encontrar en Diario de una camarera. La inocencia de una niña hecha pedazos por la maldad del hombre en forma de adaptación macabra del cuento de caperucita y el lobo. Sin necesidad de ser explícito y por medio de elipsis, Buñuel nos hace asistir a una violación y asesinato en medio del bosque. Fantásticamente rodada y llena de simbolismo, sobre todo con la utilización de animales, una constante en la carrera de Buñuel.
Diario de una camarera destapa las miserias de la burguesía (aunque no se salva ninguna clase social) a raíz de que una joven y guapa doncella (Jeanne Moreau en el papel de Célestine) entre a trabajar en una mansión de dueños muy dispares. A partir de ahí, enamoramientos, asesinatos y varias lecturas políticas que deja entrever esta película ambientada en el periodo de entreguerras francés. Adaptación de la novela homónima de Octave Mirbeau.
“¡Abajo la pena de muerte!” en La muerte en este jardín (1956)
La muerte en este jardín es una de las películas más escondidas de la filmografía de Luis Buñuel. Un film menor del de Calanda no significa, ni mucho menos, que se trate de una mala película; al contrario: en esta cinta de guerrillas, aventuras y supervivencia nos encontramos con esta escena donde, autoridades militares en una dictadura en hispanoamérica, reprenden una revuelta ajusticiando a muerte a uno de estos revolucionarios.
Esta coproducción Mexicano-francesa estaba estructurada en tres actos bien diferenciados: una revuelta de buscadores de diamantes ante las autoridades militares; la huida de cinco de sus personajes y la relación tortuosa entre ellos; y, por último, un hallazgo insólito que cambiará a cada uno de los protagonistas. La muerte en este jardín también fue la primera colaboración entre Buñuel y Michael Piccoli, quien se convertiría en uno de sus actores fetiche.
Silvia Pinal seduce a Simón del desierto (1965)
En el genial e irreverente mediometraje Simón del desierto, en el que su protagonista es un asceta capaz de obrar milagros, el personaje encarnado por Silvia Pinal perturba la oración de Simón mostrándose infantil, como si de una Lolita se tratase, y seduciendo al protagonista mientras exhibe su picante lencería…y sus pechos. Él, que es un modelo para todos sus congéneres y reniega del placer, empieza a descomponerse con la viva imagen del pecado.
No le falta sentido del humor a esta obra que, de un modo muy afilado, caricaturiza la rígida moral cristiana -como ejemplo, el momento en que Simón, mientras reza en latín, se olvida del final de la oración-. Tampoco podían faltar los elementos surrealistas y el simbolismo que acompañó a buena parte de la filmografía de Buñuel. La película obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia y supuso el último rodaje en la prolífica trayectoria mexicana del maestro de Calanda.
Una puerta hacia otro mundo en Belle de jour (1967)
La cámara se fija en unos pasos temerosos, dubitativos, que suben la escalera de un bloque de pisos. Cuando esa figura llega a su destino, la cámara se lanza a ese rostro vergonzoso, protegido por unas gafas, que acompañaba a los pasos: es Sèverine llegando, por primera vez, a su primer día de trabajo en un prostíbulo. A partir de ese día, al cruzar el umbral de esa puerta ya no será Sèverine, sino Belle de Jour.
Sexualidad reprimida y llamada de la tentación carnal en esta cinta de Buñuel que obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia. Una espléndida Catherine Deneuve encarna a una mujer de clase alta cuyo matrimonio parece idílico, pero que esconde un páramo sexual por los traumas que arrastra la protagonista. Fantástico drama con tintes eróticos muy bien acompañado de varias escenas oníricas que forman parte de los grandes momentos del universo de su director.
Dos peregrinos y un fatal accidente en La vía láctea (1969)
Fue la película que siempre quiso hacer. La religión, una de las obsesiones de Luis Buñuel a lo largo de su filmografía, se muestra aquí como un compendio de ideas, visiones del cineasta acerca de la misma. Y sus protagonistas, dos mendigos que peregrinan hacia el Camino de Santiago, irán encontrándose con situaciones tan surrealistas como esta, en la que desean un fatal accidente…y se hace realidad.
Prepárense para esta road movie del maestro Buñuel, porque es una de sus películas más densas, pero cuando entren en ella, les hará reflexionar profundamente sobre los misterios de la teología a lo largo de su historia. El maestro, junto a su habitual guionista Jean-Claude Carrière, orquestó las tesis de esta película tras la lectura de “Historia de los Heterodoxos españoles”, de Menéndez Pelayo. La vía láctea obtuvo el Premio Interfilm en el Festival de Berlín.
La cabeza decapitada de Fernando Rey en Tristana (1970)
Es difícil escoger un solo gran momento de Tristana, pero uno de los más icónicos lo podemos encontrar en sus compases iniciales: Tristana, la joven protagonista, juguetea con sus amigos en las escaleras que desembocan al campanario de la iglesia. Cuando llegan, Tristana toca la campana y se le aparece la cabeza decapitada de Lope (Fernando Rey), el dueño de la casa donde vive. Una escena onírica donde intervienen el despertar sexual de la protagonista y los malos augurios en su relación con Lope, quien dice ser como un padre para ella.
Nueve años después del éxito, y también escándalo, conseguido con Viridiana, Buñuel volvió a rodar en España, en este caso adaptando la novela homónima de Pérez Galdós y con Toledo como fantástico escenario. El resultado fue esta película de hombres que se obsesionan, mujeres que se reprimen y un compendio de ideas que reúnen la esencia de su director: surrealismo, simbolismo, escenas oníricas y una fina crítica a la sociedad que plasma en pantalla a través de sus personajes. Nominada a mejor película internacional en los Oscar.
Soñar que tu vida es un teatro en El discreto encanto de la burguesía (1972)
Esta inteligentísima sátira de las clases altas llamada El discreto encanto de la burguesía incluía varios episodios oníricos, y el más sorprendente de ellos tiene lugar cuando Henri Sénéchal (interpretado por Jean Pierre Cassel) sueña que, en una cena con sus amigos aristócratas y un alto mando del ejército, se despliega un telón, aparecido de la nada, y figura un público expectante como si de una obra de teatro se tratase. Algo que el espectador no termina de comprender hasta que el personaje se despierta de un sueño.
El discreto encanto de la burguesía nos mostraba a una clase alta inmersa en corruptelas y con su habitual doble moral -tal y como la veía Buñuel- y ejercicio de cinismo. Extraña, atractiva y con un reparto de altura, la cinta encandiló a la Academia de los Oscar y obtuvo el premio a mejor película de habla no inglesa.
Fernando Rey y el cubo de agua en Ese oscuro objeto del deseo (1970)
Qué forma de cerrar una filmografía. Buñuel se despidió con Ese oscuro objeto del deseo, una cinta que nos cuenta la obsesión enfermiza de un hombre mayor de clase alta (Fernando Rey) por una joven sirvienta que se ofrece y le esquiva al mismo tiempo. En su escena clave, el protagonista lanza un cubo lleno de agua a una mujer mientras parte su tren. Sus compañeros de viaje, perplejos, le preguntan por el insólito acto, y él les contará sus razones, su historia con Conchita. Una escena fantásticamente rodada por Buñuel.
En esta película, el cineasta quiso ahondar en la psicología de un personaje que ama sin ser correspondido. Y esto lo relacionó con la locura, de tal modo que vemos a la amante del protagonista con dos caras, como si fueran dos mujeres distintas. Las interpretaciones femeninas corrieron a cargo de Ángela Molina y Caroline Bouquet, y la película obtuvo dos nominaciones en los Oscar: a mejor película extranjera y a mejor guion adaptado por esta interpretación de la novela ‘La mujer y el pelele’, de Pierre Louys.
Provocativamente imaginativo, genialmente surrealista. Disfruta del gran maestro del cine español #LuisBuñuel