
Si estás cansado del amor más cursi, aquí tienes 5 alternativas a las películas románticas
Si estás cansado del amor más cursi, aquí tienes 5 alternativas a las películas románticas Aprovechando este 14 de febrero, FlixOlé presenta 5 alternativas a
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Eres la mujer más joven en recibir el Goya de Honor. Fuiste la primera sorprendida a la hora de recibir la noticia. ¿Cómo ha sido el asimilar este galardón?
No sé si es positivo o negativo el hecho de tener tanto tiempo entre que te comunican que te conceden el premio hasta que llega la gala de los Goya. Son casi dos meses y medio, y por ello he pasado por todo tipo de estados. Primero me sentí absolutamente abrumada, e incluso llegué a tener síntomas físicos de malestar. Luego me lo tomé con más tranquilidad una vez que logré escribir el discurso.
Ahora se va aproximando el momento y ya empiezo a estar un poco más nerviosa, pero en todo este tiempo también he recibido una avalancha de amor por parte de muchísima gente, y eso me ha calentado mucho el corazón. Sobre todo, estoy muy agradecida.
Seguro que has tenido que hacer un ejercicio de introspección para preparar el discurso. ¿Qué momentos, películas o compañeros te vinieron primero a la cabeza?
Me ha venido a la cabeza mucho mi infancia, mis comienzos. Esa niña que iba a la escuela de teatro y descubrió un mundo totalmente apasionante de juego, de ser otras, de creatividad, de jugar con el cuerpo, con las emociones…
Y esa niña, de repente, soñó con dedicarse a eso y se enteró, además, de que eso era un medio de vida, que podía ser “oficialmente” actriz. Eso es lo que me ha venido por encima de todo: el conectar con la niña que soñaba con ser actriz. Y de ahí he ido recordando todos los pasos que he ido dando a lo largo de toda la carrera; me he visto como una corredora de fondo y me he acordado mucho, sobre todo, de gente que ya no está. Inevitablemente son los que echas más de menos a estas alturas ya del trayecto.
¿Cuál es la lección o máxima que tienes grabada a fuego para desempeñar esta profesión?
Yo una máxima como actriz no tengo. Yo, en realidad, hago lo que puedo cada vez que interpreto. Sientes que la experiencia, el tiempo, la suma de todo, te van dando cada vez más herramientas y técnicamente lo tienes más claro; y la técnica te sustenta y te da la capacidad de abstraerte en un set de rodaje de todo el barullo que hay alrededor… La técnica te va dando más seguridad para ser más precisa y más concreta con tus emociones y con el personaje que tienes que interpretar.
También el teatro, para mí, ha sido una escuela fundamental para el propio teatro, pero también para trabajar luego ante la cámara. Porque el teatro es un aquí y ahora constante, y te da también como una capacidad de reacción y de improvisación porque hay que salvar las naves siempre, pase lo que pase. Y siempre pasan cosas. Entonces, también el poder reaccionar e improvisar es algo que en la cámara también se agradece mucho.
En realidad yo he sido una actriz que se ha formado, sobre todo, trabajando. Por supuesto que he tenido esa escuela de niña, pero he tenido que aprender incluso de cuando no las tenía todas conmigo, de cuando no me dirigían, de cuando me dejaban un poquito suelta y me las tenía que apañar. Es decir, he aprendido tanto de los que me han dirigido de una manera profunda y han sido grandes directores de actores como de los que no lo han sido. Y ahí vas desarrollando tus propios mecanismos.
Me construyo todo un ser humano real que desborda los límites del guion. Y a partir de ahí empiezo a conectar emocionalmente y a labrar el camino"
En el anuncio del Goya de Honor, Méndez-Leite dijo sobre tu trayectoria que “sabes otorgar a todos tus trabajos verdad, sinceridad y profundidad”. ¿Cuál ha sido tu método para dar con esa verdad?
Ese es el objetivo principal de un actor: otorgar verdad a los personajes que interpretas, porque si no te creen se acabó la magia, se acabó el juego.
Desde que te sientas ante un guion hasta el momento en que dicen “acción” intentas ser lo lo más veraz posible, trabajar desde la organicidad más profunda y encontrar ese camino que yo, todavía, no sé exactamente cómo es; yo solo sé que soy como una detective privada… Es decir, que leo el guion y empiezo a hacerme preguntas y a investigar qué dicen los demás personajes del mío, cuál es el contexto, cuál es la vida pasada… Me construyo todo un ser humano real que desborda los límites del guion. Y a partir de ahí empiezo a conectar emocionalmente y a labrar ese camino.
Poco más puedo decir, luego ya es confiar en el instante porque, por mucha preparación que lleves o muchos ensayos que hayas hecho previamente, creo que es muy importante dejar un margen muy grande a lo que suceda en el aquí y ahora, y que depende también de lo que te dé tu compañero. Tú solo puedes preparar muchas cosas, pero no sabes lo que te va a suceder con el otro cuando le mires a los ojos o te responda de una manera que no esperabas. Hay que dejarse sorprender y hay que confiar también en la magia de lo que suceda en el instante.
Una de las palabras que utilizan con más frecuencia los actores que llevan tantos años en primera fila es “suerte” por dedicarse íntegramente a esta profesión. También todos han tenido altibajos, ¿tú cómo los has vivido?
Esos altibajos los ha habido, aunque por suerte no muy largos. He tenido algunos momentos de vértigo, de decir “uy, tengo para vivir un par de meses, pero como no pase algo después…”. Y, afortunadamente, siempre ha acabado pasando algo que me ha sacado de esa zozobra. Pero claro, yo soy de las pocas privilegiadas que han podido vivir exclusivamente de este trabajo. El 93% de mis compañeros y compañeras tienen que hacer otras cosas aparte de dedicarse a esto porque no les da.
Entonces he tenido la suerte de tener esta carrera de fondo que me ha traído hasta aquí… Claro que es suerte, aunque yo soy muy trabajadora, seria y muy profesional, y me gusta que la gente lo sea también. Pero conozco a muchos compañeros que lo hacen tan bien como yo, que lo ponen todo y aun así no están en las mismas. Entonces hay un factor de suerte indudable.
El 93% de mis compañeros tienen que hacer otras cosas aparte de la interpretación porque no les da para vivir exclusivamente de esto"
¿Qué es lo que más te motiva a la hora de embarcarte en un proyecto? Por ejemplo, podemos comprobar que eres muy fan de las adaptaciones literarias…
Es que ahí se aúnan mis dos pasiones: la actuación y la literatura. Soy estudiante de filología hispánica frustrada, porque lo dejé en segundo al dedicarme a esto y ya no tenía tiempo de ir a la facultad. Cuando tengo la suerte de que me ofrecen un personaje estupendo, basado en una obra literaria, para mí es una fiesta. Me pasa también en el teatro cuando me toca hacer textos clásicos o alguna obra mítica. Me encanta ponerme a investigar y a leer todo lo que se haya publicado sobre esto. O cuando es un personaje histórico. Es un aliciente más, desde luego.
¿Qué tipo de proyectos te atraen más en estos instantes?
Lo que más me apetecería que me sucediera es tener personajes de una mujer de mi edad, una mujer que está en la madurez, a la que le siguen pasando muchas cosas… Aunque haya mucha gente que crea que, a partir de no sé qué edad, ya somos como bultos que pasamos por ahí. En definitiva, personajes que tengan muchas dimensiones y sean un reflejo de la vida real. Somos la mitad de la población, aquí estamos y tenemos muchas cosas que contar.
¿Te sientes más cómoda en el teatro?
Siento que el elemento natural del actor es el teatro. Se lo escuché decir a un actor hace poco: “es un milagro que los actores podamos actuar en un rodaje, en lo que supone filmar”. Es un milagro porque está todo en contra, troceado, en desorden… Está todo el mundo pegando martillazos o maquillándote antes de rodar.
Cuando tú estás lista, con la emoción a flor de piel… “¡No, corta! Perdona, que se nos ha metido aquí algo; espera, que te dé un retoque de luz…”. No pasan de segundos el momento en que realmente actúas para la cámara; con suerte, algún minuto… En teatro eso no sucede: tú eres dueña de tu trabajo, estás en un aquí y ahora absoluto, y viviendo toda la peripecia del personaje y de la historia de principio a fin.
Por eso siento que la experiencia total la vivo más en el teatro, pero para mí el cine, el audiovisual, sigue siendo un reto porque me gusta trabajar también contra viento y marea. En cualquier caso me gustan todos los medios, pero sí un poquito más el teatro.
Hay mucha gente que cree que, a partir de cierta edad, las actrices somos como bultos que pasamos por ahí"
Actualmente te encuentras con el estreno de Tierra Baja, ¿que nos puedes contar de esta película?
En esta película hay un personaje femenino de una mujer madura, de mi edad, que es compleja porque está viviendo un momento existencial difícil y, al mismo tiempo, apasionante. También es una mujer fuerte y que tira para adelante, y a la que le pasan un montón de cosas.
Estoy muy contenta de que Miguel Santesmases, el director, contara conmigo para contar la historia de Carmen en Tierra Baja. Es una película muy pequeñita, muy intimista y hecha con muy pocos medios. Está rodada en una tierra hermosísima, que es la Tierra Baja de Aragón, y está contada además con un tempo muy distinto al que estamos habituados ahora. Hoy día todo está hecho a ritmo de Tik Tok prácticamente; ya no te dejan ni espacio para respirar y todo tiene que ir bien picadito. Y Tierra Baja tiene un tempo distinto que se parece más al de la vida.
Nos gustaría hacer un repaso por tu carrera de la mano de los títulos que se encuentran en FlixOlé. Háblanos de La Regenta, que fue una serie que paralizó España.
Lo viví primero como un sueño cumplido increíble porque, unos años antes, cuando estudiaba filología, escogí como uno de los temas de Literatura comparada el comparar el personaje de Ana Ozores con el de Madame Bovary. Entonces me sumergí en La Regenta y pensé que si algún día se volviera a hacer (Gonzalo Suárez ya la había adaptado al cine con Emma Penella) ojalá me tocara a mí. ¡Y va y me toca! No me digas que eso no es tener suerte. Lo viví como el regalo de los Reyes Magos.
También fue muy placentero el trabajo con Fernando Méndez-Leite: tuvimos mucho tiempo de preparación mano a mano, de ir esbozando los guiones uno a uno y escena por escena … Y el trabajo con Carmelo Gómez, Cristina Marcos y compañía fue espectacular. Y, además, es que lo rodamos en cine porque, en ese momento, la ficción que se hacía para televisión. Se rodaba en este formato. En realidad son tres películas de hora y media.
¿Y qué recuerdas de El pájaro de la felicidad y la experiencia de rodar con Pilar Miró?
Al principio yo estaba un poco acojonada porque tuvimos una reunión para leer el guión, también con Mercedes Sampietro. Y mi personaje, madre de un pequeño, se va en un momento determinado de la película dejando a su hijo con la abuela; y no sabemos si se va para un mes, para toda la vida… Entonces le comenté a Pilar que no entendía muy bien la justificación de que una madre hiciera eso. Necesitaba entender psicológicamente por qué lo hacía. Y me dijo: “esto lo hace porque a mí me viene muy bien que Mercedes se quede con el bebé en este momento de la historia y esté ella mano a mano con el bebé. ¿Alguna pregunta más?” Y yo: “no, no. Está bien” (ríe)
Entonces, claro, con esas me fui a rodar. Lo sentí como que había que ir “al turrón” y sin preguntar mucho. “Tú hazlo y ya está”. Pero luego me encontré a una Pilar muy cariñosa, muy cálida, muy sensible a la hora de rodar. Estaba muy feliz Pilar en ese rodaje.
También trabajaste en varias ocasiones con Bigas Luna: por un lado en La camarera del Titanic y luego también en Volavérunt. ¿Qué nos puedes contar de él?
Conocí a Bigas Luna en un Festival de San Sebastián, que yo era jurado ese año, y además presentaba Un paseo por las nubes. Y uno de estos días agotadores, de ver cuatro cintas más la promoción de nuestra película, me acomodé en un sofá del Hotel María Cristina y se unió Bigas a nuestro grupo. Dije que me dolían mucho los pies y se ofreció a hacerme un masaje. Mientras me lo hacía, me dijo: “algún día sacaré tus pies en una película mía.”
¡Y así fue! Pero no fue en La camarera del Titanic, que fue la primera de las dos que rodamos juntos, sino en Volavérunt. Sí, cumplió su palabra (recuerda entre risas).
Después fuiste protagonista en Celos de la mano de otro maestro del erotismo, Vicente Aranda…
La experiencia con Vicente en Celos fue estupenda. Con la manera de rodar que él tenía sentías que la cámara estaba siempre a la altura de los ojos del personaje, del actor. Como si el objetivo estuviera constantemente rodeándote. Había algo en su lenguaje cinematográfico que iba siempre muy a favor de leer el alma del personaje. Eso es algo muy definitorio de su cine. Aparte del erotismo de sus películas, que también en Bigas Luna es así.
Recuerdo que también hablamos mucho del personaje, de esta relación tóxica entre estos dos protagonistas. El personaje de él es un celoso compulsivo y manipulador y ahí labramos un entramado psicológico que sustenta la historia que estábamos contando. Tengo muy, muy buen recuerdo de Vicente.
¿Y qué recuerdos tienes de La carta esférica? Parte del rodaje se hizo en un barco y os mareabais, pero luego nadie se quería bajar…
¡Yo sí me quería bajar! A mí lo del barco no es algo que me apasione… Y nos mareábamos muchísimo. Además estábamos en un barquito muy pequeño y éramos tropecientos encima de ese barco. Y yo veía ese barco que iba arriba y abajo, y al equipo, al de la pértiga, que yo pensaba todo el rato que se iba a caer al mar… Por suerte no tuvimos que lamentar nada, pero a puntito estuvimos de caernos en más de una ocasión.
¿Te has quedado con la espinita de no haber trabajado con un director o intérprete en concreto?
No, ninguna espinita. La verdad es que me siento afortunada por haber podido viajar tanto con el cine y haber rodado en sitios tan distintos: de Vietnam a Nueva York, a Los Ángeles, a Argentina, Cuba, Noruega… Y también he trabajado con gente muy interesante. Claro que me encantaría trabajar con muchísima gente que admiro, pero no siento una carencia, ni una frustración, por no haber continuado con la carrera en Hollywood o por lo que sea. Me siento muy colmada y muy satisfecha por lo que me está regalando esta profesión.
Me siento muy colmada y muy satisfecha por lo que me está regalando esta profesión"
¿Y has pensado cambiar de registro en la profesión, como por ejemplo directora o guionista?
Nada: no tengo ni vocación, ni talento, ni ganas, ni mirada propia, ni historias propias que contar. Yo soy intérprete, me encanta adueñarme de las historias que me proponen y hacer el viaje como actriz, que para mí es infinito.
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