Luis Callejo sobre su papel en 'La casa': "Me maquillaban durante 5 horas diarias cuando tenía que hacer de anciano"
Entrevistamos a Luis Callejo desde la 27ª edición del Festival de Málaga. Allí presenta 'La casa', una película de Álex Montoya que el actor segoviano protagoniza junto a David Verdaguer y Olivia Molina
¿Qué nos puedes contar de La casa, la película que estrenáis en el Festival de Málaga?
¿Por dónde empiezo? Está basada, con algo de libertad lógicamente, en la novela gráfica de Paco Roca. Es una historia que tiene pinta que ocurre en muchas familias: a raíz de la muerte del padre, se reúnen en la vieja casa que tienen en el campo y en la que han trabajado desde niños. Les ha tenido el padre liados ahí, como un sueño.
A raíz de esa reunión, hay cuestiones logísticas que tienen que ver con el entierro, con “qué hacemos con la casa”… Y luego están las cosas personales, que a veces no se hablan hasta que no queda más remedio. Hay un encuentro como ese, con buenos recuerdos de la infancia, pero también con conflictos sin resolver. En ese sentido, ya solo por eso, es algo que engancha con el público, que nos afecta a todos. Aparte, está muy bien hecha.
Y ahorrándote preguntas… En la rueda de prensa nos han recibido con aplausos en pie. Desde la primera pregunta, no ha podido evitar echarse a llorar con sus recuerdos y decir que se ha sentido identificada, tocada con lo que había en esa película. Y le ha pasado a más periodistas, y nos ha pasado a nosotros hablando.
En la rueda de prensa de la película nos han recibido de pie y con aplausos”
En mi caso concreto, yo salgo como en tres edades distintas: con 80 y pico de años, con 50 y con 30 y pocos. Ha habido un trabajo enorme de efectos especiales digitales, maquillaje, que ha sido muy duro. Pero me ha llevado un viaje tremendo: he tenido como un avance hacia el futuro, no ha sido un lujo. Y no es por nada, pero es que me parezco físicamente mucho a mi padre de mayor. Entonces me ha removido y me ha ilusionado mucho.
Dar vida a un personaje en tres generaciones distintas
Tu personaje no está siempre en pantalla, pero siempre está presente ¿Cómo lo trabajaste?
Pues con mucha calma, porque si algo tuve que aprender con este personaje tuvo que ver con la paciencia: cinco horas de maquillaje todos los días para hacer de anciano, y cuando me rejuvenecían. Por otro lado, hay veces que un acento te ayuda a agarrar al personaje y tenerlo. En este caso, tuvo que ver con la caracterización y, a partir de ahí, incluir lo físico, que no fue lo más complicado; Tenía que ver con la edad, la manera de andar, la energía, ese tipo de cosas.
Lo más difícil fue la voz, que me han felicitado por ello. Entiendo que hemos acertado y ahí sí que me guío mucho Álex Montoya, porque aparte él sí que lo tenía bien claro, estaba viendo lo que se rodaba a diario. Decía: “aquí de pronto has tenido una recaída, entonces más abajo, aquí no estás tan mal”… Ese tipo de cosas. Él era quien me iba midiendo, pero la voz era lo que más me preocupaba.
Tuve que estar 5 horas de maquillaje todos los días para hacer de anciano”
Sobre la complicidad entre los distintos actores ¿cómo la trabajó Álex Montoya con vosotros?
Montoya es fascinante. Hay un punto de él que me parece muy sincero y es que a veces te propone algo y a la vez dice si te parece bien. Entras en un diálogo, que es de lo que se trata para construir algo juntos. No es un director autoritario. Es verdad que le gusta hacer repetir muchas tomas hasta que tiene lo que quiere. A mí eso me encanta. También estoy a favor. Lógicamente, cuanto más se hace, mejor sale, no hay dudas.
El primer acierto de un director es, por supuesto, tener un buen equipo de producción, de ayudantes de dirección y demás auxiliares, y luego hacer elegir un reparto que encaje bien. Ha sido como una explosión ahí, porque nos hemos encontrado viejos amigos, otros que nos conocíamos un poco…
Yo tenía conflictos porque a veces tenía una escena y yo le preguntaba “¿quién es? ¿Mi hija de pequeña o mi nieta? Ah, vale”. Yo entré en un bucle raro porque era difícil con los saltos en el tiempo. Él sí que los tenía en la cabeza. Y yo, si me lo hubieras trabajado más, los habría tenido. Me tenía que ayudar mucho él para saber en qué momento estaba, en qué estado emocional, físico y demás.