Paula Ortiz, directora de 'La Virgen Roja': "No sé si hubiera ocurrido una historia así en otro momento histórico."
Entrevistamos a la directora Paula Ortiz, que acaba de presentar su última película en el Festival de Cine de San Sebastián: 'La Virgen Roja', un filme basado en el crimen real de Hildegart, una joven revolucionaria que murió a manos de su propia madre
¿Cómo estás viviendo las primeras impresiones de la película en el Festival de San Sebastián?
Aún no hemos tenido tiempo de verlas, pero es siempre muy emocionante. Es el parto de la criatura, como traer al cachorro de ‘El Rey León‘. Y bueno, en un lugar como este, que tiene mucha responsabilidad, es un privilegio que la película nazca aquí. Así que, vamos a ver qué tal, pero estamos muy contentos.
¿Qué te atrajo de la historia de Aurora y su hija Hildegart, basada en hechos reales, para llevarla al cine?
Es una historia que a mí me ha obsesionado muchísimo desde la universidad. La conocí cuando yo estaba estudiando Filología Hispánica, gracias a una profesora de Historia Contemporánea. Ella me habló de grandes contradicciones de las fuerzas que operaban en las primeras décadas del siglo 20, tanto dentro como fuera de España. La recuerdo explicándome lo que era la eugenesia. Es decir, cómo un descubrimiento científico fue integrado por la lucha de los trabajadores, el feminismo y el nazismo. Era algo muy interesante.
A partir de ahí, me contó el caso de la Virgen Roja: el caso de Aurora y Hildegart Rodríguez. Esta madre que quiso engendrar y educar a la mujer del futuro, a la primera mujer libre, pero, paradójicamente, en el primer ejercicio de libertad que hizo su hija, la mató. No la castigó, la mató. Y hay algo de contradicción, de herida incomprensible en eso que me parece fascinante. Porque, además, es una herida que va desde la maternidad y el vientre materno, lo más físico y atávico, hasta lo más abstracto, como las estructuras ideológicas del momento, de las que era hija Aurora. Creo que la historia atraviesa tantas cosas y tiene tantos vectores que me parece fascinante e inacabable. Se podrían hacer tres películas más.
Una relación materno-filial obsesiva
Precisamente, sobre las referencias que comentas son más históricas. También ha habido novelas o, por ejemplo, la película de ‘Mi hija Hildegart ‘, que tocaban más en el aspecto jurídico. En este caso, has dejado un poco en un segundo plano la parte más política y te has centrado en esa obsesión en la relación entre madre e hija.
Sí, porque es cierto que esta historia se ha abordado desde muchos puntos de vista en novelas, en ensayos, en la película de Fernando Fernán Gómez… casi siempre desde el punto de vista de Aurora. Si el lugar desde el que ves la historia es el de ella, entonces es la historia de una fanática, es una historia política.
El reto era hacer una película en la que el punto de vista se alternara entre la madre y la hija, logrando que terminara siendo como un vals entre ambas. Como un monstruo de dos cabezas. Aun así, es imposible entenderla sin el contexto en el que están inmersas. No sé si hubiera ocurrido una historia así en otro momento histórico, porque son hijas de las estructuras culturales e ideológicas del momento. Tanto de la brillantez y la audacia de esas estructuras, como de las presiones y de la rigidez. Es alucinante.
Es una historia de una mujer que es hija de las presiones de su tiempo. Pero, también, una paradoja legal. "
Un largo estudio sobre los personajes
¿Qué aportaron y cómo fue el trabajo con las actrices protagonistas: Najwa Nimri y Alba Planas?
La verdad es que ellas tenían un trabajo muy fuerte. Ensayamos mucho. Aunque, muchas veces, más que ensayos eran sesiones de estudio, porque estudiamos mucho la época, las referencias, los filósofos y los grandes pensadores de los que ellas mamaron y que las hicieron hijas de su tiempo. Cuando Aurora habla de Marx, Nietzsche y Freud, no es algo banal, porque ya se han alimentado de eso. Luego, creamos y buceamos mucho en esa relación tan contradictoria: en esa madre que le da una galaxia de conocimiento, que la quiere lúcida, la quiere fuerte y la quiere libre. Pero, luego, no es verdad.
Fue un trabajo muy bonito. En el caso de Alba, era alguien muy joven que tenía que echarse a las espaldas un personaje prodigioso y superdotado. Tenía que mostrar la inteligencia y la oratoria de una mujer brutalmente brillante, tanto en sus discursos como en el manejo de la palabra. Pero también la fragilidad de una niña en plena crisis de la adolescencia que está descubriendo el mundo, la sexualidad y los afectos. Todo en una casa donde la habían concebido diseñada para el conocimiento, pero no para el afecto. Curiosamente, ella, que era una referente de la revolución sexual de las mujeres, vivió una fuerte represión sexual y afectiva. Fue un trabajo muy bonito el que hicimos con Alba. Para Aurora, pedíamos a alguien como Najwa, que tiene una potencia y una hipnosis única para navegar aguas oscuras, los territorios sucios, y para asomarse a los abismos y a las heridas irresolubles. Ella se atreve y lo ha hecho.
Hemos construido un personaje totalmente sofisticado que representa la civilización, aunque acabe en la barbie."
Personajes vanguardistas
En ‘Teresa’ y ‘La novia’ se nota también esa predilección por personajes que caminan por esos abismos. ¿Qué te atrae de ellos para hacer películas?
Es verdad. Me atraen mucho los personajes que son hijos de un tiempo eléctrico y en tensión y, por tanto, son personajes que suelen ser bastante vanguardistas o pioneros en muchos aspectos. Suelen ser mujeres brutalmente brillantes y contradictorias. Creo que si eres brillante en algo, en algún caso caes en la contradicción. Entonces, tanto los personajes de Lorca que tiran de las fuerzas del amor y la muerte; como Teresa que tira de la duda ontológica que acarrea el ser humano y la fe; o como Aurora y Hildegart, pero sobre todo Aurora, representan eso. Es el sueño de la razón engendrando un monstruo, y es la paradoja política de nuestra historia reciente. Ella lleva en sí la contradicción más profunda, individual y colectiva. Entonces, es verdad que me atraen los personajes que tienen las contradicciones más irresolubles.