10 películas de Carlos Saura para familiarizarse con su cine
Durante las seis últimas décadas Carlos Saura nos ha deleitado con largometrajes de todo tipo; desde críticas a la historia española, pasando por el cine quinqui, hasta puros homenajes al flamenco. Con una filmografía tan heterogénea como el propio director, no es de extrañar que sea uno de los cineastas más reconocidos de nuestro país.
Es por ello que, en celebración al Goya de Honor que recibirá en la 37ª edición de los premios, hacemos un recorrido por su extensa carrera.
La caza (1966)
El largometraje que dio a conocer a Carlos Saura fue La caza. Esta supuso tanto su primer encuentro con Luis Cuadrado, quien sería su frecuente colaborador como director de fotografía, como su primera victoria en la Berlinale, festival en el que se llevó a casa El Oso de Plata al mejor director. La caza cuenta con elementos documentalistas, derivados de la experiencia del director en el género, además de la representación claustrofóbica de una juventud marcada por la Guerra Civil y la dictadura.
Los vínculos de amistad entre José (Ismael Merlo), Paco (Alfredo Mayo), Luis (José María Prada) y el joven Enrique (Emilio Gutiérrez Caba) se desdibujan durante un caluroso día de caza. Con un desolado escenario de la Guerra Civil como telón de fondo, las viejas heridas entre compañeros aflorarán, resultando en un trágico desenlace.
Peppermint Frappé (1967)
Un año después de La caza, se estrenó Peppermint Frappé, basada en la novela Abel Sánchez de Miguel de Unamuno. Su paso por el Festival de Cannes de 1968 ocupa uno de los episodios más importantes en la historia del cine: su proyección en el circuito del certamen fue impedida por algunos de los miembros más notables de la Nouvelle Vague, como Truffaut y Godard, en señal de apoyo al pueblo francés y a la revuelta del 68. Al margen de dicho episodio, el filme supuso la llegada de Geraldine Chaplin al cine español, y la irrupción de José Luis López Vázquez en género dramático.
Julián (José Luis López Vázquez) visita a su amigo de la infancia, Pablo (Alfredo Mayo), quien le presenta a Elena (Geraldine Chaplin), su mujer. Instantáneamente Julián se siente atraído por ella. Tal es su obsesión por ella que intentará transformar a Ana, su compañera de trabajo, en una copia de Elena.
El jardín de las delicias (1970)
El jardín de las delicias marca una nueva etapa para Saura, donde comienza a dejar atrás sus influencias documentalistas. Con nuevos elementos surrealistas inaugura una trilogía completada por Ana y los lobos y La prima Angélica, centrada en la crítica del funcionamiento de la sociedad española durante la dictadura. Mediante alegorías diseñadas para esquivar la censura, Saura, junto a su frecuente colaborador Elías Querejeta, explora la burguesía de la época.
Tras un trágico accidente de coche, un hombre de negocios llamado Antonio (José Luis López Vázquez) queda paralítico, además de sufrir de amnesia. Su familia se esfuerza para que recupere rápidamente su memoria y así recordar la clave de la cuenta bancaria donde se encuentra su fortuna. Sin embargo el proceso será arduo y lento.
Ana y los lobos (1973)
Poco después vino el estreno de Ana y los lobos, largometraje mediante el cual Saura continúa explorando los temas de la familia y la burguesía española. Adentrado de lleno en su cine más metafórico, nos presenta a una familia inspirada en la España más tradicional, donde creció el director, con tres personajes que simbolizan la religión, la fe y la represión sexual.
Ana (Geraldine Chaplin) es una joven institutriz inglesa que comienza a trabajar en la finca de una familia burguesa en España para educar a tres niñas. Su relación con los tres hermanos dueños de la finca: Fernando (Fernando Fernán Gómez), José (José María Prada) y Juan (José Vivo), llevará a trágicos acontecimientos.
La prima Angélica (1974)
La prima Angélica marca la consolidación del cineasta en el panorama internacional, además de conseguirle el Premio del Jurado en Cannes ese mismo año. Uniendo dos etapas históricas diferentes, el realizador aragonés continúa indagando en el impacto que tiene el pasado en el presente; tanto en la propia narrativa de la película, como en la vida real.
Cuando muere su madre, Luis (José Luis López Vázquez) regresa a la pequeña ciudad donde pasó su niñez. Al volver, revive la estrecha relación que tuvo con su prima Angélica. Unos recuerdos que se entremezclan con el presente.
Cría cuervos (1976)
Siguiendo con tramas cada vez más metafóricas y plagadas de múltiples interpretaciones encontramos Cría Cuervos, responsable de que Saura ganase otro premio en el Festival de Cannes. Una pequeña Ana Torrent sumerge al espectador en la poderosa imaginación propia de la infancia al tiempo que lo sitúa en la España de los años 60, representada desde la perspectiva de la protagonista y sus dos hermanas, pero también desde la crítica al autoritarismo de aquella época.
Ana (Ana Torrent), como niña y adulta, rememora su infancia desde el momento en que falleció su padre. Cree tener poder sobre la vida y la muerte, pudiendo hacer aparecer a su difunta madre (Geraldine Chaplin), pero ello es un telón que cubre la crítica hacia la hipocresía de la sociedad española de ese momento.
Deprisa, deprisa (1981)
Con Deprisa, Deprisa, Saura se introdujo en el famoso cine quinqui que dominaba el cine español de entonces, realizando una de las películas más aclamadas del mismo género. Al igual que otras producciones del momento, presenta una clara crítica social sobre la situación que vivían los jóvenes, sin embargo, con una presentación mucho más focalizada en la estética y en el uso de música popular.
Ángela, Pablo, ‘el Meca’ y ‘el Sebas’ son cuatro jóvenes delincuentes que realizan atracos por la ciudad para conseguir dinero que gastar rápido. Su único propósito es vivir deprisa, sin preocupaciones por el futuro.
Bodas de sangre (1981)
Bodas de sangre marca el comienzo de la etapa musical de Saura y el inicio de su trilogía flamenca, completada por Carmen y El amor brujo. Si bien las tres películas están basadas en obras de teatro y ópera, el resultado final de Bodas de sangre es un documento sobre el proceso de creación; una mezcla entre ficción y realidad a partes iguales que cambió para siempre la representación audiovisual del flamenco.
A través de una compañía de flamenco encontramos un documental hibridado con elementos ficticios que pone en escena Bodas de sangre, la obra de Federico García Lorca. Primero veremos a los bailarines prepararse para la actuación mediante el realismo de los ensayos y, después, nos dejaremos llevar por el protagonismo absoluto de la danza y la música.
¡Ay, Carmela! (1990)
Casi una década después se estrena ¡Ay, Carmela! Ubicado en la Guerra Civil, se trata del largometraje histórico más tradicional del director. El mismo adopta ciertos aspectos cómicos más livianos para presentar sin tapujos una situación cruda. Un homenaje al teatro y al arte como forma de vida.
Un grupo de cómicos ambulantes formado por Carmela (Carmen Maura), Paulino (Andrés Pajares) y Gustavete (Gabino Diego) representan espectáculos para amenizar a los soldados republicanos, pero cuando terminan en territorio nacional se verán obligados a actuar en contra de su ideología.
El séptimo día (2004)
Después de aquella etapa, Saura volvió a su lado más documentalista gracias a El séptimo día. Basada en los hechos reales del pueblo de Puerto Hurraco, en Extremadura, la historia presenta los sucesos que crearon la mala sangre entre las familias del pueblo y que llevaron al trágico asesinato de los vecinos. Todo ello es contado a través de los ojos de una niña que sobrevivió a los acontecimientos, proporcionando una perspectiva inocente que contrarresta la crudeza de la historia.
Las familias Jiménez y Fuentes llevan generaciones acarreando una potente enemistad. Esta dinamitará mientras Lucía (Yohana Cobo) investiga qué esconde esta hostilidad y los hermanos de la otra familia se preparan para llevar acabo su venganza.