Carla Subirana es una cineasta catalana con una amplia trayectoria en el documental de temas comprometidos. Sica es su primera película de ficción y para ello ha decidido viajar a la Galicia más agreste y salvaje para contarnos la relación entre una adolescente y la naturaleza que le rodea.

Nos gustaría hablar un poquito de Sica. ¿Cómo surge este proyecto y qué se va a encontrar el espectador con esta película?

Pues Sica es una coproducción catalano gallega. Yo soy de Barcelona y en 2016 llegué caminando a Costa da Morte por O Camiño dos faros , que es un camino que recorre desde Malpica hasta Fisterra. Y bueno, tuve un flechazo con el paisaje. Tiene una fuerza ese océano increíble y vi enseguida que ahí había una película. Ese fue el origen del proyecto.

Yo vengo del mundo documental de que para mí el cine, ficción y documental son dos caras de la misma moneda. Decidí investigar. Cada verano fui durante tres años e hice un trabajo de campo de bastante profundidad. Fui entrevistando a la viuda de del patrón de un barco, de un naufragio muy importante y dramático que hubo en Costa da Morte en 1991. Hablé con la viuda, hablé con el hijo del patrón que naufragó. 

La ficción y el documental son dos caras de la misma moneda” (Carla Subirana)

 

Tenía que intentar entender el territorio al que yo me estaba acercando, porque no era mi tierra natal y necesitaba comprender a su gente, su manera de hablar, el ritmo que tienen en su lenguaje, la poesía que tienen. Porque la gente marinera, la gente de mar, habla de la mar como si fuera una mujer y tienen toda una relación. 

Yo sentí y entendí enseguida que Costa da Morte ese océano es como una gran sepultura abierta. Donde yacen en ese vientre del mar yacen cientos y miles de náufragos, ya que es una de las costas más peligrosas del mundo, donde hay documentados más de 600 naufragios. Y eso, todos esos elementos, el paisaje, la gente, esa convivencia entre vida y muerte que tiene Costa da Morte me fascinaron.

En la película cobra tanta importancia la naturaleza como la trama. En este caso, por qué querías ligar de esa forma la naturaleza con la trama, con lo que ocurre con los personajes, al margen de lo de lo que se ve a primera vista, que es el tema de la pérdida.

Diría que Sica es aparentemente una película sobre un adolescente que está perdiendo la piel de la infancia. Está en esa etapa tan interesante, tan de transformación, que es entender que el mundo adulto no es exactamente lo que te creías. Y eso ya me parece como una etapa de la vida muy interesante y por eso Sica es la protagonista. Pero a su vez, si el primer reclamo, la primera conexión, fue el paisaje, yo tuve que hacer también un proceso como cineasta de entender por qué eso me interesaba tanto. Y yo soy caminante y me gusta mucho la naturaleza y siento que tenemos un gran problema con la crisis climática.

Es un tema que me preocupa. Fui tejiendo esos diferentes temas que me interesaban, el vínculo con la madre, madre hija, el acercamiento del viaje de la heroína hacia la madre, ese coming of age, ese adolescente que va entendiendo poco a poco que su padre mitificado al final es un padre ausente y que la presente es la madre. Ese viaje hacia la madre y por otro lado, esa tormenta que el personaje de Suso ve venir, Ofelia, la madre de todas las tormentas… Es esa comunidad que está viviendo Sica, y entendiendo que no es exactamente la que ella se pensaba. Y de esa tormenta interior que ella está viviendo. 

La naturaleza es la metáfora perfecta de esa tormenta exterior que es Ofelia, que va a llegar. Y en el fondo, la naturaleza es un personaje más. Es la madre y también es la maestra y en Sica los personajes dan este mensaje de que el ser humano es diminuto y que la naturaleza manda.

Antes comentabas que tanto el documental como el largometraje de ficción son como dos caras de la misma moneda, por lo que  quizás no te ha costado tanto ese proceso, pero ¿Qué dirías que es lo que más te ha costado  de pasar de ser documentalista a realizar un largometraje de ficción?

Trabajar con equipos más grandes. En el documental o por lo menos es la experiencia que yo tengo hasta ahora. Me he manejado siempre en equipos pequeños de diez o 12 personas, en escenas más ficcionadas, porque yo siempre he trabajado con estructuras de ficción, 20 como mucho. Un par, un par de días. Y de repente, en una ficción, te giras y te encuentras a 40 personas y ¡Guau! Eso es una máquina imparable.

Tienes menos capacidad de menos flexibilidad a la vez de cambiar. No puedes decir: ¡Pues mañana vamos a cambiar el plan de rodaje! No puedes hacer eso. Y en ese sentido sí que para mí ha sido más difícil entender que las estructuras de ficción tienen otras mecánicas y siempre estar atenta, porque al final lo que sucede delante de la cámara nadie lo sabe. Aunque en la estructura de ficción está todo mucho más controlado y más dirigido.

En la ficción todo está mucho más controlado que en el documental” (Carla Subirana)