ESPECIAL FESTIVAL DE MÁLAGA
Imanol Uribe:
“Treinta y tres años después de la matanza siguen con miedo en el cuerpo”
El director Imanol Uribe ha presentado en la 25 edición del Festival de Málaga su última película, Llegaron de noche, basada en el asesinato de un grupo de jesuitas españoles en El Salvador en 1989. La actriz Juana Acosta interpreta a la protagonista, Lucía Barrera de Cerna, la única testigo de la matanza que tuvo que abandonar el país.
En esta 25ª edición del Festival de Málaga, muy especial para ellos, presentas tu largometraje Llegaron de noche, uno de los episodios más oscuros de la historia de El Salvador. Relata los asesinatos a los jesuitas en El Salvador en 1989. ¿Qué te llevó a hacer un largometraje sobre esta matanza?
Son muchas causas, pero, fundamentalmente, yo nací en El Salvador y estudié en los Jesuitas. Estudié en los Jesuitas de Tudela también, por donde pasó Ignacio Ellacuría. Conocí personalmente a Ignacio Ellacuría, de una forma colateral, pero le conocí en Salamanca. Poco antes de que los asesinaran, pasé por El Salvador por el aeropuerto, no nos dejaron bajar, estaban en plena Guerra Civil. Estaba preparando una serie que nunca se hizo, localizando en Latinoamérica. Pocas semanas después nos enteramos de la matanza. A mí me impresionó, la verdad. Por todos esos antecedentes me impresionó muchísimo y es una cosa que siempre ha quedado ahí atrás.
En el 2016 leí un libro de un escritor salvadoreño, Jorge Galán. Noviembre, se llama. No sólo lo leí, lo presenté junto con Almudena Grandes y un filósofo, José Tamayo. Presentamos el libro y en un momento pensé en una posible adaptación, pero era un libro muy amplio, que abarcaba desde el asesinato de monseñor Romero hasta muchas más cosas. En ese libro descubrí la presencia de Lucía Cerna, la única testigo que presenció la matanza de los Jesuitas. Lo que hicimos fue respetar el libro, que tiene adaptaciones para muchas otras cosas.
Nos fuimos a las fuentes, directamente al Salvador, a conocer a los testigos de aquella matanza. Sobre todo, al Padre Tojeira, el personaje que hace Carmelo Gómez, que nos abrió las puertas de todo y de su corazón y nos contó todo lo que nosotros queríamos saber y más. Él fue también el que nos puso en contacto con Lucía. Lucía y Jorge viven en un pueblo muy pequeño que, a estas alturas, no les gusta que se mencione, -fíjate, treinta y tres años después de la matanza siguen con miedo en el cuerpo- y que está como a 150 millas de San Francisco.
Fuimos a verles Daniel Cebrián, el guionista, y yo. Estuvimos ahí un fin de semana con ellos y nos trataron de maravilla. Fue muy duro para Lucía porque lloraba constantemente. Afloraban los recuerdos. Un tiempo después, estuvo Juana con ella y también lo mismo. Ese fue un punto de partida estupendo, los testimonios de esta gente.
Nos fuimos a las fuentes, directamente al Salvador, a conocer a los testigos de aquella matanza.
Me gustaría preguntarte sobre el guion, porque trabajas con Daniel Cebrián. Hay varios flashbacks, la película va jugando con el tiempo, ¿Cómo fue el trabajo de guion de Llegaron de noche?
Como pasa siempre en los guiones, hay muchas versiones y muchas escrituras. Normalmente, hasta que llegas a una primera versión has pasado por muchas opciones. Pero, en el momento, no recuerdo bien si lo planteó Daniel o lo planteé yo, que decidimos que el núcleo duro de la narración iba a ser el interrogatorio de esta mujer -que es fundamental dentro de la historia- y utilizarlo como espina dorsal de la narración e ir y volver a ese interrogatorio, tuvimos ya un poco claro el esquema de la película. A partir de ese momento ya tiramos para delante.
¿Qué nos puedes contar sobre el casting, donde cuentas con Juana Acosta, tu amigo Carmelo Gómez, además de Karra Elejalde y otros nombres?
Tengo una directora de casting estupenda (Laura Cepeda) con la que he trabajado hace ya muchísimo tiempo, no solo en esta película, sino en películas anteriores. Siempre me pasa lo mismo, cuando hablo de ella se me olvida su nombre. Algún día me va a matar porque la conozco muchísimo. Hizo un trabajo estupendo aquí y un director de casting colombiano allí. Entre los dos, organizamos el reparto. Reparto complejo porque hay cuarenta y dos personajes, me parece, de distinta dimensión: dos sesiones, tres, cinco… Y actores de Inglaterra, Francia, Estados Unidos, España, Colombia, Venezuela, Cuba e Israel. Aquello era una especie de torre de Babel donde hubo que combinar todo.
Todas las películas que he rodado han sido un disfrute en mayor o menor medida.
Han pasado más de 30 años de este suceso. No pudisteis rodar la película en El Salvador, imagino que porque el país se encuentra en momentos no muy estables y tuvisteis que ir a Colombia. ¿Cómo es la convivencia del país salvadoreño con el trágico suceso?
Fuimos a Salvador, estuvimos localizando e incluso yo aproveché, ya que nací ahí, para intentar ver lugares que recordaba de mi infancia. Pero, la seguridad ciudadana en aquel momento que fuimos nosotros, en el ranking mundial de seguridad me parece que era el segundo país más peligroso del mundo. Con ese antecedente y con el tema que estábamos tratando, donde la mayoría de la gente que participa en la historia está en la calle, etcétera, me parecía demasiado atrevido.
Otro factor importantísimo es que los lugares donde sucedieron los hechos, treinta años después ya no son como estaban. El jardín donde asesinaron a los Jesuitas es un monumento de un jardín de rosas que no tiene nada que ver con lo que era en la realidad. Eran demasiados elementos. Buscamos un paisaje parecido y una idiosincrasia parecida para los personajes y lo encontramos en Cali, Colombia. Casualmente, la patria chica de Juana Costa, que eso fue, además, un regalo.
En FlixOlé disponemos de un amplio catálogo de tus películas. ¿Qué recuerdos te vienen a la cabeza al ver los títulos?
Todas las películas que he rodado han sido un disfrute en mayor o menor medida, la mayoría muchísimo. Salvo una, que igual no está porque no era mía. Adiós pequeña, una película del año 85 en la que se juntaron todas las desgracias habidas y por haber. Aprendí muchísimo, pero esa película fue un drama universal. En el resto siempre he disfrutado.
El rey pasmado (1991)
El rey pasmado fue una gozada. Además, conté con un elenco maravilloso. Era un planteamiento de cojera, pues estaba desde Fernando Fernán-Gómez, Laura del Sol, María Barranco… Hasta Quique San Francisco hacía un pequeño papel. Los chicos: Juan Diego, Gabino Diego… me dejo muchísimos. Fue trabajar con un elenco absolutamente genial y fue un trabajo muy bueno, muy atractivo.
Días contados (1994)
Sin embargo, en Días contados optamos por un planteamiento absolutamente contrario. Elegimos gente que todavía no había hecho nada o que estaba empezando. Por ejemplo, Elvira Mínguez, Pepón Nieto, Candela Peña, Ruth Gabriel o Pedro Casablanc. No habían hecho ninguna película. Carmelo venía de haber hecho algo y Javier Bardem sí había hecho Jamón, jamón (1992), pero bueno, empezaba también de alguna manera. Fue un planteamiento absolutamente contrario.
La huella del crimen: El crimen del expreso de Andalucía (1990)
La huella del crimen fue una TV movie que producía Pedro Costa y yo rodé El crimen del Expreso de Andalucía. La verdad es que es de las pocas cosas que he hecho para televisión. Pero bueno, yo no lo considero televisión porque lo rodamos como si fuera un largometraje. Mi planteamiento fue absolutamente como si fuera una película de cine.
El viaje de Carol (2002)
El rodaje de El viaje de Carol también fue fantástico para mí. Era un guion que el autor dejó en la oficina y ahí quedó. Andrés Santana, mi socio, y yo, en aquel momento teníamos una productora donde producíamos nuestras propias películas. No le hicimos mucho caso y la secretaria se empeñaba en que lo leyéramos. Hasta que un día lo cogí y lo leí.
Hicimos alguna transformación, pero pillé un punto. Tengo dos hijas que, en aquel momento una tenía ocho años y la otra veintitantos. El reto era hacer una película para dos niñas de esa edad tan diferente, pensando que les pudiera gustar a la dos. Y además, como telón de fondo estaba la Guerra Civil española. La Guerra Civil española contada como un cuento infantil. Era un reto que me parecía muy atractivo y me metí en la historia.
Recuerdo de El Viaje de Carol una cosa muy curiosa: los protagonistas eran Juanjo Ballesta y Claudia Lago, y eran como el ying y el yang a la hora de ponerse frente a una cámara. Digamos que Clara era muy sesuda, muy estudiosa, se lo preparaba todo y a Juanjo había que llamarle para que se bajara de un árbol y viniera corriendo ante cámara y dijera su texto. Los dos trabajos eran estupendos, pero venían de de procedencias muy diferentes.
Extraños (1999)
Extraños fue un reto. Un reto que me permitió Enrique Cerezo. Enrique me pidió que hiciera La soledad era esto (2001) y yo estuve trabajando durante bastante tiempo en ello. Pero llegó un momento en que no lo veía. Luego la película se hizo y está muy bien. Pero me ha pasado, no solo con esa, me ha pasado con algunas películas en las que he estado trabajando dos o tres años. Al principio si lo ves, pero cuando vas profundizando te entran las dudas. Como no tenga clarísimo las películas, no las hago, no puedo. Me parece una traición a mí mismo y a todos los demás.
Entonces dije que no lo hacía porque yo no acababa de verla y era mejor que lo hiciera otro. Y Enrique me dijo que el ya se había metido en harina, que tenía que hacer algo. Que borrara la huella de todo eso pero que siguiera con el proyecto. Una oportunidad que no te da nadie nunca en la vida. En aquella época estaba muy fascinado con autores que hablaban del azar y sobre el azar, y contacté con Lourdes Iglesias, la hermana de Alberto Iglesias, una guionista fantástica.
Estuvimos trabajando desde ese punto de vista, jugando con el azar, ya que nos permitían un trabajo de absoluta libertad. Es una película que me salió bastante irregular, producto del azar también, pero que para mí tiene las mejores secuencias que yo he hecho y que me han gustado. Está muy descompensada pero fue un ejercicio de libertad muy absoluto.
Como no tenga clarísimo las películas, no las hago, no puedo. Me parece una traición a mí mismo y a todos los demás”
Bwana (1996)
Bwana fue un encargo. A mi me han encargado y me han ofrecido muchas veces películas a las que he dicho que no. Es muy difícil que, de repente, te ofrezcan una película que sea lo que tú quieras hacer en ese momento. Una película te lleva dos o tres años de tu vida. Hay que medir bien, me tiene que gustar, me tiene que parecer interesante y mil cosas más.
Quien me lo ofreció fue Andrés Pajares. El proyecto era un guion basado en una obra de Ignacio del Moral, La mirada del hombre oscuro, sobre el tema de la inmigración. En aquel momento todavía no estaba de forma tan arrolladora como está ahora. Me llegó la oferta con él, Andrés, como protagonista, y con María Barranco, que era mi pareja en aquel momento, como coprotagonista. Fue un trabajo estupendo.
Plenilunio (2000)
Plenilunio me persiguió. Es una adaptación. Yo he hecho bastantes adaptaciones, pero Plenilunio es una novela que me persiguió porque empezó también con Enrique. Enrique Cerezo me ofreció en algún momento determinado hacer una posible adaptación moderna de El Cebo. Yo no lo veía y ahí quedó la cosa.
Al cabo de un tiempo, recuerdo que Diego Galán me llamó para preguntarme si iba a hacer El Cebo y comentarme que había una novela que se llamaba Plenilunio que también contaba la historia de un asesino que mata a una niña. Pero no llegué a leerla, no le hice caso.
Tiempo después, coincidí en una entrevista en la radio con Bernardo Atxaga Yo no conocía a Bernardo. A la salida cogimos un taxi juntos y nos fuimos. Él se bajó primero y se dejó el libro que estaba leyendo en el taxi, que no era otro que Plenilunio. Me llevé el libro, pero tampoco lo leí.
En última instancia, me llamó Fernando para ofrecerme el proyecto en aquella época. Y pensé: “me está persiguiendo”. Esta vez leí el libro y contacté con el autor, Antonio Muñoz Molina, que fue estupendo. Trabajé con Elvira Lindo, que conocía mucho la historia, era su compañera, y el libro estaba dedicado a ella. Fue una experiencia muy buena. Sobre todo, lo que a mí me gustaba de Plenilunio es que eran dos películas: era una historia de amor y una historia de terror. Saltar dentro de la misma película de un territorio a otro me pareció un reto muy atractivo.
Una película te lleva dos o tres años de tu vida. Hay que medir bien, me tiene que gustar, me tiene que parecer interesante y mil cosas más”
La muerte de Mikel (1983)
La muerte de Mikel fue un poco la consecuencia de las dos anteriores: El proceso de Burgos (1979) y La fuga de Segovia (1981). El proceso de Burgos es una película documental. La fuga de Segovia era una película de ficción, pero el guionista y productor era uno de los fugados y había que tener una base documental muy potente. Había que reproducir exactamente sus recuerdos y había algunos fugados que hacían sus propios papeles.
La siguiente fue La muerte de Mikel, mi primera película de ficción de verdad. También relacionada con el tema vasco. Y la verdad es que para mí fue un salto cualitativo en ese sentido. De todas las películas que yo he hecho es la que más éxito ha tenido. En su momento tuvo un éxito arrollador.
Tengo muy buen recuerdo de La muerte de Mikel. El trabajo de Imanol Arias fue estupendo. En aquella época, además, las promociones de las películas duraban un año. Estuve un año y medio recorriendo España con aquella película. Era muy gracioso porque en la película se habla del terrorismo y cuando llegábamos a los cines todo eran jovenzuelas de 14 o 15 años pendientes de Imanol. Y, nosotros, en algunos casos habíamos recibido amenazas e íbamos protegidos. Era un poco un disparate.
La carta esférica (2007)
La carta esférica es una película basada en un libro de Arturo Pérez Reverte. Yo ya había intentado hacer alguna historia con Arturo. Soy muy amigo de Arturo, nos vemos bastante a menudo. En un momento determinado, le pedí la posibilidad de hacerlo. Yo creo que todo el mundo tiene que tener una película con un barco. Hacer una película con un barco es un reto.
La novela es la bomba, es fantástica. Escribí yo el guión y Arturo me iba asesorado, corrigiendo diálogos y matizando cosas, fue de muchísima ayuda. Le cambié alguna cosa trascendental del final y le pareció estupendo, con lo cual la colaboración fue muy buena.
Fue un rodaje estupendo pero hubo un primer día de terror absoluto. El primer día de rodaje fue en el cabo de Palos, todo el equipo subido en un barco. El barco de la película tenía que ser un barco lo suficientemente grande para que cupiera el equipo y lo suficientemente pequeño para que lo pudiera manejar el piloto, que era uno de los personajes. Al final, encontramos un barco de esas características. Nos embarcamos todos un poco mar adentro, ya que no se podía ver la costa. Cuando empezamos y sacamos la cámara para rodar se veía a todo el mundo. El foquista estaba vomitando mientras hacía fotos y se marearon todos. Yo volví pensando que sería imposible de hacer.
Ese fue el primer día de rodaje. Cuando acabamos el rodaje, cruzando la bahía de Algeciras, íbamos todo el equipo en la borda una tarde de sol fantástica diciendo qué pena que hubiera acabado. Con lo cual se demuestra que la capacidad de adaptación de los equipos, de vídeo en este caso, es extraordinaria. Nos adaptamos y urdimos todo un plan para poder rodar en condiciones estupendas.
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