ESPECIAL FESTIVAL DE MÁLAGA
Miguel Rellán: "Código Emperador es una película soberbia"
Una de las principales figuras de la 25 edición del Festival de Málaga es Miguel Rellán. El actor nacido en Tetuán ha recibido el premio Biznaga 'Ciudad del Paraíso' en reconocimiento a toda una trayectoria. Además, participa en Código Emperador, la película de Jorge Coira que compite en la sección oficial del Festival.
Estás aquí en la 25ª edición del Festival de Cine de Málaga y por partida doble: por el estreno de la película Código Emperador y porque te dan la Biznaga ‘Ciudad del Paraíso’. Empezamos hablando de Código Emperador: thriller, espionaje, CNI… lo que se dice ‘las cloacas del Estado’, tan ligadas a la realidad. Cuéntanos un poco más de Código Emperador y de tu personaje, que es un alto cargo.
Eso de que estreno película… La estrenará Jorge Coira o mi amigo y admirado Luis Tosar, porque mi personaje es muy episódico, muy secundario. Eso sí, es fundamental dentro de la trama.
Es una película que pone los pelos de punta por dos razones: en primer lugar, porque está inspirada en hechos reales, y a pesar de que, como sabéis los periodistas, la realidad supera a la ficción -como me dicen algunos políticos que conozco y algunos algunos periodistas supuestamente informados-, los ciudadanos solamente tenemos la aspiración de poder saber algo de la punta del iceberg. Si supiéramos la verdad, lo que está dentro… nos haríamos el harakiri, seguramente.
Mi personaje es muy episódico, muy secundario. Eso sí, es fundamental dentro de la trama”
Por otro lado, constatar que es una película soberbia, con una factura maravillosa por Jorge, que rueda maravillosamente bien, y con una producción fantástica.
Lamentablemente, una de las labores que tiene el arte en general, el cine, el teatro… es ¿por qué necesitamos que nos cuenten historias? Desde siempre, el niño dice: “abuelito, cuéntame una historia”. Hay películas, novelas, cuentos, series…. ¿Por qué? En primer lugar, para entretenernos, para divertirnos. Hay gente que lleva una vida oscura y necesita, de vez en cuando, ver una película de teléfonos blancos y ver que la vida es azul y maravillosa.
Por otra parte, y si me dejáis ponerme estúpido y pedante, es para intentar comprender al ser humano e intentar comprender qué nos pasa, cuál es la relación con los otros. Entender el mundo. No lo vamos a conseguir, a pesar de que es igual: no me digáis que lo que está ocurriendo ahora en Ucrania con Putin -que por cierto, es un malo de película de serie B por el aspecto- es lo de la guerra de Troya. ¡Si no hemos cambiado nada!
Homero lo contó todo, y Shakespeare lo remató. Es lo mismo en la guerra de Troya: antes era con un puñal y con una lanza, y ahora es con misiles, con guerras químicas, con drones. Pero es igual, somos los mismos imbéciles de siempre, criminales y estúpidos.
Jorge Coira rueda maravillosamente bien, y la producción de la película es fantástica”
Y todo este rollo viene a propósito de que me preguntas por mi personaje. Hay gente que dice “es un malvado. Miguel, te he visto haciendo de malvado”. Vamos a ver. En primer lugar, los malvados, en la vida real, no tienen cara de malo. Eso es lo malo, porque nos la dan con queso. Es muy frecuente que pregunten a una vecina y esta diga: “ah, aquel muchacho del 4º, que ha matado a no sé quién, y ha atracado a…¡si era un chico estupendo y me ayudaba con la bolsa de la basura!”
Es que los asesinos no tienen cara. Tenían cara de malos antes, en el cine de antes: Henry Silva, Jack Palance…porque el malo tenía que tener esa cara. Pero no son malvados porque quieran hacer el mal. Le pongo el ejemplo de Galán (mi personaje), que puede ser un Villarejo en ese sentido.
Las empresas multinacionales, como sabemos, tienen una previsión para el curso siguiente de ganancias de 2000 millones de euros. Si, por la razón que sea, solamente ganan 1800, dicen: “señores, nos tenemos que llevar la empresa de España. Ahora la llevamos a Bangladesh”. Oiga, ¿dejan ustedes a 900 personas en el paro?
Son daños colaterales: “nuestra obligación es cumplir con los objetivos de la cuenta de resultados”. No quieren hacer el mal, tienen que dar bien. Y a Galán le pasa lo mismo cuando le dice a Luis Tosar: “¿Conoces otro procedimiento para conseguir lo que queremos? No, ¿verdad? Pues tú mismo…¿me explico?
Sí.
Ya está. Pues muchas gracias, adiós (ríe).
Los malvados, en la vida real, no tienen cara de malo”
Precisamente, Código Emperador es una película que trata un tema muy delicado, y es una película necesaria. En tu caso, cuando te llega el proyecto y lo comprometida que está la película en contar algo que pasa en el día a día ¿le das mucho peso a que la historia sea así, comprometida?
Naturalmente. Yo empecé en el pleistoceno a hacer teatro para cambiar el mundo. Así como suena. Era la época de la dictadura, y el teatro era un arma política, porque lógicamente no hacíamos Alfonso Paso. Hacíamos a Bertolt Brecht, a Valle-Inclán, a esos autores. Ya era un acto político y significaba que tenías a los grises en la puerta.
A estas alturas, yo sé que el teatro y el cine no cambian el mundo: cambian las personas. Eso sí, a mí me ha cambiado. ¿Y en qué? Yo tengo que llenar la nevera, y entonces hacía mucho teatro independiente; ya que tengo el uso de la palabra, la utilizo.
Cuando yo me vine a Madrid, de Sevilla, de hacer teatro independiente, harto de pasarlo mal (aun pasándolo muy bien), venía de llevar la furgoneta, de cargar, de cargar clavos, de montar decorados… De no ganar un duro me vine a Madrid dispuesto a ser actor profesional, a ganarme la vida con esto. Y, por supuesto, llegué dispuesto a hacer teatro con Adolfo Marsillach y Nuria Espert para arriba; y cine con Carlos Saura y Manuel Gutiérrez Aragón.
Pasé más hambre… hasta que me di cuenta que mis mayores, léase Fernando Fernán Gómez o Alfredo Landa, hacían de todo. Fernando Fernán Gómez, uno de mis maestros, decía “Miguelito, el peor trabajo es el que no se hace”. He seguido una norma con la que creo que he hecho películas malas.
Seguramente algunas reaccionarias en la época del destape. Yo hago de fascista en una película revolucionaria, pero no de revolucionario en una película fascista. Y en teatro lo llevo a rajatabla. En cine no tanto, porque el cine no siempre es comprometido. Pero en cuanto tengo la oportunidad de meterme en un proyecto que merezca la pena, vamos, hasta de figurante.
En cuanto tengo la oportunidad de meterme en un proyecto que merezca la pena…vamos, hasta de figurante”
Precisamente por esa trayectoria del Festival de Málaga, que es el festival por excelencia del cine español, te reconocen y te entregan esa Biznaga ‘Ciudad del paraíso’. ¿Cómo recibiste la noticia, qué sentimientos experimentaste?
De entrada, con asombro. Porque yo no soy muy consciente del paso del tiempo, no tengo ni hijos. Hay gente que tiene un barómetro al lado en el que va viendo cómo crece su hija y cómo se casa. Pero yo no, y entonces estoy entretenido trabajando.
Por ello que me pregunto: “¿Pero por qué me dais un premio a toda una trayectoria? ¡Si estoy empezando!”. ¿Empezando? “¡Traed el curriculum de Miguel!”. Se me cae a la cabeza y me abro una brecha. ¿Pero cuándo me he convertido en un veterano?
El tiempo pasa muy rápido. Yo noto que hago cortos y me dice el director: “están los chicos temblando”. ¿Y por qué? “Porque viene Rellán”. ¿Y qué? “Es que ellos han crecido con Amanece, que no es poco, con El bosque animado y con El crack. Y dicen unas cosas…¡eres un referente!”.¿Yo? Yo no soy consciente de eso.
Como es lógico, es un honor recibir este premio. Y con emoción. Bueno, si piensan que me lo merezco…(ríe).
¿Tiendes a mirar tus trabajos anteriores y ver todo lo que has hecho?
No, no soy nostálgico. Hombre, somos la memoria, y lo que hemos hecho. Yo soy eso. Pero no me recreo viendo lo que he hecho. En absoluto. Me lo recuerdan los demás. Yo miro para adelante, que es para donde hay que mirar.
Es un honor recibir este premio Biznaga ‘Ciudad del Paraíso'”
Pues te vamos a pedir un pequeño ejercicio de nostalgia. Nosotros somos FlixOlé y tenemos buena parte del cine español: desde películas de la Guerra Civil hasta ahora. Y tenemos varias películas tuyas. Si te parece bien, te voy a pasar un listado de películas tuyas y, si quieres, les echas un vistazo y me dices si hay alguna que te sugiera algo o que te apetezca comentar…
¿Me las puedes decir tú en lugar de verlas yo?
Sí. Aquí tenemos El crack, que es uno de tus personajes míticos; tenemos Cara de acelga; tenemos Tata mía…
Es que yo tengo mucha suerte. Lo primero que hay que tener en esta vida es suerte. Hay buena suerte y mala suerte. Y gente con mala suerte. Una amiga mía, maravillosa jinete, hace unos años, después de 80.000 caídas, se cayó y se quedó en una silla de ruedas. Mala suerte, ¿verdad? A mí no me toca la primitiva, pero tampoco me pilla un tren. Yo tengo suerte.
Por ejemplo: El crack. Fue la oportunidad que me dio Garci después de hacer un papelito en Solos en la madrugada. Papelito “de chamba”, de casualidad, porque faltaba uno y decían: “no hay nada, no hay nada”. Yo fui a pedir trabajo y, cuando iba a cerrar la puerta, me dijeron: “oye, perdona, ¿tú sabes conducir?” Y dije que sí. “Claro, porque hay un papel muy chiquitito que se ha caído al final…”.
E hice aquel papel como si hubiera hecho Yago. Después me dijeron que en la moviola decían “oye, el imbécil este del pelo largo lo hace bien. ¿Cómo se llama?” Rellán. Y me llamó para El crack. Y ahí, ¡pum! Cambió mi vida laboral.
Cara de acelga con mi amigo, el maestro Pepe Sacristán, con uno de los planos secuencia más bonitos que he hecho en mi vida, mano a mano con Pepe. Fantástico, cuando entonces el steadycam y los planos secuencia, aparte de Berlanga, eran rarísimos. ¿Qué más me has dicho?
Tata mía…
¡Tata mía! Con José Luis Borau. Y bueno, ahí un Goya. Estábamos sentados Antonio Banderas, Agustín González y yo. Y Antonio y yo felicitábamos al maestro Agustín: “¿preparado para salir a por el Goya?”. Y él: “Bueno, bueno (lo imita y carraspea)”. Cuando Irene Gutiérrez Caba dijo: “el ganador es Miguel Rellán”, ya me quedé de pasta de boniato. “¿Qué? ¿Cómo?”. Bueno… ¿Qué más?
El perro del hortelano, El Crack dos, Ovejas negras, El maestro de esgrima…
¡El maestro de esgrima! ¿Habéis visto Carne Cruda, el programa?
Sí, lo hemos visto.
Es que yo, después de haber hecho Calderón de la Barca, Lope de Vega y Shakespeare y todo eso, voy a pasar a la historia por dos frases.
Una de Amanece, que no es poco, improvisada por José Luis Cuerda. Estábamos “los borrachos” y allí me miraba, con el sombrero de dirigir. Decía: “este es el sombrero de dirigir”. Y decía: “¡Traed la cámara a la altura de Miguel! Que te vas a volver y vas a decir: pues yo creo que me voy a sacar la chorra”. Y yo: ¿pero qué dices? (ríe). “¡Acción! ¡Dilo!” Y lo dije y pensé: bueno, es una tontería que después…¡y cuando voy al estreno lo veo allí! Y se ha hecho, como se dice ahora, viral.
Hace unos años, un amigo mío me mandó de Barcelona un artículo de un catedrático de la Pompeu Fabra sobre macroeconomía europea. A mí me interesa casi todo, pero la verdad es que la macroeconomía europea me queda un poco lejos. ¿Este tipo porque me manda a mí esto? Me leo por encima aquello, un rollo de no sé qué… hasta que llego al párrafo final, y dice textualmente: “En resumidas cuentas, yo creo que voy a hacer como Rellán en Amanece, que no es poco y me voy a sacar la chorra”. Firmado: Baldomero, catedrático de no sé qué.
La frase de ‘pues yo creo que me voy a sacar la chorra’ se ha hecho, como se dice ahora, viral”
Esa es una, y la otra es la de “¡Guillotina, guillotina, guillotina, guillotina!”.
Arturo Pérez Reverte, que somos amigos, me dice: “cada vez que lo pongo en Twitter es que”… Y es la carátula del programa Carne cruda. Arturo Pérez Reverte dice, no sin cierta razón, que en la historia de España lo que falta es que no hemos hecho la revolución. La guillotina en la Puerta del Sol, como quería Valle-Inclán. A estas alturas ya sabemos que es una burrada. Pero entonces, si hubiéramos cortado cabezas, la historia de España hubiera sido distinta. Pero echamos a los judíos, echamos a los franceses… y eso es otro capítulo. Es otra historia que tenemos.
También tenemos otras películas en las que apareces, como El hombre de moda, Jarrapellejos, Le llamaban J.R, El viaje a ninguna parte…
Fíjate, ¡Le llamaban J.R! Y J.R. Contraataca. Es que tengo una biografía también…Tengo una película que se llama, atención, La masajista vocacional. ¡Qué cosas había que hacer!