Belle de jour, el triunfo del Buñuel más perverso y sensual
Como si se tratara de un cuento, todo comenzó con una aristócrata italiana. Es bien conocido que Luis Buñuel no era precisamente el mayor fanático de la burguesía a la que ridiculizó en numerosas ocasiones en algunos de sus títulos más celebrados. Los orígenes de Belle de jour, la película más taquillera del cineasta turolense hay que encontrarlos en Marina Cicogna, hija de un banquero y, ante todo, nieta de Giuseppe Volpi, fundador del Festival de Cine de Venecia.
Criada entre élites europeas y cineastas que se aposentaban en su domicilio cuando visitaban el certamen, la joven Marina marchó a estudiar cine a Hollywood. Allí entró en contacto con la hija de Jack Warner, uno de los legendarios fundadores del estudio. La vida de Cicogna está llena de providencias y de casualidades que la llevaron a convertirse en una famosa productora de cine. Uno de esos azares de la vida fue llegar a una novela polémica y de cierto éxito llamada Belle de jour. Centrada en la doble vida de una mujer de la burguesía que ejercía de manera secreta la profesión más antigua del mundo fue escrita por Joseph Kessel, un antiguo aviador y corresponsal gráfico de la Guerra Civil Española.
Poco menos que un folletín, fue un pequeño éxito entre las clases más acomodadas de la sociedad. Una suerte de 50 sombras de Grey para finales de los años 20.
Rechazada por todos
La adaptación a la gran pantalla no fue un camino sencillo. Sólo Marina Cicogna creía realmente en el éxito de la futura película. Persiguió día y noche a los grandes empresarios cinematográficos para que se interesaran por la historia. Fueron finalmente dos hermanos egipcios, Robert y Raymond Hakim, los que adquirieron los derechos para llevarla al cine. De amplia experiencia en el mundo de la producción, habían trabajado con cineastas como Jean Renoir, Marcel Carné o Claude Chabrol. Aun así el camino para poder filmar la película seguía sin ser nada sencillo. Los productores acercaron el material al prestigioso Louis Malle, quien rápidamente declinó la oferta por parecerle “una película muy barata sobre putas”.
Nuevamente el azar entraría a jugar en la vida del proyecto. Aunque Malle no estuviera interesado, sí que lo estaba Jean-Claude Carriére, el guionista de su último proyecto y que ya había colaborado previamente con Luis Buñuel en La vía láctea. Contactó con el hijo del turolense y le acercó el proyecto a su padre. Todo el mundo actúo sorprendido con que Buñuel aceptara el encargo. Sin embargo, el genio de Calanda había encontrado algo que nadie había conseguido ver en la novela.
No es que la opinión del cineasta fuese muy distinta a la del resto de realizadores que se había acercado a la novela. La consideraba un folletín de baja estofa pero prefería trabajar con novelas malas y llevarlas a un plano personal; o en este caso, explotar el lado oscuro del subconsciente de la protagonista principal. El realizador que se dice perdió la virginidad en un burdel de Zaragoza, vio una oportunidad de oro para explorar aquello que nadie se atrevía a decir sobre los secretos de la sexualidad humana.
Fría y extraña
Tampoco fue nada sencillo el rodaje. Los hermanos Hakim eligieron a Catherine Deneuve como protagonista principal. Deneuve venía de protagonizar Repulsión de Roman Polanski y algunas de las películas más famosas de Jacques Demy, un cineasta que estaba en las antípodas de lo que quería plasmar Buñuel. La imagen de Deneuve en la sociedad francesa era luminosa y muy alejada de la supuesta sordidez que exigía el rol protagónico en Belle de jour. Tampoco es que a Buñuel le apeteciera mucho trabajar con una estrella. A regañadientes, el aragonés se citó con la francesa y, tras su encuentro, la catalogó perfecta para el papel puesto que era “bella, reservada y extraña”… Características esenciales que se necesitaban para la protagonista.
El casting francés se completó con Jean Sorel, un galán autóctono de poca índole, Geneviéve Page como la dueña del burdel y Pierre Clementi. Buñuel incorporó a Paco Rabal y Michel Piccoli, dos de sus colaboradores habituales en los papeles más oscuros de toda la película. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
El rodaje se planificó para que durase aproximadamente 12 semanas. Sin embargo, Buñuel se empeñó en acortarlo a ocho porque “estaba cansado de decirle tonterías a los actores”. No ayudó tampoco que fuera una filmación especialmente complicada para su protagonista. Catherine Deneuve tuvo que lidiar con un gran número de tomas donde debía aparecer desnuda y se negaba a que se le vieran los pechos en pantalla. Hubo que recurrir a numerosos trucajes textiles y de cámara para evitar este hecho.
El papel también requería representar diferentes vejaciones como una violación o una humillación con excrementos de vaca. Ello pasó factura al ánimo de la intérprete. Buñuel, no muy amigo de los actores y de darles indicaciones, desesperó a los actores hasta el punto de que varios se plantearon abandonar el rodaje. En el caso de Deneuve, aunque el cineasta estaba contentísimo con su actuación y colaboraría con ella en su siguiente proyecto, Tristana, tuvo que buscarse un apoyo externo, el de su hermana, también actriz, Françoise Dorléac para no marcharse del rodaje ante la indiferencia del director.
Mejor recuerdo del rodaje o de la preparación de la película guarda el guionista Claudio Carriére. Éste contó en sus memorias españolas cómo él y Paco Rabal visitaron numerosos burdeles madrileños para meterse dentro de las costumbres del universo que querían recrear. Buñuel, ausente de estas excursiones, les preguntaba después todo tipo de detalles para poder plasmarlos. De esta práctica nacieron varios rituales que vemos en la pantalla.
Un éxito polémico
Nuevamente el destino volvió a cruzarse con Belle du jour. A pesar de ser rechazada en el Festival de Cannes, participó en el Festival de Venecia. Ganó el León de Oro tal y como había predecido María Cicogna, coproductora espiritual de la película. No sin polémica. Buñuel levantó el máximo galardón después de que, según los rumores, Carlos Fuentes y Juan Goytisolo, miembros del jurado, convencieran a otro compañero ruso, para más indicaciones, que La Chinoise de Godard era una película de carácter pro-maoísta y sufriría la represión de su Gobierno cuando le otorgara un premio. Así, entre cuchicheos, se escribió la historia del único cineasta español, por más que fuera una producción francesa, que ha recogido la máxima estatuilla en el festival.
Belle du jour no sólo supuso el mayor éxito de público en la carrera de Luis Buñuel, sino que relanzó su carrera de manera internacional. Y le permitió trabajar durante muchos más años. Buñuel, con su habitual humor aragonés, achacó el éxito de la película a “las putas” que aparecían en ella y al morbo de los espectadores. Pero la realidad es que es un resumen perfecto de su cine.
Los aspectos más oscuros y sombríos del ser humano casaban con su crítica a la doble moral occidental. Ello combinaba a la perfección con los toques de surrealismo de algunos de los clientes que visitaban el lupanar. El cineasta supo jugar con el morbo del espectador e introducirlo en un peligroso laberinto psicológico que comprometía la moral católica con la que habían entrado a las salas de cine.
Catherine Deneuve se convirtió por derecho propio en la gran estrella francesa de su tiempo. Un jovencísimo por aquel entonces diseñador llamado Yves Saint Laurent se convirtió en un icono de la moda al crear el vestuario de la película. La firma acaba de debutar como productora de cine con el cortometraje de Pedro Almodóvar, Extraña forma de vida, devolviendo al medio buena parte del prestigio económico y cultural que consiguió gracias al filme de Buñuel. Una película que cambió el destino de todos los implicados en ella y que hoy en día está considerada como uno de los mejores largometrajes de la historia.
Provocativamente imaginativo, genialmente surrealista. Disfruta del gran maestro del cine español #LuisBuñuel