Javier Espada: “Buñuel es un poeta de la imagen”

Después de repasar las películas más icónicas, si hay alguna que no lo sea, de Luis Buñuel, nos entrevistamos con uno de los grandes expertos en la filmografía y figura del maestro de Calanda: Javier Espada. Director de varios documentales sobre el genio de lo onírico, como Buñuel, un cineasta surrealista, nos aproxima a la vida y obra del máximo exponente del cine español en el mundo entero.
Has dedicado buena parte de tu carrera a investigar la figura de Luis Buñuel, y ello se ha traducido en varios documentales como Buñuel, un cineasta surrealista. ¿Qué es lo que te ha atraído de la figura de tu paisano Calandrino para haberle dedicado ese tiempo y dedicación?
Al final es un cúmulo de coincidencias, y la primera es esa: el haber nacido en el pueblo de Buñuel e interesarme enormemente por su cine. También llegué a diseñar un museo que dirigí durante 16 años, el Centro Buñuel de Calanda; le di un aire muy especial, algo muy alejado de lo que es un un museo al uso y que está abierto en Calanda.
También invité a Jean Claude Carrière a impartir una masterclass de escritura de guión, precisamente en nuestro Centro. Y él me contestó diciendo que le invitaban a dar masterclass de guion en Nueva York, en Japón, en montones de sitios, pero él las rechazaba; sin embargo me dijo que a Calanda no podía decir que no.
Carrière rechazaba todo tipo de masterclass, pero a Calanda no le podía decir que no” (Javier Espada).
Él hizo un recorrido por el museo y, cuando salió, me llevó a un rincón y me dijo: “a Buñuel no le gustaban los museos. El último guión que estábamos escribiendo se llamaba ‘Agon: una ceremonia suntuosa’, y es sobre un grupo de terroristas buñuelianos que quieren volar el Museo del Louvre en París”. Y yo ya me temía lo peor…pero me dijo: “pero este museo a Buñuel le hubiera gustado: es irreverente, es divertido ”. Y yo comencé a levitar y, entonces, entendí a los místicos (ríe).
Y al final, Carrière añadió: “Mira, yo estoy muy emocionado con lo que has hecho y quiero colaborar contigo, y te ofrezco ir a todos los sitios en los que he estado con Buñuel, con una cámara, y contar mis recuerdos”. Imagínate lo que fue para mí; aquella noche no dormí, evidentemente.

Y de ahí surgió precisamente El último guion, la primera película que realicé con un amigo, con Gaizka Urresti, porque yo nunca me había puesto detrás de una cámara. Y por eso pensé que lo tenía que hacer con alguien más, porque no me sentía capacitado y la verdad es que fue un aprendizaje práctico.
Un viaje con Jean Claude Carrière y Juan Luis Buñuel, siguiendo las huellas de don Luis, fue apasionante. Y ahí empezamos a filmar y ya nos contactó el director de la Berlinale porque iban a hacer un homenaje a Buñuel; quería proyectar este documental que todavía no existía. Evidentemente no por mí, que no tenía ningún crédito como como director ni como documentalista. Pero claro, estando Jean Claude Carriere y Juan Luis Buñuel, ya se imaginaba que mal no iba a estar. Y así es como comencé.
El viaje con Jean Claude Carrière y Juan Luis Buñuel, siguiendo las huellas de Don Luis, fue apasionante”
El cine de Buñuel es de talla mundial y sus películas se estudian en facultades y escuelas. Pero siempre hay algo nuevo que descubrir sobre Buñuel. ¿Qué es lo que más te ha sorprendido a la hora de adentrarte en esta figura?
Me ha sorprendido, primero, la amistad que ha tenido con gente que estuvo a su lado, con amigos suyos, sus familiares, sus hijos, por ejemplo, con Juan Luis Buñuel, que ya no está entre nosotros. Pero con Rafael Buñuel sigo teniendo una muy buena amistad y también con actores y actrices que colaboraron con él.
La verdad es que fue muy amigo de Paco Rabal y Asunción Balaguer, por decir algunos. Y también con Silvia Pinal en México, etcétera Pero lo que más me ha sorprendido es seguir encontrando materiales inéditos, cosas que parece que ya no puedas encontrar nada más, que está todo dicho y hecho de una figura como Buñuel. Y, de repente, investigando en la filmoteca española aparecen en una caja de zapatos las fotografías que había tomado el propio Buñuel para buscar los exteriores de sus películas en México.
También con mi último documental, Buñuel, un cineasta surrealista, localicé los descartes de La Edad de Oro, un material que no se había visto.
El legado de Luis Buñuel
En muchos ámbitos se ha hablado que Buñuel es el cineasta español más importante de todos los tiempos. Para ti, ¿cuál es la aportación del aragonés al séptimo arte?
Siempre es muy difícil contestar estas preguntas porque son muchos elementos. Yo creo que Buñuel sigue siendo muy válido para cualquiera que quiera dedicarse al cine. Buñuel, desde siempre, ha sido un director de directores, desde los grandes directores de Hollywood que tenían en sus mansiones un cine dentro de su casa y allí proyectaban todas sus películas.
Y cualquiera que quiera dedicarse al cine tiene que conocer a Buñuel, tiene que conocer su obra porque es inevitable, sigue siendo un maestro. Sus películas tienen una precisión increíble. Películas como Viridiana, por decir alguna, son como un mecanismo de relojería por lo bien que funcionan. Que además, Viridiana es como dos películas pegadas, ¿no? Empieza una, termina y se cierra. Y luego viene otra película más con la que te quedas sorprendido y sigue inspirando.
O también, pensar que una película como Los Olvidados la filmó en 21 días… Una cinta que es Patrimonio de la Humanidad y que es la primera película que va más allá del neorrealismo; realmente es una película de denuncia social, cuando todavía no se había utilizado el cine para esto.
Y entonces te das cuenta de lo grande que es su cine, y que una película como esta sea incluida por la UNESCO dentro de su programa de la memoria del mundo significa que sigue siendo vigente, sigue estando viva años después de filmarla. Una película filmada en 1950, nada menos.
Los olvidados es una película de denuncia social cuando el cine todavía no se había utilizado para eso”.
También, a nivel personal hay algo que valoro mucho, y es que Buñuel te enseña que tienes que ser tú mismo. No vale imitar a Buñuel, eso no sirve. Buñuel te exige que seas tú mismo, que seas tú el que haga el cine que quieres contar. Porque el cine hay que hacerlo con la cabeza, pero también con el corazón, incluso con las tripas.

El sello de Buñuel
¿Y cómo era ese proceso de creación de Buñuel?
Buñuel, era, para empezar, un gran lector. Tenía una cultura enorme. Y ese bagaje cultural, ese interés por la literatura está muy presente en su cine. Su cine es de acción, no es un cine literario en la mala expresión del término, ni mucho menos es un cine lleno de referencias, pero sí que es muy rico visualmente.
Entonces, Buñuel abstrae esos elementos para crear su película. Por ejemplo, hace un momento hablaba de Los olvidados, Es un guion original, pero para crearlo él recorre los barrios pobres de la Ciudad de México, se va al Tribunal de Menores para que le cuenten casos reales. Pero también está ahí la novela picaresca española, por ejemplo, y otros elementos que él introduce dentro del guion de la película y dentro de la idea, y luego se convierte en esa película maravillosa.
El cine de Buñuel es muy rico visualmente”.
Pero incluso para que el rodaje fluya, él hace previamente ese scouting y sabe muy bien dónde tiene que colocar la cámara a la hora de filmar en las distintas localizaciones de la película. Películas como esta tienen mucho riesgo porque Los Olvidados fue muy criticada en México, e incluso quisieron echar a Buñuel del país. Entonces él se la juega también cuando hace esas películas, y las hace desde su sentimiento. Él de esto nunca quería hablar, pero era una persona muy sensible.

Buñuel era sensible, pero también hacía un cine muy provocativo. ¿Dirías que su obra es provocativa?
A Buñuel le encantaba provocar. Era algo que venía de su paso por las tumultuosas aguas del surrealismo. A los surrealistas les encantaba provocar escándalos. Y Buñuel también lo hacía con su cine: intentar llamar la atención e intentar crear historias que, de entrada, chocan. Viridiana, por ejemplo: la historia de una novicia que no termina de meterse a monja. Y dices: ¿esto a quién le va a interesar? Y, sin embargo, crea una obra que obtiene la Palma de Oro en el Festival de Cannes y que de momento es la única Palma de Oro de un largometraje en español.
A Buñuel, y a los surrealistas, les encantaba provocar escándalos”.
Otro ejemplo: un grupo de burgueses que se quedan atrapados en una casa y no pueden salir de ella, como es el caso de El ángel exterminador. O una película que quedó inacabada y con todo eso ganó en Venecia, que es Simón del desierto, la última película con la que cierra la etapa mexicana.
El genio en Hollywood
La muerte, la religión o la sexualidad son algunos de los temas que predominan en su cine. Muchos de estos son obsesiones que vienen de incluso de su infancia. ¿De dónde venían todas estas obsesiones?
A Buñuel le encantaba el escándalo. Seguía con esa idea, ya desde su época en la residencia con García Lorca y Dalí, y luego en su etapa con los surrealistas en Francia, de la provocación. Hay que recordar que la primera imagen del cine de Buñuel es una navaja de afeitar cortando un ojo. O sea, que no se andaba por las ramas, ni mucho menos. Pero es que esa imagen forma parte de la historia del cine.
¿De dónde viene su inspiración? Evidentemente, una buena parte viene de la infancia. En el documental Buñuel, un cineasta surrealista hablo de dos grandes influencias: su padre, quien era una persona que tenía muchos conocimientos (de los que no sabíamos nada) y que, desde luego, influyeron en su hijo.
Pero también están todas las lecturas que hace y todo eso le da un bagaje muy, muy importante. Y luego hay un elemento que no se tiene muy en cuenta, y es que Buñuel, después de de hacer Un perro andaluz, sorprende tanto en Hollywood que lo invitan a ir a unos estudios para ver cómo trabajan allí.
Y Buñuel allí aprende perfectamente cómo funciona la industria del cine, y eso le va a servir después para crear en España una productora de cine popular, cine comercial con notable éxito; un proyecto que se acaba, truncado por la Guerra Civil.
Es en Hollywood donde Buñuel aprende cómo funciona la industria del cine”.
Pero luego, con esos conocimientos, cuando llegue a México va a saber perfectamente cómo integrarse en la industria del cine mexicano, porque él conoce todas las labores del cine y eso le va a permitir, por una parte, concederse algunas libertades que no tendrían otros directores, porque luego lo sabe contar. Quiero decir que no solamente hay que tener estas ideas, sino al mismo tiempo hay que saber contarlas.
Hablando de Hollywood, cuando Buñuel recogió el Oscar por El discreto encanto de la burguesía, parece que hubo una especie de reconciliación con esa comida que le hizo George Cukor. ¿Le quedó a Buñuel esa espina clavada por no haber triunfado allí?
Buñuel nunca pudo trabajar en Hollywood. Lo intentó y sacó adelante varios proyectos, pero nunca interesó. Yo creo que también les daba miedo porque era un español que tenía fama de surrealista, y cuando veían imágenes de Un perro andaluz o de La Edad de Oro era el escándalo.
Además, los surrealistas estaban vendiendo La Edad de Oro como una película que iba en contra de la patria, de Dios, de la familia… Eso en Estados Unidos era terrible, porque era peor que ser comunista incluso. Podríamos decir que Buñuel fue una víctima adelantada a la posterior caza de brujas de McArthur.
Y es cierto que hay una especie de reconciliación por parte de Hollywood con Buñuel con el Oscar a a El discreto encanto de la burguesía. Pero, sobre todo, con esa comida sorpresa de George Cukor en su mansión de Hollywood, en la que se van a reunir todos los grandes directores incluidos Hitchcock, John Ford, etcétera.
Los inicios de Buñuel
Nos gustaría entrar en las distintas etapas de su filmografía y hablar sobre algunas de sus películas. ¿Cómo definirías su primera etapa, sus primeras películas?
Es una etapa de experimentación, de creación, de ruptura. Piensa que el cine acababa de nacer como medio. Como quien dice, no era nada. De hecho, La Edad de Oro es una de las primeras películas sonoras de la historia del cine. En la película aparece incluso un cartel indicando que es una película sonora y parlante porque era muy extraño que pudieran hablar dentro de una película.
La Edad de Oro, de Buñuel, es una de las primeras películas sonoras de la historia del cine”.
Un perro andaluz es un cortometraje experimental, poético pero de una poética feroz y hecho directamente, yo pienso, para provocar a los surrealistas y para que los surrealistas lo vieran y lo reconocieran como algo suyo. Porque cuando Buñuel se junta con Dalí y de ahí sale Un perro andaluz, ellos no eran surrealistas. El surrealismo era un movimiento liderado por André Breton y no era nada fácil entrar en este movimiento.
Pero cuando se estrena la película en París y acuden al estreno todos los surrealistas, acaban reconociéndolo como uno de los suyos. Por su parte, Las Hurdes es un documental, pero tiene mucho de surrealista también. El surrealismo, digamos que es innato en Buñuel. Nace siendo surrealista. Si André Breton no funda el movimiento surrealista, hubiera dado igual, lo habría creado Buñuel con otro nombre.

Entraríamos ahora de lleno en la etapa mexicana, donde grandes clásicos como El ángel exterminador o Simón del desierto. Entremedias, volvería a España para rodar Viridiana, donde se toparía con El Vaticano. De esta etapa de su carrera, ¿Qué podrías destacar de sus trabajos?
A mí me sorprendió mucho cuando descubrí las fotos que había tomado Buñuel en México, buscando las localizaciones de los exteriores de sus películas, que la película que más fotografías tiene es precisamente Nazarín. Nazarín es como una especie de road movie en la que el cura interpretado por Paco Rabal, va recorriendo una serie de pueblecitos pequeños. Yo noté cuando recorrí esos mismos sitios, cuando me fui con el álbum de fotos, que ahí estaba la nostalgia de Buñuel.
En Nazarín está la nostalgia de Luis Buñuel”.
De alguna forma se había encontrado con su Calanda perdida, con sus recuerdos de infancia en esos pueblos, unos pueblos pequeños con calles de tierra, igual que era el Aragón profundo de su infancia. Para mí Nazarín es una película a la que le tengo mucho cariño. El propio Buñuel, con mucho sentido del humor decía que había puesto muchas cosas suyas en este personaje, celoso y paranoico. Se reconocía en ese papel. Luego obviamente está Los olvidados que es una película inmensa o Susana que me gusta mucho.
Es un cine muy fresco por un lado, muy profundo por otro. Tiene películas como Viridiana, ese intento de volver a España que sale mal porque sigue estando Franco, continúa la censura y la película, claro, es atacada a unos niveles increíbles. Bueno, de hecho le quitan el permiso de rodaje cuando ya había ganado la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Y como si no existiera. Algo terrible.
Y hay películas como El Ángel exterminador o Simón del Desierto, con las que se cierra la etapa mexicana. Me parecen unas películas inmensas en muchos sentidos. La libertad con la que trabaja Buñuel para hacer una película de un anacoreta subido a una columna y que eso funcione como película y nos interese es muy sorprendente y a la vez estimulante.
La etapa francesa de Buñuel
Después vendría la última, la etapa francesa, donde contó con mayores recursos para expresar su creatividad. Diario de una camarera, Belle de jour, La Vía Láctea, Tristana, El discreto encanto de la burguesía y llegaríamos a la última película de su carrera que sería Ese oscuro objeto del deseo.
En esta etapa hace películas como Belle de jour y al final no sabes si toda la película es un sueño o hay partes que son sueño y partes que no lo son. Juega con el espectador y sigue inventando.
Tristana es una vuelta a España, pero ya es tarde. Buñuel ya tiene 70 años y no se va a mover de México como yo creo que sí lo hubiese hecho si le hubiesen ofrecido proyectos una década anterior. La censura de Franco no lo permitió.
Con eso y con todo se permite el lujo de rodar grandes películas como El discreto encanto de la burguesía, que le vale un Oscar y el reconocimiento de todo Hollywood, o La Vía Láctea, que es un paseo por todas las herejías posibles en forma de un viaje iniciático y al mismo tiempo un recorrido por el Camino de Santiago.
Es la magia del cine de Buñuel, que su imaginario está tan medido y calculado dentro del guion que siempre acaba por funcionar.
¿Qué les dirías a las nuevas generaciones para que se acercaran a la figura de Buñuel?
Yo siempre les digo que no se pierdan a Buñuel porque es un poeta de la imagen. Es algo más que un simple director de cine. Y Buñuel les puede aportar muchísimo porque la visión de Buñuel, su visión del mundo, sigue siendo valiosa y válida. Sigue siendo una mirada crítica y todo eso es algo que uno no se debería de perder. Como no se debe perder la buena música o un buen libro. Buñuel es cine, pero también es literatura. Es un universo visual y son muchas cosas las que están ahí, que siguen siendo inspiradoras, siguen siendo reveladoras para cualquiera que le interese el cine, la fotografía, la poesía, la literatura… Va a encontrar historias llenas de vida, llenas de sueños también.
La visión del mundo que tenía Buñuel sigue siendo valiosa y válida”.
Y hay algo muy importante que nos enseña Buñuel y es que no sólo lo real está formado por lo objetivo. Los sueños, los deseos, las frustraciones, el mundo inconsciente… Todo eso forma también parte de lo real y puede formar parte de un relato. Y si no forma parte de ese relato, va a estar más incompleto.
En cambio, si seguimos la línea de Buñuel y ponemos nuestra pasión, nuestra inteligencia, nuestro corazón, nuestras tripas, nuestras frustraciones y nuestros errores, pues con todo eso vamos a hacer algo muy personal y que va a llevar nuestro sello. Y yo creo que eso es una gran lección también. Buñuel lo resumió diciendo: “mis dudas forman parte de mí tanto como mis certidumbres”. Buñuel lo asume todo. Los errores, las dudas y las certezas.