Acción mutante, la revolución noventera de Álex de la Iglesia
En una época en la que el cine de género realizado en nuestro país había llegado a la desaparición —al menos tuvo sus referentes en los circuitos de serie B con Juan Piquer Simón, Jesús Franco y compañía—, el debutante Álex de la Iglesia se presentó en sociedad con Acción mutante (1993), una película de ciencia ficción salvaje, visceral y desacomplejada que hoy es considerada de auténtico culto. La ópera prima del director vasco, hombre referencia del cine español de las últimas tres décadas, se estrena hoy en FlixOlé y se suma a sus más de 10 títulos en la plataforma.
Pedro Almodóvar, el primer valedor de Álex de la Iglesia
Parece mentira, pero Acción mutante no se podría haber realizado sin el apoyo de los Almodóvar (Agustín y Pedro) y su productora El Deseo, la cual aportó buena parte de una financiación que ascendía a los 350 millones de pesetas; también aportaron una cantidad considerable el Ministerio de Cultura y una productora francesa.
Cifras que fueron a parar a un debutante, con tan solo un cortometraje en su haber (Mirindas asesinas) y que había presentado un proyecto de ciencia ficción protagonizado por unos grotescos terroristas tullidos. En definitiva, algo que podía fracasar estrepitosamente. Pero Almodóvar, en ese boceto de cortometraje de De la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría (su inseparable y fundamental guionista) vio una idea fresquísima y rompedora que no se podía “desaprovechar” en el formato corto. Ese guion iba a ser un largometraje y se iba a llamar Acción mutante.
Mens sana in corpore tullido
“¡Engrasa tu silla, afila tu muleta y cambia los cupones por la metralleta!”. El ritmo poderoso y contestatario de Def Con Dos, en los títulos de crédito de Acción Mutante, ya nos avisa que estamos ante un show, en forma de película, de puro metal. Una película habitada por seres marginales, de espaldas a una sociedad que los ignora por no ser perfectos, por no unirse a la modernidad de plástico que impera en los medios de comunicación, en las calles, en las fiestas.
Dos siameses (Álex Angulo y Juan Viadas), un tullido (Saturnino García), un manco (Karra Elejalde) y un gigantón sordomudo (Alfonso Martínez) forman una banda terrorista comandada por Ramón Yarritu (Antonio Resines), el único cerebro de la organización. ¿Sus objetivos? Todo lo relacionado con la salud y el culto al cuerpo: atentan contra centros de aerobic, culturistas, bancos de semen, modelos, cirujanos plásticos…
Cuando Yarritu -el líder- entra en la cárcel, los crímenes pasan de ser perfectos a ferpectos, pero a la salida de este se idea un último plan que aúna sus ideales con la avaricia más absoluta: secuestrar a la hija de un millonario fabricante de panes integrales y pedir una suma astronómica por el rescate.
Acción mutante, la puerta de entrada al universo De la Iglesia
Si bien es cierto que el cineasta Álex de la Iglesia alcanzaría la perfección con sus films posteriores —especialmente con El día de la bestia y La comunidad—, en Acción mutante ya se aprecian muchas de las virtudes del realizador vasco, como la magistral dirección de las secuencias de acción, una enorme capacidad para generar tensión, el humor negro y, sobre todo, el retrato de unos personajes grotescos -por dentro y por fuera-, extremos. En 1993 y con su ópera prima, el cine de Álex de la Iglesia ya tenía algo del esperpento de Valle-Inclán y también algo de Berlanga. Y todo ello salpicado de sangre, de violencia a raudales que harían las delicias del público underground español.
Un buen ejemplo de este gusto por abrazar el esperpento español lo podemos encontrar en una de las primeras escenas de la película: Yarritu, tras salir de la cárcel, entra de nuevo a la decadente nave nodriza “Virgen del Carmen” junto a sus secuaces y todo es un desastre: ropa de los Looney Tunes tendida, el ordenador que no funciona, los bártulos sin fregar… Ni qué decir tiene el destino donde se desarrolla la última parte de la película, el disparatado Planeta Axturias.
La televisión y la parodia
Acción mutante es puro disfrute, pero también encierra crítica social e incluso una fina parodia, desde la admiración, a su padrino Pedro Almodóvar.
Respecto a esto último, y frente a los minusválidos “del mal” ya descritos, nos encontramos en la película con el ambiente moderno y kitsch que representan la familia y amigos de los Orujo. Como ejemplo tenemos la famosa secuencia de la boda de Patricia Orujo: trajes pomposos, colorido por doquier, música pop… ¿Les suena a cierto director manchego? El propio Álex de la Iglesia lo reconoció, y además quiso contó para ello con chicas Almodóvar como Rossy de Palma o Bibiana Fernández, además de otro habitual como Fernando Guillén, cuyo personaje irá mutando de forma tan endiablada como el de los terroristas.
¿Y qué hay de esa banda terrorista inepta —pero eficaz— que siembra el caos obedeciendo a ciegas las órdenes del personaje que encarna Antonio Resines? En una época en la que el conflicto terrorista vasco estaba en boga, Álex de la Iglesia satirizó ese contexto social que él mismo, por cercanía, había vivido.
Por último, en Acción mutante también es constante la crítica de sus creadores a los medios de comunicación, especialmente la televisión. Un mensaje que después iría transmitiendo en films como El día de la bestia o Muertos de risa.
Álex de la Iglesia retrata el mundo de la televisión como un espacio cínico, manipulador e irreal que consigue sacar lo peor de nosotros mismos, tanto por parte de los que trabajan en ella como por nuestra parte, los consumidores, siempre dispuestos a consumir morbo. Una espectacularización de la tragedia que nunca, y aún menos hoy, ha dejado de estar de moda.