Juan J. Montijano, y el cine de Pajares y Esteso: “Fue el testamento vital de aquellos años”

En FlixOlé entrevistamos a Juan José Montijano, doctor y autor de numerosos libros sobre la cultura popular en nuestro país. Entre sus trabajos nos encontramos con la publicación ‘Pajares y Esteso. Tanto monta, monta tanto’, donde retrata la vida y obra de estos artistas. Próximo a la pareja de actores, charlamos con el académico sobre la famosa franquicia fílmica compuesta por Pajares y Esteso.
¿Qué hizo de estos personajes todo un fenómeno, ya no sólo cinematográfico, sino social?
Muchas veces se ha confundido a Pajares y a Esteso como un dúo de cómicos, cuando no lo fueron. Por azares del destino, convergieron con un mismo director. Mariano Ozores les propuso Los Bingueros y ahí empezó todo, con nueve películas rodadas juntos, y otras por separado. Desde mi punto de vista, de forma subjetiva, considero que el éxito de Pajares y Esteso en este tipo de cine del Destape, de los inicios de la Transición española, se debe a que representaron al español medio que venía de una dictadura.
No eran agraciados físicamente, ni demasiado altos ni demasiado guapos, pero representaban una belleza de índole racial, y los españoles del momento se sintieron identificados. Los ciudadanos, cuando iban a ver sus películas, soñaban con encandilar a las bellas damas como lo hacían Pajares y Esteso; eso sí, desde un modo grotesco, desfasado y caricaturesco completamente. El gran logro de ellos fue retratar al español medio de ese momento, sin lugar a dudas.

Las películas surgieron al calor de las primeras salas de juego, del debate de las centrales nucleares… ¿Cuánto del cine de Mariano Ozores, Pajares y Esteso había en la España de aquel entonces?
Ozores se basaba en la realidad que había: veía el telediario, escuchaba la radio y hacía de noticias un guion cinematográfico. Ahí está la Ley sobre el juego, el divorcio, el tema de las centrales nucleares… Era un observador de la realidad y ahí reside quizá la grandeza de Mariano Ozores: era el barómetro, el testamento, de unos años de la Transición donde una España tan convulsa necesitaba un refresco, como lo que vulgarmente se han llamado “españoladas”. Los españoles del momento nos podíamos sentir identificados después de 40 años de represión; podíamos dar rienda suelta a nuestras fantasías sexuales.
Una España tan convulsa necesitaba un refresco, como lo que vulgarmente se han llamado españoladas”
¿Cómo se fraguó el mito?
Hay que tener en cuenta que los dos actores provenían de un mismo mundo: el espectáculo de variedades y el de la revista. En sus inicios, Andrés Pajares recorrió España entera en teatros ambulantes. En un momento dado, fue contratado por Rocío Jurado para trabajar en la zarzuela y tuvo que dejar la compañía de Manuelita Chen, sustituyéndole Fernando Esteso. Comienzan a fraguar entonces una amistad no sólo cinematográfica, sino también de índole familiar.
Mariano Ozores conocía la existencia de ambos por las salas de fiestas. Entonces pensó que si por separado abarrotaban las butacas de un saloncito, juntándolos tenía que ser la bomba; y así fue. Propuso el proyecto a Bermúdez de Castro y a partir de ahí se fraguó el guion de Los bingueros, una de las películas más taquilleras del momento, que le llegó a hacer sombra a Star Wars.
¿Qué cualidades tenían Pajares y Esteso para conectar tan fácilmente con el espectador?
Andrés Pajares siempre ha sido considerado el Alberto Sordi español. Tiene una vis cómica inconmensurable, y así se vio en ¡Ay, Carmela! o en Moros y cristianos. Esteso es más tragicómico. Los dos se fundaron en la escuela del teatro ambulante, del repertorio: el que había que hacer continuamente.
Podría gustar o no, pero era el auténtico termómetro del público. Con el cine pasó absolutamente igual, como así se demuestra en la escena de El viaje a ninguna parte de Fernán Gómez: había una distinción entre actores de cine y de teatro. Mariano Ozores, que conocía ambos mundos, los supo mezclar. A partir de ahí no se diferenciaba entre actores de cine o teatro.
Cuando uno ve las caras de Pajares y Esteso, esas miradas, esas gesticulaciones de Andrés, el pecho descubierto de éste detrás de una señorita… Es algo que he denominado “el enano falócrata”: ese señor obsesionado por el sexo que necesitaba salir de la represión. Eso lo supieron explotar muchísimo.

Después del fenómeno
Nueve películas en alrededor cinco años; entremedias otros muchos filmes por separado, cameos incluidos. Subieron como la espuma, pero tocaron techo rápido… ¿Qué fue lo que ocurrió?
España estaba en una democracia joven, pero se estaba consolidando. Estamos hablando de una generación de actores que fue languideciendo, también por el cambio de los gustos del público. Los gustos del público a finales de los 70 no eran los mismos que los de a finales de los 80 y principios de los 90. No creaban las mismas expectativas.
Habíamos visto el pezón de Sabrina en el famoso fin de año, a Samantha Fox, el incipiente cine erótico que daba Canal+ con aquellas rayitas a las que había que abonarse, ‘Las Mama Chicho’… El público estaba un poco harto, y el mundo del espectáculo comenzó a cambiar a raíz de la televisión privada en España.
Andrés es una persona sin aristas, íntegra, respetuosa, muy culta y enormemente sencilla”
Después del fenómeno, continuaron trabajando en el cine, cada uno por separado: Andrés Pajares obtuvo el Goya por ¡Ay, Carmela!, aunque después su carrera fue decreciendo. Una trayectoria similar experimentó su compañero Esteso ¿Cómo vivieron este cambio?
Pajares trabajó con Berlanga en Moros y cristianos, recibió el Goya… Después, su carrera se ciñó a la televisión y a hacer algún que otro bolo. Posteriormente, la aparición de su familia en los distintos medios de prensa rosa le hace muchísimo daño, y se tergiversa ante el gran público una carrera absolutamente brillante. Ahora ha quedado el recuerdo de Andrés Pajares como alguien que se lo ha metido absolutamente todo, cuando Andrés es una de las personas a la que más fácil puedes acceder, porque lo que ves es lo que hay. Es una persona sin aristas, íntegra, respetuosa, muy culta y enormemente sencilla.
A Fernando le pasa igual: desde que falleció su mujer, se ha ceñido a ser objeto de homenajes por parte de una legión de personas que, como yo, nacimos en la Transición y adoramos ese tipo de cine; lo defendemos incluso por encima del cine que se hace actualmente en nuestro país. Fue el testamento vital de aquellos años tan difíciles.
Esteso, supo reconducir su carrera… Se ha mantenido, y sigue haciendo sus cositas de vez en cuando. Andrés quiso retirarse con una gran obra de teatro, pero desgraciadamente no pudo ser por tema de salud.
Sobre el plano laboral, Esteso reconocía que los procesos de castin se le pusieron cuesta arriba ¿No hemos sabido cuidar a nuestras glorias?
No, no hemos sabido cuidarlos. Eso es culpa de la estulticia que tienen muchos directores jóvenes que creen que pueden hacerle un castin a un señor que ha estado trabajando siete días a la semana, a tres funciones llenando los teatros y ganando al día 25 y 30 millones de pesetas al día. Muchas veces partimos de la desinformación y de la incultura: de la estela que nos han dejado los pseudoprogramas de TV. La prensa rosa ha hecho mucho daño.
Hoy en día ser cómico de este país no es lo que era. ¿Ahora cómico es ser monologuista?, con todos mis respetos, no. Ser cómico es una profesión enormemente digna, muy complicada. Ser hoy actor no es lo mismo que hace 50 años. Entonces había actores en este país; hoy, salvan las distancias.
Por muy dramático que sea un actor, si no sabe hacer reír, no sabe interpretar”
He ido a dar charlas y conferencias a escuelas de arte dramático, y cuando pregunto quién fue Irene Gutiérrez Caba, José Bódalo, Ismael Merlo, Jesús Puente o José María Rodero, no saben quiénes son. Si uno no ve el ejemplo de quienes les han precedido, lo estudian y perpetúan, no vamos a ningún sitio.
En este país, la interpretación ha caído en caras bonitas y cuerpos de infarto, masculinos y femeninos, pero no hacen caso a la vis cómica. Por muy dramático que sea un actor, si no sabe hacer reír, no sabe interpretar. Hacer reír es lo más difícil del mundo, y todos los actores tienen que saber hacerlo.
Un cine a reivindicar
En la Academia de las Artes Escénicas de España se muestra un resumen de tu trayectoria profesional y académica. El mismo cierra con una frase sobre las áreas objeto de investigaciones tuyas: «…temas a menudo despreciados por la investigación académica y universitaria a los que apenas sí se les ha prestado la debida atención». El cine de Pajares y Esteso ¿entra dentro de esos temas despreciados?
Si estos actores hubieran nacido en EEUU… José Mª Rodero tendría una estrella en el paseo de la fama de Hollywood, y un teatro. Sería enormemente reconocido, como un Charlton Heston, Humphrey Bogar, o Cary Grant; pero aquí en España no se acuerda nadie de quien es. Los que adoramos y amamos la interpretación, el teatro, la cultura popular, los seguimos venerando; y disfrutamos de sus películas.
Mi tesis doctoral versa sobre la historia de la revista musical en este país. En ella me dedico a investigar aquello que la gente menosprecia a menudo. No somos conscientes de que la idiosincrasia del pueblo español, la base, está en su cultura popular: en el teatro cómico, en el musical, en todo este tipo de actores a los que hay que recordar y aplaudirles.
Hay que decirle a los niños que estudian interpretación que deberían ver Estudio 1 de RTVE, Cine de Barrio, FlixOlé… porque van a aprender más que en cualquier manual de interpretación.
¿Cómo reivindicarías el universo Pajares y Esteso para aquellos espectadores que no han vivido este fenómeno?
Este tipo de cine es fundamental por tres factores: primero por ser el testamento audiovisual, vital, de una época convulsa, política y socialmente hablando. Veníamos de 40 años de represión y este cine supo reflejar muy bien el statu quo de entonces.
En segundo lugar, porque nos permite disfrutar de una amplísima nómina de grandes actores, no sólo del cine, sino también del teatro español. Hablamos de actores que se forjaron en los caminos de España, en teatros y funciones de repertorio, de zarzuela y de revista; géneros despreciados, pero que son la base de nuestra cultura popular.
No somos conscientes de que la idiosincrasia del pueblo español, la base, está en su cultura popular”
En tercer lugar, por la forma de hacer películas: para mí los 92 minutos que duran Los Bingueros valen más que las cinco películas de Torrente; con todo el respeto a Santiago Segura, que también tiene una vis cómica fantástica.
Estos actores estaban forjados en el teatro, y eso se nota: saben traspasar la pantalla. Ves Los Bingueros 40 veces, y todas te ríes; ves La escopeta nacional, y te desternillas con Sazatornil o Luis Escobar… Y de eso hace 35 años. ¿Nos seguiremos riendo a los 5 años de las comedias de ahora? No las denuesto, pero creo que es un cine que no tiene nada que ver con el de antes.
¿Nos perdonamos por reírnos de las películas de Pajares y Esteso?
Nos perdonamos por haber visto unas películas que han sido la historia de nuestro país. Si se restrenan Los Bingueros, el cine se llena, sin lugar a dudas. Hay que aplaudir, y recordar este cine. Por supuesto, sin meternos en cuestiones de género, Hay que entenderlo con la mentalidad de la época.
Sobre la liberalización de la mujer, por mucho que parezca una incongruencia, no hay películas más feministas que las que hizo Mariano Ozores, que las que se hicieron en la Transición y en el Destape. Por primera vez en este país, a la mujer se le dio el puesto que merecía, a la misma altura que el hombre: si un hombre se desnudaba y se ponía en calzoncillos, ¿por qué una mujer no?; si un hombre trabajaba, ¿por qué una mujer no?
Maria José Cantudo, Norma Duval… Esas mujeres abrieron el camino a que otras actrices posteriores lo pudiesen hacer, con enorme dignidad y enorme respeto. Por eso son grandes y son enormemente feministas.
Cantaron “¡Bingo!”, noquearon a Stallone, desnudaron la Transición y, sobre todo, nos hicieron reír: #PajaresyEstesoAlCompleto