La España de Pajares y Esteso
Cuando el 6 de febrero de 2016, Mariano Ozores subía a recoger su Goya honorífico, se cerraba un vacío en la memoria histórica del cine español. Trabajador constante, Ozores mantuvo viva la industria de nuestro país con sus 96 películas a la espalda. Con lágrimas en los ojos, quiso dedicar el premio a todos sus actores y al público que había llenado las salas con sus películas. Mariano Ozores no sólo es uno de los grandes nombres de la comedia española y uno de sus directores más prolíficos, es una manera de hacer cine. De entender el oficio como una profesión, de respetar a su audiencia y de mantener una especial relación con sus cómicos.
Procedente de una larga familia de actores pronto comprenderá que su talento servirá detrás de las bambalinas. Fernando Rey, Alfredo Mayo, José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, Paco Martínez Soria Concha Velasco… Todos los mejores nombres del panorama nacional pasaron por sus manos. Y por supuesto, ellos: Andrés Pajares y Fernando Esteso. Tanto en pareja como por separado.
Hasta nueve películas dirigió a este particular dúo. Desde Los Bingueros (1979) hasta La Lola nos lleva al huerto (1984). Ozores, junto a su pareja estrella, retrataron a la España de la Transición, la de las clases medias y bajas que aspiraban al desarrollismo. Y conectaron con el público como pocas veces se ha hecho en la historia del cine español.
Conquistando el corazón de un país
Cuentan las malas lenguas que Los Bingueros tiene su origen en una afición. La mujer de José María Reyzabal era muy aficionada al bingo. ¿Quién es José María Reyzabal? Dueño del edificio Windsor, promotor y renovador de salas cinematográficas y, sobre todo, propietario de la productora Izaro Films. En 1977, el gobierno de Adolfo Suárez aprueba la nueva Ley de Juego que legaliza los bingos en nuestro país. Dos años después, Los Bingueros ya había arrasado las taquillas de toda España. Ozores, Pajares y Esteso supieron capturar el momento del país en plena Transición. Un ascensor social que ya andaba algo escacharrado para la clase trabajadora y que veía el dinero fácil de los juegos de azar como fantasía aspiracional.
Pajares, angustiado por un trabajo mal pagado y del que le es imposible resignar. Esteso, sexador de pollos, eterno integrante de la lista del paro… Los problemas coyunturales de sus protagonistas eran los problemas del país. Y eso les hacía relacionables. La gente se veía representada en sus ansias de comerse el mundo a bocados, y acabar estrellados contra la realidad.
No tuvieron tiempo ni a degustar el éxito multitudinario de taquilla. Mientras rodaban Los Bingueros, Mariano Ozores ya estaba escribiendo su siguiente película, Los Energéticos. Dos familias enfrentadas, los Bellotos y los Mondongos, por las lindes de un pozo; el enfrentamiento histórico de la España más tradicional y rancia frenado de seco por el desarrollismo más brutal. Dos pobres infelices enfrentados a fuerzas que no saben entender cuando pretenden instalar una central nuclear en sus terrenos.
Como si fuera el Mr. Marshall de Berlanga, el dinero nunca llega; queda en manos de jeques, políticos y demás advenedizos. La posibilidad del paraíso económico les es arrebatada apenas unos segundos después de poder probar las mieles. España era como su pareja de cómicos preferidos: unos infelices que veían desfilar cantidades de dinero ingentes sin poder catarlo. El desarrollismo explicado en clave de comedia.
La fórmula del éxito
Yo hice a Roque III (Mariano Ozores, 1980) fue su siguiente colaboración. Obvia parodia de las películas de Sylvester Stallone que se cachondea con gracia de los tópicos del cine deportivo. De nuevo, dos perdedores sin suerte deciden entregarse a la diosa fortuna para mejorar económicamente. Pero España es España: el país del chanchullo, de la picaresca, donde la épica simplemente no tiene sentido. Se permitieron reírse de la película original simplemente porque aquí los perdedores siempre serán perdedores.
Pero en el cine de Ozores no existen los cuentos de hadas; sólo los jetas y aprovechados. Y de cara dura sabe bastante Felix Rebolledo, el proxeneta protagonista de Los chulos (Mariano Ozores, 1981) a quien encarnó Fernando Esteso. Liberados por las represiones sexuales del franquismo, el cine de Ozores se entregó al despelote. Pajares y Esteso volvían a representar a esos españolitos que, tras décadas de constricción, se liberan y convierten en sátiros ante la llegada de nuevas realidades.
Aunque la realidad de la industria dictaba los desnudos femeninos, los personajes de ellas siempre estaban mucho más liberados y cómodos con su propia sexualidad. Bajo el disfraz de carnaza para el público, se escondía cierto cambio de roles en las relaciones sexuales y de pareja.
La batalla de los sexos
En 1981, el gobierno de Calvo Sotelo aprueba la Ley Nacional de Divorcio y la separación pasa a ser legal en nuestro país. En palabras del ministro de Justicia, Fernández Ordóñez, “no podemos impedir que los matrimonios se rompan pero sí disminuir su sufrimiento”. Apenas un año después, Mariano Ozores ya tenía lista Padre no hay más que dos (1982). Esteso y Pajares vuelven a hacer pareja para interpretar a dos padres divorciados que cargan con la custodia de sus hijos. Es la película más infantil del trío. Llena de números musicales y emparentada con el cine de grupos como Parchís.
De tono más adulto y descarado sería La Lola nos lleva al huerto (Mariano Ozores, 1983). Última película del dúo cómico donde Pajares y Esteso compiten por el amor de la misma mujer. Ésta decide abandonarlos cuando les comunica su embarazo. Sectas, emancipación femenina, los conatos hippies llegando a nuestro país… Despedida casi por todo alto que prácticamente coincidiría con la llegada de la llamada Ley Miró. Una ley que pretendía erradicar una tradición cinematográfica y eliminar lo que ella consideró “cine de fontaneros”. Con ello se perdió una mirada, la de analizar el presente desde un punto de vista socarrón. La reacción a un país en proceso de cambio que todavía no había encontrado su identidad.
Cantaron “¡Bingo!”, noquearon a Stallone, desnudaron la Transición y, sobre todo, nos hicieron reír: #PajaresyEstesoAlCompleto