Isabel Coixet: “Es más divertido escribir personajes femeninos”
FlixOlé entrevista a Isabel Coixet, una de las directoras más representativas del cine español, dentro y fuera de nuestras fronteras. Perteneciente a la remesa de nombres que recogieron el testigo del audiovisual español en los 90, la autora configuró su propia mirada fílmica en torno a las emociones que no expresamos y los traumas arrastrados. Recientemente galardonada por su trayectoria profesional, desde la plataforma charlamos con ella sobre su carrera filmográfica, y también sobre las mujeres directoras.
Has recibido en el Festival Cine por Mujeres el Premio a una Trayectoria Profesional. Has manifestado públicamente las dificultades que supone la dirección en el cine por el mero hecho de ser mujer ¿Qué te viene a la cabeza a la hora de recoger el premio?
Está estupendo que te den un premio, por ser mujer, por ser pulpo o lo que sea (ríe). Siempre he estado en contra del gueto, pero es verdad que si hay un festival que ofrece una oportunidad de enseñar películas que, normalmente, no llegarían de otra manera, me parece bien.
Siendo este encuentro un altavoz para lanzar un mensaje ¿Cuál es el tuyo sobre la situación de la mujer en la realización?
Creo que el día que nos den presupuestos tan altos como a los hombres, habremos cambiado algo. De momento, se están dando muchos pasos, pero sigo viendo un intento de reducir y de empujar a las mujeres hacia un lugar en el que ya no estamos. Por poner un ejemplo cercano y hablar de algo concreto: si un hombre hubiese ganado el Oso de Oro en Berlín como Carla Simón en Alcarrás, estaría en los telediarios cada cinco minutos; sí que es verdad que la hemos elegido en los Oscar y todo eso, pero sigue siendo una cosa como minoritaria.
Somos la mitad del mundo, y a 12.000km de aquí hay personas que por enseñar un mechón de pelo están yendo a la cárcel. Cuando la gente dice “que se han hecho adelantos”… Se han hecho, pero en el primer mundo. El mundo es muy grande.
Creo que el día que nos den presupuestos tan altos como a los hombres, habremos cambiado algo”
Ahora las óperas primas parecen tener con más frecuencia esa mirada femenina. También, muchas de las grandes alegrías del cine español en los últimos tiempos tienen a la mujer como protagonista. ¿Podemos hablar de una perspectiva más halagüeña para la mujer en la dirección?
Soy cautelosamente optimista. Ayer fui con mi madre al cine y vimos la película de una directora, de Claire Denis, y éramos todas mujeres. No había ni un hombre. ¡Y es una directora como Claire!, que ha hecho películas muy interesantes: fue al Festival de Cannes y obtuvo el premio a Mejor Directora. Éramos todas mujeres, y además de una cierta edad, aunque eso es otro discurso.
Protagonizaste el relevo generacional fílmico en los noventa junto a otras directoras. Te precedieron otras como Rosario Pi, Margarita Alexandre; en la Transición Cecilia Bartolomé, Josefina Molina y Pilar Miró… ¿Te inspiraron en tu labor de directora alguno de dichos nombres, u otras directoras o directores?
Yo de Rosario Pi no había visto ninguna película. Quizá hay tres directoras que me inspiraron: Àgnes Varda, sobre todo, Ida Lupino y Barbara Loden. Ésta sólo dirigió una película, pero cuando yo la vi fue un aldabonazo; también es verdad que murió muy joven.
Con Àgnes he tenido la suerte de conocerla, de estar tiempo con ella, y es alguien que sí que me marcó. Es alguien que vivió muchas etapas muy diferentes del cine: ves sus primeros documentales en los años 70 en Los Ángeles y son de una modernidad increíble; luego miras las películas que hizo, la vuelta al documental cuando tenía 75 años… Fue una lección, no sólo para las mujeres directoras del mundo, sino también para los hombres.
Pero es que a los hombres os cuesta mucho que una mujer os dé lecciones o admitir que una mujer os inspira. Yo nunca he tenido reparo en decir que Martin Scorsese, Ozu o Koreeda me gustan; los hombres jamás, ni un puto director de cine del mundo dirá que una película de una mujer le ha gustado. Te puedes mirar cualquier entrevista, y es muy divertido esto.
Personajes femeninos
Precisamente, tu visión fílmica tiene como epicentro a la mujer. Se ha llegado a decir que es un cine de heroínas. ¿Qué te inspira de los personajes femeninos?
Muy fácil. Las mujeres nos comemos mucho más la cabeza y vivimos las paradojas y contradicciones de una manera más evidente. Es más divertido escribir personajes femeninos; mucho más. No sólo para una directora mujer: hay muchos directores hombres que sólo han contado historias de personajes femeninos. Desde Fassbinder hasta Almodóvar, Douglas Sirk…
Próximamente se estrena el documental El techo amarillo – El sostre groc. En éste abordas los abusos sexuales que sufrieron unas adolescentes por parte de dos de sus profesores del Aula de Teatro. ¿Cómo fue la experiencia, y la labor de investigación, a la hora de trasladar esta sobrecogedora historia?
Me impresionó la historia cuando la conocí en un artículo. Conocí a los periodistas que habían hecho la investigación, de muchos meses, y quise conocerlas a ellas. Me impresionó la manera en la que lo contaban: como algo que había marcado sus vidas, pero no como algo definitorio. Cuando conoces a personas que han pasado por situaciones extremas, esa condición de víctima no les invadía su ser; y eso me gustó. Me pareció que lo contaban bien.
No había ni orgullo ni rencor. Quizá lo que más rabia les producía era el hecho de que no las habían creído en su momento, y de que había también una especie de conspiración de silencio alrededor de ello.
Empecé a rodar pensando en la verdad, y en que iba a ser más fácil, aunque luego ha sido un trabajo muy complicado. Había gente que no se lo había contado a la familia; también personas que se tenían que enfrentar a las consecuencias de asumir, explicar y reexplicar; porque las víctimas siempre tienen que explicar y dar detalles. Todo esto es lo que no querían, y a mucha gente la rodamos, pero luego no quisieron salir… Fue delicado y complicado, pero al final lo que ha quedado es potente. Es una película que va a pasar por festivales de todo el mundo: nos lo han pedido desde Singapur hasta…
Yo siempre le dije a las chicas que no iba sobre la herida, sino sobre un estado de cosas en el que de repente, por muchas razones, hay un abusador que teje unas redes de silencio y teje una complicidad extraña con otras mujeres para que así se sientan mal y no hablen de lo que está pasando con las menores; que es realmente lo que constituye un delito.
Estamos hablando de personajes heridos. ¿Por qué la obsesión por esos arquetipos?¿Cómo te ayudan a construir tus historias?
Todos tenemos una herida, grande o pequeña, cicatrizante o no; supurante o no. Ya sabes lo que decía Tolstoi: “Qué coño vas a hacer con una familia feliz, ¿Ana y los 7?”. A mí me parece que casi todo el mundo tiene algo ahí que lo va superando, que no habla de ello… Cuando se habla de salud mental pienso si hay alguien que esté bien. No.
A mí me ha dado por hacer películas. Soñaba con el subtexto de “igual esto no ocurre”, pero ocurrió”
La carrera de Historia construyó tu mirada, la publicidad te dio la estética… ¿Y el cine? ¿Cómo se convirtió una niña que rodaba en 8mm en un referente del panorama nacional, e internacional?
La publicidad no me dio la estética, me dio las posibilidades de una especie de escuela de cine constante, de rodar con muy buenos directores de fotografía, de aprender de ellos, y de no tener miedo a contar cosas de una manera diferente. Mi abuela era taquillera de un cine y a mí me ha dado por hacer películas. Soñaba con el subtexto de “igual esto no ocurre”, pero ocurrió. ¿Por qué? Porque soy cabezota, básicamente creo que es por eso.
Recuerdos filmográficos
En FlixOlé disponemos de varias películas tuyas, de hecho, vamos a incorporar dos nuevos títulos. ¿Qué te viene a la cabeza a la hora de mencionarte estos títulos?
Tu ópera prima Demasiado viejo para morir joven
Ufff. Tengo sentimientos ambivalentes. Tenía que haber hecho algo para que no se viera. Me acuerdo que conocí a Gus Van Sant en Sundance y me preguntó si creía que Mala noche era su primera película, y respondí que sí. Y me dijo que no: “Mi primera película es otra, pero no te preocupes, ya destruí el negativo”. Eso tenía que haber hecho yo.
¿Tu segunda primera película, como sueles decir, Cosas que nunca te dije?
Sí. Le tengo mucho cariño. Fue una película que se rodó con mucha ingenuidad. Era mi segunda primera película, la segunda que hacía Teresa Medina (la directora de fotografía); se hizo en cuatro semanas… Yo me preguntaba qué hacía perdida en ese pueblo de Oregón, y qué hacía con esos actores estupendos. Pero luego es una película que, con todos sus defectos y carencias, tiene algo que llega; y sigue haciéndolo muchos años después de haberse hecho.
A los que aman ¿Qué le dirías a un espectador que no la conoce para que la viese?
Es una película que si eres una persona romántica y te gustan los culebrones turcos, te puede gustar. Es una especie de popurrí pseudohistórico, literario… Es esa cosa que siempre me ha intrigado de “morir de amor”, algo muy melodramático. Me plantee cómo podía ser la historia de alguien que muere de amor. Que no es mi caso, para nada. Me puedo morir de muchas cosas; de amor no.
La película que te catapultó: Mi vida sin mí
Es una película que, también muchos años después de hacerse, sigue llegando a la gente. Las personas que tienen una enfermedad, o que conocen a alguien, siempre se identifican con ella. Para mí es un cuento de hadas, porque no es una película que pretenda engancharse en los aspectos más morbosos de una enfermedad. Habla de alguien que de repente asume, con una gran heroicidad, que va a morir. Ve claro y siente que va a morir, e intenta vivir todo lo que puede. En la medida que puede, un poco como un cuento de hadas, ve cómo proporcionar una buena vida a los que deja cuando ella ya no esté.
La vida secreta de las palabras
Responde a cosas que viví en Sarajevo, después de la guerra. Creo que fue el primer documental que hice sobre mujeres que habían sido torturadas y violadas. Fue la primera vez que me enfrenté a algo tan duro. No era una película aquello. Eran personas que habían vivido cosas indecibles, auténticas salvajadas, y que habían sobrevivido. Algunas llevaban una vida muy difícil.
Cuando salí de allí, no quería volver a hablar. Sin embargo, hay personajes que conoces y te van entrando, te persiguen. Uno de los momentos más bonitos de mi vida como cineasta fue en un pase en Sarajevo: pasamos la película, y muchas de las mujeres a las que está dedicada vinieron y se sintieron identificadas. Luego se enfadaron conmigo porque no había ido con Tim Robbins, pero me lo han perdonado.