Un paseo por las primeras películas de Isabel Coixet
Aprovechando el estreno en nuestra plataforma de Mi vida sin mí (2003) y La vida secreta de las palabras (2005), repasamos los primeros años como cineasta de Isabel Coixet; desde su ópera prima Demasiado viejo para morir joven (1988), pasando por la sorpresiva y refrescante Cosas que nunca te dije (1996) o el drama de época A los que aman (1998), ambas rodadas en la segunda mitad de los años noventa. Con el nuevo milenio, llegaría la consagración definitiva de la cineasta catalana con estas dos nuevas incorporaciones al catálogo de FlixOlé.
Debut a modo de aprendizaje
Con Isabel Coixet aprendimos que el amor, o la tabla de salvación espiritual para unos personajes traumados e inseguros, se puede encontrar en cualquier lado: da igual si es en una lavandería a altas horas de la madrugada o si ocurre en el rincón más inhóspito del planeta, como sucede en La vida secreta de las palabras.
A veces con una carga dramática desoladora (como en Mi vida sin mí), pero siempre con toques de humor que consiguen rebajar el sentido trágico de la historia (Cosas que nunca te dije como mejor ejemplo), el cine de Coixet, sea cual sea el destino de sus personajes, contiene en esta primera etapa un trasfondo vitalista que nos anima a reinventarnos, a ser valientes, a no dejarnos nada dentro.
Sin embargo, la joven publicista que quiso trasladar su éxito desde este campo hacia el cine, se dio en Demasiado viejo para morir joven, su ópera prima, de bruces con la crítica y la tímida respuesta del público. De hecho, la propia directora ha confesado en una entrevista a FlixOlé que tiene “sentimientos ambivalentes” con esta película.
No obstante, en este debut ya se puede apreciar la conexión de Coixet con esa “juventud perdida” – aquí con Emma Suárez y Gerardo Arenas-, además de otros rasgos formales que acompañarían a los films posteriores de la cineasta. Una película sobre chicos desheredados en la noche barcelonesa con la que su creadora consiguió estar nominada en los Goya a mejor dirección novel, aunque eso no sería suficiente para una Coixet que no volvería a estrenar una película hasta 1996, ocho años más tarde.
Cosas que nunca te dije, la redención de una gran directora
Sería en esa segunda venida de Coixet donde conseguiría conjugar un estilo muy particular con una gran historia, la cual estaba apoyada en unos personajes imperfectos y con mala suerte que los hacen entrañables a ojos del espectador. Cosas que nunca te dije, rodada en un pueblecito de Oregón y con los ahorros de la Coixet publicista, se convirtió en una pequeña joya del cine español de los noventa. Para ello, la directora catalana se hizo con un reparto muy internacional -algo que ya no le abandonaría jamás- formado por Lili Taylor (la protagonista Ann), Andrew McCarthy (Don Henderson, coprotagonista) y Seymour Cassel (padre de Don), entre otros.
Ann, empleada en una tienda de cámaras de fotos, recibe la noticia de que su novio rompe con ella; impulsivamente, intenta suicidarse atiborrándose de esmalte de uñas, para después grabar una serie de videos demostrando su amor por él, confesándole cosas que nunca le había dicho antes. Y también le envía videos, para darle celos, manteniendo relaciones con Don, un chico solitario que cree haber encontrado el amor con ella. No obstante, ninguno de estos videos llegan a su destinatario, ya que un vecino de Ann, locamente enamorado de ella, los intercepta para verlos en intimidad.
En Cosas que nunca te dije nos encontramos ante seres solitarios, atrapados por su miedo a decir todo lo que tienen dentro. Y ninguno de ellos tiene lo que quiere, ya sea el amor de su vida o su helado de chocolate preferido en el momento más necesario. Un drama sentimental acompañado de situaciones disparatadas y un humor absurdo que encaja perfectamente con el espíritu inocente del film.
A los que aman, mismo sentir en una época distinta
Dos años después de esta película, y también con el amor como tema principal, se estrenó A los que aman, un drama de época en coproducción con Francia y con Julio Núñez, Olalla Moreno, Monica Belucci y Albert Pla en el reparto, entre otros. Una cadena de amores no correspondidos similar a la de su película anterior, pero esta vez con mayor dramatismo y cambiando la América profunda por trajes de época y un final de tragedia. ¿Se puede morir de amor? Isabel Coixet nos convence de ello en este cuento de sabor muy amargo.
Mi vida sin mí, en la lista de películas por hacer del cine español
Probablemente, en el imaginario colectivo es Mi vida sin mí la película más representativa de Isabel Coixet. Una cinta, de nuevo, pequeña en cuanto al número de personajes o cantidad de escenarios, pero inmensa en lo humano, en tomar consciencia sobre nuestra propia existencia. El silencio insoportable de una sala de hospital; un beso, que será de los últimos, mientras la lluvia pica en los cristales del coche; las cintas de voz a escondidas para que tus hijas te recuerden después de muerta.
A la joven Ann (Sarah Polley) le detectan, de forma repentina, un cáncer terminal: solo le quedan tres meses de vida. Es entonces cuando, con mucho aplomo, hace una lista sobre las cosas que hacer, y que dejar resueltas, antes de dejar el mundo. “Buscar” una mujer (será Leonor Watling) para su marido (Scott Speedman) y sus dos hijas; hacer el amor con otro hombre (Mark Ruffalo); reconciliarse con su padre (Alfred Molina)…
Y, aunque parezca paradójico, el espíritu de esta película entronca con ese sentir vitalista de Coixet: es en esta fase crítica de la vida de Ann donde experiencia la vida al máximo y saca jugo a su “anterior yo” precario y anodino.
La vida secreta de las palabras, triunfadora en los Goya
Este círculo se cierra con La vida secreta de las palabras, la película más galardonada de su primera filmografía con el Premio Goya a mejor película y el de mejor dirección, además del mejor guion original y mejor dirección artística. Sarah Polley volvió a ser la protagonista, en esta ocasión junto a Tim Robbins y secundarios como Javier Cámara o Julie Christie.
Aquí Isabel Coixet dibujó un personaje femenino protagonista con un pasado aterrador, el cual solo nos cuenta -ella tiene problemas auditivos y se comporta de un modo antisocial- cuando tiene que asistir al desconocido Josef (Tim Robbins), un hombre que ha quedado gravemente herido por una explosión en una plataforma petrolífera. Ella, parcialmente sorda; él, temporalmente ciego. Pero es precisamente esta circunstancia la que crea el clima propicio de comunicación entre ambos.
Coixet, al responder nuestras preguntas, comentaba que “La vida secreta de las palabras responde a cosas que vi en Sarajevo, en la guerra. Fue la primera vez que me enfrenté a algo tan duro: violaciones, torturas…”. Y ese es el tortuoso pasado de su protagonista, algo que vivieron miles de mujeres y que Coixet quiso denunciar a través de su cine. Una película que nos cautiva a fuego lento, que es capaz de crear imágenes poderosas en un lugar tan poco proclive como una plataforma petrolífera en medio de la nada.