Las mejores películas del Fernán-Gomez actor
«De casta le viene al galgo», o eso al menos es lo que dicen. Hijo de cómicos, Fernando Fernán-Gómez mamó desde pequeño el discurso dramático para actor. Igualmente, su abuela lo familiarizaría con el séptimo arte con escapadas al cine de verano mientras el joven ‘Fernandito’ preparaba su ingreso a bachillerato. Quizá sea éste el motivo por el que el propio intérprete admitió en reiteradas ocasiones que su vocación actoral procedía más bien de su admiración por el espectáculo hollywoodiense que por la genética…
Fuera como fuere, lo cierto es que Fernán-Gómez es considerado el mejor actor de la historia del cine español; o al menos uno de los nombres más destacados del cinema de nuestro país. Las dotes dramáticas de un todavía bisoño Fernando atrajeron la atención de directores teatrales y cinematográficos y, desde sus primeros pinitos delante de cámara, podemos ver al polifacético artista trabajando con realizadores de la talla de José Luis Sáenz de Heredia, Edgar Neville, José Antonio Nieves Conde, Ignacio F. Iquino, entre otros. En FlixOlé homenajeamos al centenario Fernán-Gómez recopilando sus mejores películas como actor.
El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973)
Dos hermanas de un pequeño pueblo castellano acuden a la proyección de la película El doctor Frankenstein. El monstruo de la pantalla impacta sobremanera en las pequeñas, sobre todo en la menor. Ésta emprende una búsqueda para dar con el deforme ser, y cree haberlo encontrado en la figura de un fugitivo de la Guardia Civil.
Considerada como una de las más bellas películas del cine español, Víctor Erice aborda con gran sensibilidad la niñez y su despertar ante la crudeza de la vida. Entre las interpretaciones destacan la de la pequeña Ana Torrent y la de Fernando Fernán-Gómez, quien tomó el papel de padre de las dos hermanas. El propio actor preguntó al productor, Elías Querejeta, si para encarnar dicho personaje era necesario entender el guion, a lo que Querejeta respondió que no. “Ah, pues entonces, la hago”, contestó a su vez Fernán-Gómez.
Balarrasa (José Antonio Nieves Conde, 1950)
Un soldado bastante canalla, apodado ‘Balarrasa’ por su carácter despreocupado y mujeriego, tiene una revelación en el frente y decide ordenarse sacerdote. Cuando vuelve a su casa para ello, encuentra que su familia, antes noble, está corrompida por asuntos turbios. Él decide dar ejemplo de valor y de moral.
Un clásico de la posguerra, y una de las películas que encumbró a Fernando Fernán-Gómez al estrellato. Según éste, la popularidad se debió al papel de cura, el cual ofrecía garantías de éxito. Cuando los periodistas, conocedores de las inclinaciones ideológicas del intérprete, le preguntaban acerca de su opinión sobre el haber hecho de cura y militar, Fernán-Gómez siempre se mostró orgulloso de llevarlos a la pantalla. ¿Cómo no iba a estar orgulloso? Botón de ancla y Balarrasa convirtieron a Fernán-Gómez en un actor bien cotizado, multiplicándose su caché.
Otra de las anécdotas de Balarrasa, recuerda el propio artista en sus memorias, fue que se tuvo que rodar en dos ocasiones. Cuando la distribuidora de la cinta se hizo también con la producción obligó a repetir todos los ambientes al entender que eran “poco lujosos”.
El abuelo (José Luis Garci, 1998)
Adaptación de la novela homónima de Benito Pérez Galdós, la película relata el regreso del conde de Albrit, Rodrigo de Arista, a Asturias. Arruinado tras su periplo por las Américas, el noble hidalgo tendrá que lidiar también con su nuera, la condesa Lucrecia. El enfrentamiento tiene su porqué en la carta que el difunto hijo de Rodrigo le envió a éste antes de fallecer. En la misiva le informaba de que sólo una de sus dos hijas era legítima; siendo la otra producto de una infidelidad de su esposa. El anciano tendrá por objeto conocer quién lleva su sangre.
El film, con altas cotas de dramatismo, dirigía una estocada al decadente ambiente de la aristocracia. En este contexto, el imponente y soberbio papel de abuelo cascarrabias que adquirió Fernán-Gómez le permitió alzar el cabezón como Mejor Actor Protagonista en los Goya; poco después, la cinta acudió como candidata a Mejor Película de Habla no Inglesa en los Oscars.
La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)
El profesor Don Gregorio, de claras tendencias progresistas, sabio y comprensivo, enseña al pequeño Moncho los secretos de la naturaleza y de los animales. Sin embargo, con el golpe del 36 y el inicio de la Guerra Civil, el docente es considerado enemigo del régimen y, en esa lucha fratricida, el maestro pierde la complicidad con todo el pueblo.
Fernán-Gómez pone cara a Don Gregorio en este canto a la libertad que nos propone José Luis Cuerda, director y coguionista de la cinta, junto con Rafael Azcona. Ambos adaptaron con tino una colección de cuentos de Manuel Rivas, premiando la Academia la versión con el Goya a Mejor Guion Adaptado. Por su parte, Fernán-Gómez admitió que La lengua de las mariposas se convirtió, a sus 77 años, en una de las mejores ofertas de su vida como actor. Según el artista, ello daba muestras “del disparate que a cada momento estimula y amenaza nuestro trabajo”.
El último caballo (Edgar Neville, 1950)
Finalizado el servicio militar, los soldados de caballería recién licenciados reciben la noticia de que su regimiento va a ser motorizado, y los caballos vendidos a los picadores de la plaza de toros. El recluta Fernando, dispuesto a cambiar la suerte de su caballo Bucéfalo, se gasta los ahorros de su boda en comprarlo. Al enterarse, su prometida lo abandona y Fernando se queda solo, sin dinero y con su caballo en una ciudad no pensada para los corceles.
Esta comedia, que ya en los años 50 nos iba adentrando en el ecologismo, supuso una gran influencia en Fernán-Gómez, primero como actor y, después, como director. Pasados algunos años desde que Edgar Neville y el intérprete madrileño trabajasen juntos en Domingo de Carnaval, el cineasta decidió contar de nuevo con Fernán-Gómez para insuflar dosis neorrealistas en una España sumida en la dictadura y la censura. El artista consiguió hacerse con la Medalla al Mejor Actor Principal, otorgada por el Círculo de Escritores Cinematográficos.
Stico (Jaime de Armiñán, 1985)
El catedrático de Derecho Romano, Leopoldo Contreras, no tiene dónde caerse muerto y se ofrece como esclavo a un antiguo alumno, Gonzalo Bárcena, a cambio de casa y alimento. Este último acepta la propuesta del que fuera su maestro; sin embargo, la llegada de Contreras afecta a las relaciones de Bárcena y su familia, por lo que intenta devolverle la libertad. No obstante, el Derecho Romano complica las cosas…
El director Jaime de Armiñán reflejó con este largometraje hasta qué punto llega la manipulación humana, llevando a la gran pantalla la historia de lo que sería un esclavo en la actualidad (de ese momento). Gracias a esta cinta, Fernán-Gómez se hizo con el Oso de Plata en la categoría de Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Berlín, siendo éste su segundo galardón en el certamen.
Asimismo, en sus memorias, el intérprete recuerda cómo Stico fue proyectada en Leningrado en el marco de la Semana del Cine Español en Moscú, y la ciudad ahora conocida como San Petersburgo. Según el relato del actor, la cinta fue seguida con gran interés por parte del público, que la acogió con frecuentes risas.
Rififí en la ciudad (Jesús Franco, 1963)
Un confidente de la policía muere asesinado a manos de los hombres de Leprince, un influyente político que controla el tráfico de drogas de toda Sudamérica. En sus ansias de poder, el despótico Leprince se presenta a la Presidencia del Senado. Para que ningún cabo suelto estropee su candidatura, comienzan a ser eliminados las personas implicadas en el homicidio. Las sospechas apuntan hacia el agente Miguel Mora, quien protegía al finado.
El director Jesús Franco dirige a Fernán-Gómez, quien encarna el papel protagonista de Miguel Mora, en este thriller inspirado en una novela francesa. Poco después, sería el propio Jess Franco quien se pondría a las órdenes de Fernán-Gómez en El extraño viaje, una de las obras más representativas del cine español.
¡Adiós, Mimí Pompón! (Luis Marquina, 1961)
Una cantante de cuplé se casa con un rico comerciante, y al descubrir que ambos han enviudado cinco veces, empiezan a intentar protegerse del otro ante el miedo de que sus intenciones no sean tan dulces como parece…
Película de enredos y una de las más destacables de Luis Marquina, quien adaptó la obra original de Alfonso Paso. La misma se encuentra protagonizada por Silvia Pinal, Catalina Bárcena, amén de un sorprendente Fernando Fernán-Gómez.
El anacoreta (Juan Estelrich, 1976)
Fernando Tobajas, un hombre acaudalado se construye un apartamento en el cuarto de baño para no volver a salir nunca de casa. Después de 11 años, el único contacto de Fernando con el exterior son las visitas de los amigos y los mensajes que lanza por el retrete. Uno de esos mensajes es hallado en una playa, y la joven que lo encuentra decide visitar al anacoreta.
Único largometraje de Juan Estelrich, escrito por Rafael Azcona. Íntimo amigo del director, Fernán-Gómez protagoniza este film hecho, al menos así lo parece, a conciencia para que el actor brille en pantalla. El sainete y el esperpento, dos de los elementos que más valora Fernán-Gómez en una obra, llevaron al intérprete a llevarse su primer Oso de Plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín; el segundo, como ya se ha indicado, se lo agenció con Stico.
Ana y los lobos (Carlos Saura, 1973)
La joven Ana se instala como institutriz en la finca de una familia aburguesada, compuesta por tres hermanos: José, un autoritario coleccionista de trajes militares; Fernando, un devoto que se aísla en una cueva para huir de lo material; y Juan, un marido que desea a cuantas mujeres se topa. La recién llegada deberá lidiar con cada uno de estos elementos, aparentemente modélicos…
La película Ana y los lobos se enmarca dentro de la trilogía con la que el cineasta Carlos Saura analiza, y arremete, contra la burguesía española del Franquismo, sus dobleces morales y sus abusos. Al mismo tiempo, el director dilapida los principales valores y estamentos en los que se cimentaba el régimen de turno: el ejército, la religión y la represión. En este caso, Fernán-Gómez, quien interpreta al beato Fernando, hace soberbiamente su parte en el aspecto místico.