5 películas imprescindibles en la colección "Memoria Histórica"

Cincuenta años después de la muerte de Franco, recordamos cinco filmes para honrar la memoria histórica de nuestro país

Documental Dolores por José Luis García Sánchez & Andrés Linares, 1981 en colección Memoria Histórica

Iris Domenech

Tras la muerte de Franco, numerosos cineastas españoles asumieron un papel fundamental en la reinterpretación de la memoria histórica rompiendo el “Pacto del olvido”. Sus cámaras se convirtieron en herramientas para relatar nuevas perspectivas y dar voz a quienes fueron silenciados. Transformaron la forma de ver la historia de España y pasaron de la inmovilidad de la estatua a la crudeza de la cicatriz aún palpitante. Este proceso permitió que el país comenzara a comprender y empatizar con una verdad todavía incómoda: la violencia no terminó en 1939, ni siquiera en 1975. Persistió durante décadas en el seno de las familias, en el lenguaje, en los deseos, y sobre todo, en los miedos. 

Con motivo de la efeméride, FlixOlé recupera cinco títulos imprescindibles para no olvidar un pasado que, aunque parezca remoto, sigue siendo dolorosamente reciente. Porque, a veces, solo el cine logra que la empatía y el conocimiento florezcan.

Dolores (José Luis García Sánchez, Andrés Linares, 1981)

«Dolores no es un panfleto, ni siquiera una película política; es el retrato entrañable de una mujer española que podría ser la abuela de cualquiera de nosotros», afirmó José Luis García Sánchez sobre el documental codirigido junto a Andrés Linares. El documental se centra en la figura de Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”: destacada líder política durante la Segunda República española, presidenta del Partido Comunista Español y una incansable defensora de los derechos de la mujer.

Rodado a lo largo de tres años, este valioso documental nos transporta en el tiempo con la participación de Francisco Umbral, los versos recitados por Juan Diego y las melodías de Ana Belén, complementándose con un extenso archivo documental que abarca Moscú, Berlín, París, La Habana, Yugoslavia y diversas filmotecas españolas.

La noche más larga (José Luis García Sánchez,1991)

El 27 de septiembre de 1975, el régimen franquista llevó a cabo sus últimos fusilamientos: dos militantes de ETA fueron ejecutados en Barcelona y Burgos, y tres del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) en Hoyo del Manzanares, Madrid. Estas fueron las postreras penas de muerte de la dictadura de Franco, que fallecería apenas dos meses después.

Sobre este trágico final se construye La noche más larga, dirigida por José Luis García Sánchez y protagonizada por Juan Echanove, Juan Diego, Carmen Conesa y Gabino Diego. Una película que profundiza en los conmovedores y crudos detalles del juicio sumarísimo que culminó en estas ejecuciones, presentándolos a través de la memoria de un abogado y un fiscal militar; destacando la magnética e inocente actuación de Conesa ante un relato tan doloroso.

Tierra y libertad (Ken Loach,1995)

Es cierto que no es española, pero no cabe duda que esta película es indispensable en cualquier ranking de cine de memoria histórica española. Loach, inspirándose en el libro “Homenaje a Cataluña”, deconstruye la idea de un “bando” unificado, presentando en su lugar asambleas, debates políticos auténticos y la división entre comunistas y el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).

A través de fotografías, cartas y recortes de periódico, la nieta de nuestro protagonista nos presenta una bella y conmovedora narrativa. Nos revela como su abuelo, David Carr (Ian Hart), un joven inglés afiliado al partido Comunista, dejó Liverpool para ir a España a combatir contra el fascismo. Sin embargo, las cosas no son lo que parecen y poco a poco se irá descubriendo que los valores de la izquierda no se encuentran tan unificados. 

Una película que pone la piel de gallina, con una brillante selección musical y localizaciones reales. A pesar de contar con un guion sólido, la espontaneidad fue clave, especialmente en escenas como la asamblea improvisada y la intervención del anciano, quien, como testigo de la Guerra Civil, ofreció una vívida analogía al comparar la revolución con una “vaca preñada”.

Los años bárbaros (Fernando Colomo,1998)

Todo empieza con un graffiti en la pared que grita “VIVA LA UNIVERSIDAD LIBRE” y sus dos autores, Tomás (Jordi Mollà) y Jaime (Ernesto Alterio), condenados a 8 años de trabajo forzado en la construcción del Valle de Cuelgamuros. Basada en un hecho real, este road movie llegó a oídos de Fernando Colomo a través de los guionistas Carlos López y José Ángel Esteban. Sin embargo, el director madrileño ha contado en varias ocasiones que la historia de la fuga era tan rocambolesca y disparatada que les advirtió que nadie se la creería si la contaban tal y cómo fue.

A partir de aquí, lo esencial es la mirada. Colomo evita sucumbir al horror y al drama, optando por narrar la historia a través de la vitalidad del juego y la conexión íntima entre sus personajes. Además, rodada cronológicamente, la película propicia que la relación entre los actores se construya a la vez que el propio viaje, y que esa química orgánica esté delante de la cámara. Esta decisión tonal, quizá atrevida, transforma una huida histórica en una comedia llena de luz, afianzando la creencia de que la alegría puede surgir incluso en los momentos más sombríos. 

Los girasoles ciegos (José Luis Cuerda, 2008)

Aunque José Luis Cuerda es conocido por su humor surrealista, también exploró el drama de la posguerra, como lo demuestran películas como La lengua de las mariposas y, más tarde, Los Girasoles ciegos. Esta última, cargada de simbolismo y con actuaciones brillantes, contó con la colaboración de Rafael Azcona en su último trabajo como guionista.

Basada en el libro de relatos de Alberto Méndez, Los Girasoles ciegos recrea la vida de quienes se vieron obligados a ocultarse durante los inicios de la dictadura franquista en los años cuarenta. La trama sigue a la familia Mazo: Elena (Maribel Verdú), Ricardo (Javier Cámara), Elenita (Irene Escolar) y el pequeño Lorenzo (Roger Príncep). Su peligrosa misión es esconder a Ricardo del ejército franquista, ya que su pasado republicano y sus ideales masónicos e izquierdistas lo convierten en un enemigo del régimen.

La llegada del diácono Salvador (Raúl Arévalo) cambia drásticamente el destino de la familia. Curiosamente, este fue el primer papel protagónico de Arévalo, quien fue elegido por una “señal”: Maribel Verdú sugirió su nombre a Cuerda, quien, en ese momento, estaba viendo El camino de los ingleses y pausó la película justo cuando el rostro de Arévalo aparecía en pantalla.

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