Presentas en el Festival de Málaga el libro Furtivos. 50 años con motivo de la proyección de la versión restaurada en 4K de dicha película ¿Qué ha significado este film dentro de cinematografía española?
Es una película que aparece justo en el vértice de una coyuntura política trascendental: se estrena prácticamente dos meses antes de la muerte del dictador. Se rueda en unas condiciones todavía bajo una fuerte presión de la censura y, en su momento, es interpretada por todo el mundo como una metáfora del franquismo, de la barbarie y violencia que había debajo de ese “bosque en paz” que decía Franco que era España.
Bajo la apariencia de ese bosque bucólico se cometen todo tipo de barbaries inimaginables. Furtivos tiene una repercusión enorme, gigantesca, contra todo lo esperable. Es un proyecto casi suicida que se rueda en unas condiciones realmente asombrosas, con una enorme rapidez, y tiene una repercusión gigantesca. Es una película que termina recaudando, si tenemos que hacer caso a Borau, casi 400 millones de pesetas, y costó apenas nueve.
Además está justo en ese momento crucial en el que se estrena en el Festival de San Sebastián, cuando se están produciendo las últimas condenas a muerte y ejecuciones del franquismo. Se gesta, se rueda y lucha contra la censura y se estrena en unas condiciones absolutamente excepcionales para la historia de este país. Furtivos está justo en el vértice y en el ángulo de una coyuntura histórica absolutamente trascendental para el paso de la dictadura a la democracia.
¿De qué fuentes has bebido para elaborar el libro y qué descubrimientos va a poder encontrar el lector sobre la película de José Luis Borau?
El libro es una investigación en toda la trastienda y en toda la historia de la película, desde su gestación hasta su rodaje, sus localizaciones, la lucha contra la censura, la gestión con el Ministerio las Autorizaciones, los permisos, la lucha de la película por ir a Cannes y a Berlín, la presencia en el Festival de San Sebastián, la comercialización de la película; están todo tipo de datos, los sueldos que cobraron los actores y los técnicos… Bueno, la ventaja de todo esto es que el archivo de Borau es inmenso, está todo en la Real Academia Española, en la Filmoteca Española y en el archivo de Enrique Cerezo.
Borau guardaba absolutamente todo: los recibos de los taxis, los billetes de avión, todos los gastos. El libro muestra toda esa documentación: los rollos de película que se pidieron al laboratorio, la historia del montaje, los dos finales diferentes que tuvo la película en distintos momentos. Es toda la intrahistoria sobre la cual resuena la España de aquel momento.
Dice Manuel Gutiérrez Aragón que no es solamente un libro de cine, sino también un libro de historia. Yo creo que era un poco también el propósito. A través de radiografiar las entretelas y las entrañas de una película también se muestra cómo era hacer cine en la España de aquel momento.