Paul Naschy

Paul Naschy, seudónimo artístico de Jacinto Molina Álvarez, fue un actor madrileño nacido el 6 de septiembre de 1934. Desde niño se sintió cautivado por el cine de terror, especialmente por películas como Frankenstein y el hombre lobo, que terminarían influenciando su trayectoria de vida. Antes de dedicarse al cine, destacó como deportista siendo campeón de España en halterofilia en 1958 y cultivó diversos intereses como la arquitectura, las ciencias exactas, el dibujo y la escritura.

Su primer contacto con el mundo cinematográfico se produjo en 1961, cuando participó como extra en largometrajes internacionales rodados en España como Rey de Reyes o 55 días en Pekín. Su corpulento físico fue clave para adentrarse en la interpretación y poco a poco ir enlazando proyectos como figurante e incluso como auxiliar, hasta que en 1968 se impulsó su carrera con La marca del hombre lobo. Film dirigido por Enrique L. Eguiluz y escrito por el propio Naschy con el que dejó su nombre atrás para abrirse paso en el mercado internacional con un sobrenombre que le acompañaría hasta el final de sus días en 2009. 

Aunque alcanzó fama internacional como icono y referente, en España su reconocimiento fue tardío. La censura franquista y el prejuicio hacia la fantasía contribuyeron a ello, hasta que en 2001 obtuvo la Medalla de las Bellas artes. 

Waldemar Daninsky, protagonista en La marca del hombre lobo, se convirtió en una de sus creaciones más icónicas y recurrentes. Siendo interpretado en numerosas ocasiones en títulos como La noche de Walpurgis, La furia del Hombre Lobo, El aullido del diablo o El retorno de Walpurgis. Gracias a este papel, fue apodado “el hombre lobo español”, sin embargo, su trayectoria no se limitaría a los licántropos, sino que daría vida a distintos monstruos del género de terror como vampiros (Drácula entre otros ), demonios, momias, jorobados, e incluso, Frankenstein.

En 1975, cambió las zarpas y los colmillos por las vendas, en La venganza de la momia, interpretando a un sumo sacerdote y a un faraón momificado que resucita en busca de venganza. En 1976, junto con Nadiuska y Alberto de Mendoza exploró nuevos horizontes en Último deseo dejando a un lado la caracterización para adentrarse en un thriller apocalíptico. Un año más tarde, decidió dar el paso a la dirección con Inquisición, un film en el que mezcla dos de sus intereses predilectos, el terror medieval y los rituales satánicos.

Paul Naschy, al igual que sus personajes, logró crear un legado inmortal actuando en más de 100 películas, siendo guionista de 39 y director de 14. Su trayectoria profesional se extendió hasta el final de sus días dirigiendo Empusa, su última película, la cual no llegó a finalizar en postproducción debido a su fallecimiento.