ESPECIAL CENTENARIO JOSÉ LUIS LÓPEZ VÁZQUEZ
El glosario de chistes del José Luis López Vázquéz cómico
Cuesta imaginar al cine español sin la complicidad de la comedia. Ya ejerza con fines escapistas, satíricos o caricaturescos, el humor ha acompañado en mayor o menor medida a las producciones cinematográficas prácticamente desde que el invento de los hermanos Lumière aterrizó en nuestro país. A pesar de que a nadie le amarga un buen chascarrillo en pantalla, el género no ha gozado de la solemnidad de sus coetáneos cinematográficos, o al menos eso es algo que siempre lamentó el cómico centenario José Luis López Vázquez.
Querido por público y crítica a partes iguales, el actor encaró con tino un sinfín de rostros en su extensa filmografía. Sin importar el personaje que tuviese delante, José Luis López Vázquez demostró que no había libreto que se le resistiese, lo que le granjeó una merecida, e imperecedera, fama en la orografía de nuestro cine. Capaz de arrancar una sonrisa al espectador, y también de conmoverlo, puede que sea esta última capacidad la más recurrente a la hora de rezar las alabanzas hacia este completo intérprete, quedando relegada su envidiable vis cómica a un plano más mundano.
Puretas a un lado, la dimensión de José Luis López Vázquez como cómico no tiene nada que envidiar a su homóloga dramática. Es más, su carrera humorística es el vivo ejemplo de que los prejuicios que arrastra el género son infundados. Pues, además de llevar la risa en tiempos poco dados a ello, bajo la apariencia burlesca del español medio, el actor construyó personajes que se convirtieron en el mejor testimonio de lo que fuimos.
De dependiente en Galerías Preciados a heredero Leguineche
Introvertido y comedido en la intimidad, López Vázquez desarrolló un perfil totalmente antagónico como actor, profesión a la que llegó de manera fortuita. Entre bastidores, ejerció de figurinista para después convertirse en figurante. De ahí pasó a hacer las veces de dependiente en Galerías Preciados en Esa pareja feliz (1951), el debut cinematográfico de Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem.
Apenas fueron unos segundos los que José Luis López Vázquez apareció en pantalla –en los créditos no se rotuló siquiera su nombre-, pero fueron suficientes para que Berlanga tomase buena nota del potencial cómico del intérprete. La naturalidad y espontaneidad del artista sorprendieron al realizador, quien explotó “la revolera”, como le gustaba llamar a la manera de cerrar los textos por parte de López Vázquez, en sus punzantes crónicas fílmicas.
La soltura que brindó el director al actor permitió a éste experimentar con el humor ácido y simpático tan característico de las películas del realizador, hasta convertirlo en patrimonio nacional. De esta simbiosis Berlanga-López Vázquez surgieron joyas como Plácido (1961) y El verdugo (1963).
El guion de esta última se hizo precisamente ad hoc para que José Luis lo protagonizase, sin embargo, la injerencia italiana en la producción de la película hizo que Nino Manfredi encabezase el cartel, relegando al actor madrileño a un papel secundario. Años más tarde, Berlanga se resarció otorgando a López Vázquez la posibilidad de heredar el título nobiliario de Marques de Leguineche en la Trilogía Nacional.
Las comedias humanas de Ferreri y Forqué
Como Berlanga, otros directores pusieron su objetivo en el cómico bigote de José Luis López Vázquez. Unos primerizos Marco Ferreri y Rafael Azcona decidieron iniciarse en esto del cine colocando al madrileño en primerísimo primer plano con El pisito (1958).
La película, que supuso igualmente el primer papel protagonista en la carrera del actor, retrató en clave de humor negro la cruda realidad de la España de la época a través de la figura de Rodolfo (interpretado por López Vázquez). El hombre se ve obligado a contraer nupcias con una anciana para heredar, cuando ésta muera, la pensión donde él y su novia viven de realquiler desde hace años.
La trama, que bien podría servir para denunciar el problema de vivienda que aqueja a la sociedad actual, es un ejemplo de cómo López Vázquez podía cultivar risas con amargura entre el público.
Dicho tono socarrón lo practicó en otras comedias humanas como Un millón en la basura (José María Forqué, 1967). En la misma, el actor venía a decir que la fortuna se torna en infortunio cuando el beneficiario es un desdichado. Esa al menos es la conclusión a la que se llega escuchando la conversación que mantienen Pepe Martínez (López Vázquez) y su mujer Consuelo (Julia Gutiérrez Caba). Tras descubrir ésta que su marido barrendero ha encontrado un millón de pesetas en la basura, le advierte de que puede ir a la cárcel. ¿El motivo?: “los pobres no pueden tener tanto dinero”.
Cabecilla de un atraco y embajador del español medio
Aunque el grueso de personajes cómicos interpretados por José Luis López Vázquez compartía percha, el actor supo dotar a sus alter ego de una gracia repleta de matices. El mismo hombre bajito con mostacho era capaz de encabezar con garbo el asalto a una sucursal bancaria en Atraco a las tres (también de José María Forqué, 1962) como convertirse en el timador perseguido por potencias extranjeras en Objetivo Bi-Ki-Ni (Mariano Ozores, 1968).
Acompañado con asiduidad por la voz de Gracita Morales, durante las décadas de los 60 y 70, el intérprete vistió igualmente los tópicos del españolito de entonces con desenfadadas comedias de ‘ligoteo’ y playa. Entre ellas podemos encontrar títulos firmados por realizadores proclives a este tipo de guasas como Pedro Lazaga, Mariano Ozores, José Luis Sáenz de Heredia y Vicente Escrivá: Martes y trece (1961), Fin de semana (1962), 40 grados a la sombra (1967) El turismo es un gran invento (1968), ¿Por qué pecamos a los 40? (1970) y Lo verde empieza en los Pirineos (1973).
Coloreadas a menudo de humor verde, estas películas alimenticias para actor y productores tuvieron la doble función de paliar la tediosa cotidianidad del espectador y ser testigos del contexto histórico en el que se desarrollaron.
Sin importar que los chistes fuesen enlatados, tirados de barrica o barril, la pronunciación de éstos en boca de José Luis López Vázquez encumbró su faceta de cómico en nuestro cine; la preferida del actor, como manifestó en más de una ocasión.