Antonio J. Navarro: “El cine policíaco en España es la voz de las cosas que nadie se atreve a decir”

En FlixOlé entrevistamos al crítico e historiador cinematográfico Antonio José Navarro. Coautor del libro ‘La edad de oro del cine policíaco español’, nos desgrana las características del ‘noir’ cultivado por la industria fílmica en nuestro país a lo largo de las décadas y cómo dicho género ha sido el verdadero espejo de la realidad que los ciudadanos veían a pie de calle.
Como crítico, historiador y apasionado del cine ¿Qué lugar ocupa el cine negro en tu estantería?
A mí, como aficionado, las películas de género siempre me han interesado mucho. El policiaco es uno de mis predilectos, junto con el western y el cine fantástico de terror. En mi estantería y en mi filmografía personal se encuentran todas las películas policíacas que he podido ver desde los orígenes.
Desde el policíaco que empieza con el cine mudo, David W. Griffith hizo una película de gánsteres que, desde el punto de vista narrativo, era muy revolucionaria en la utilización de la profundidad de campo; hasta las películas de criminales alemanas como M, el vampiro de Düsseldorf; y, a partir de ahí, he ido siguiendo el género con interés e intentando aportar un poco de luz sobre diversos aspectos del policíaco.
Has hablado de arrojar luz a un género de luces y sombras. Hablamos de cine negro, de cine policiaco… ¿Cómo debemos referimos a este género? En el libro La edad de oro del cine policiaco español se hace mención a películas que tienen una estética “de cine negro” pero cuyos personajes no son ni gánsteres ni policías. ¿Qué características tiene el cine negro?
Los franceses tienen una división práctica sobre el asunto. Por un lado está el noir, como ellos le llaman. De hecho, la terminología cine negro o ‘lo negro’, tanto en literatura como en cine, es una definición francesa; los norteamericanos siempre se han referido a sus películas como como thrillers o ‘cop movies’, películas de policías. ‘Lo negro’ sería, por así decirlo, aspectos de la personalidad humana que pueden estar relacionados con el crimen, y que no tiene por qué intervenir la policía para nada.

Pueden ser historias de pasiones donde entran en juego los celos, la envidia, la codicia, etcétera. Hay películas que hablan de situaciones sociales extremas, en los que la pobreza y la marginalidad juegan un papel fundamental. Todo esto está tratado desde un punto de vista estético, sombrío, oscuro, tenebroso… La fotografía en blanco y negro es fundamental.
Hay películas que hablan de situaciones sociales extremas, en los que la pobreza y la marginalidad juegan un papel fundamental”
Igualmente, el cine negro está vinculado a una estética de raíces expresionistas. El cine negro en Estados Unidos debe muchísimo a todos los exiliados alemanes que huyeron del nazismo y convirtieron lo que eran originalmente películas de gánsteres, como puede ser Scarface (de Howard Hawks), en películas ya mucho más truculentas. El noir es esa textura que tienen las imágenes y las historias que, pudiendo ser narradas de otra manera, el realizador decide hacerlo desde una perspectiva siempre sombría, pesimista y trágica.
Lo policíaco podríamos decir que es todo lo relacionado con el crimen y los procedimientos que existen para combatirlo. También podría ser la descripción de ese orden paralelo que vive con nuestra sociedad, que es el mundo del crimen: va desde las pequeñas a las grandes organizaciones criminales, o bandas de atracadores.
Hay cierto consenso sobre cuándo empezó en España el cine negro: con las películas Brigada Criminal y Apartado de Correos de 1001. No obstante, hay títulos que precedieron a los de Ignacio F. Iquino y Julio Salvador. ¿Cómo cruzó el cine negro el charco y llegó a España?¿Cuál fue el germen del cine policiaco en el país?
Podríamos decir que el cine policiaco no llega a España, sino que forma parte de la cultura española. Siempre ha habido periódicos de corte sensacionalista que se han centrado en personajes criminales, en psicópatas, en asesinatos… Igualmente han existido épocas políticas y sociales que han generado elementos propios del cine negro.
Las funestas consecuencias de la posguerra alentaron actividades delictivas, como por ejemplo, el contrabando”
También hemos tenido personajes dignos de una película de terror, como la llamada Enriqueta Martí: La Vampira del Raval, que mataba niños para sacarles la sangre y vendérsela a los ricos… O el propio crimen de la calle Bordadores en Madrid, que generó una película estupenda de Edgar Neville. Además ha habido una gran pasión en este país por las obras de teatro más o menos truculentas. Luego está el hecho de que hubiese escritores que se dedicaron a escribir novelas o folletines de corte policíaco o thriller. Es algo que forma parte de nuestra cultura, aparte de la literatura extranjera que llegó sobre el tema.
A partir de ahí existe la lógica de todas las sociedades: que tienen su lado oscuro, criminal; tienen su hampa y lumpen. Todo ello tuvo que verse reflejado en el cine franquista, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por dar a entender que en España no pasaba nada, que esto era una balsa de aceite. Y no era así. Las funestas consecuencias de la posguerra alentaron actividades delictivas, como por ejemplo, el contrabando, que aquí se llamaba popularmente el estraperlo.
Un cine que entroncaba con la realidad
¿Qué características tenía ese cine limitado por la censura?
Tenía dos características muy claras. Por un lado estaba la imitación de los modelos norteamericanos. Imitación que estaba condicionada por razones técnicas y, sobre todo, económicas. Digamos que los medios que tenía Hollywood no eran los mismos que disponía el cine español de la época. A pesar de ello, los técnicos eran excelentes. Por otro lado, se construyó un imaginario delictivo y social de ambientes, lugares y personajes que es intransferible a otra cinematografía; es decir, era típicamente española.
Como ejemplos de películas negras realmente importantes estaría Almas en peligro, título sobre la delincuencia juvenil y los chavales huérfanos de la guerra; una película muy arriesgada que denunciaba un tema que incomodaba a las autoridades. También podemos destacar como película negra en esencia, por lo que explica de una sociedad que está en crisis: Surcos, de Juan Antonio Nieves Conde. Es una de las grandes películas del cine español. Esa ansia de sobrevivir económicamente en una ciudad que literalmente te está tragando da pie a historias propias de la literatura negra.
Es cierto que había condicionamientos plurales de la censura: un final feliz, el villano tenía que pagar por su crimen, etcétera, pero en medio había un viaje fascinante que nos hablaba de cómo éramos en aquella época. Era una especie de crónica extraoficial, al margen del nodo y de los periódicos, que conectaba la sociedad con su mundo. Se reconocían en él y lo disfrutaban por esa manera de integrarlo dentro de una estructura de novela policial.
A tiro limpio fue una de esas películas que logró, sorpresivamente, sortear a la censura. ¿Qué películas de aquellas décadas recomendarías?
A tiro limpio sería una de ellas, porque en realidad lo que nos está contando es una historia de maquis, de opositores franquistas al régimen. Esa sería una de las que yo, por ejemplo, destacaría para empezar. Luego hay otros títulos que en su momento también molestaron al régimen, en cierto sentido, como es el propio caso de Surcos. Lo que ocurre es que fue una película que se permitió su exhibición porque Nieves Conde era falangista.
Hay otras películas interesantísimas que son El cerco y A sangre fría; también Manos sucias, una especie de versión de El cartero siempre llama dos veces. Son películas que pueden parecer que son muy inocentes, pero molestaban muchísimo. Realizaban una serie de filigranas narrativas y estéticas para driblar a la censura.

¿Qué efecto tuvo el cine negro en el resto de producciones de la época?
El cine negro español tiene una importancia capital en el desarrollo de nuestra industria, de nuestra cultura cinematográfica. Podríamos decir, sin riesgo a equivocarnos, que durante esa época fue el único tipo de cine político al que podíamos aspirar. Si bien es cierto que algunas historias pueden parecernos muy estereotipadas, o el final feliz en ocasiones nos parece tremendamente forzado, lo importante es lo que hay en medio.
Se nos muestra la sociedad española del momento: los barrios marginales que estaban abandonados, el contrabando, el tráfico de antibióticos… Aparece también la prostitución y la corrupción policial. Se filmaba la calle: la gente que pasaba por ella eran personas reales, ciudadanos auténticos. Y eso dentro de la España, supuestamente, “de los 25 años de paz”, de “aquí no pasa nada” y “todo el mundo tiene trabajo, pan y prosperidad”, cuando no era en absoluto cierto, creaba una sensación de molestia muy grande.
Podríamos decir, sin riesgo a equivocarnos, que durante esa época fue el único tipo de cine político al que podíamos aspirar”
Eran películas que nos enseñaban que sí pasaban cosas. A partir de los años 60, cuando se establece la política de coproducción, se deriva a producciones como westerns, películas de romanos… No obstante, el policíaco nunca desaparece del panorama cinematográfico español, se da con mayor o menor intensidad y evoluciona. Pasamos de las películas negras o policíacas más puras hasta thrillers. Cuando llega la Transición, empezamos a tener otra vez un cine policíaco digno de tal nombre. Hoy en día existen títulos interesantes que denuncian cosas que en otras películas no se denuncian.
La evolución del noir hasta nuestros días
El cine quinqui, ¿entraría dentro del género?
Yo lo que tengo claro es que el cine policíaco en España es la voz de las cosas que nadie se atreve a decir. Porque una película como El Reino, que nos está hablando de la corrupción en un partido político que nunca se menciona el nombre, pero que todos tenemos muy claro cuál es, no deja de ser un thriller perfectamente construido y que funciona a todos los niveles.
Eso es herencia de aquella época. Yo creo que a lo largo de los 70, 80 o 90, con mejor o peor fortuna, el género continúa y nos sigue mostrando esa realidad alternativa de la sociedad española. Para mí, por ejemplo, una de las mejores películas españolas en lo que llevamos de este siglo XXI es No habrá paz para los malvados: hay un policía corrupto, terrorismo islámico, corrupción policial y muchísimas cosas metidas ahí, llevadas a la pantalla con una fuerza que ya quisieran muchas películas norteamericanas.
Ha habido una evolución y digamos que es un género que se ha ido adaptando con el paso de los años ¿cómo ve el futuro del género?
Yo siempre he dicho que a los géneros cinematográficos y literarios se les puede aplicar una especie de teoría darwinista: van evolucionando. Nacen, tienen unos orígenes y una morfología o una estética muy concreta, pero con el paso del tiempo tienen que cambiar. Lo hacen porque las sociedades y el mundo ya no son iguales; las formas del crimen y de combatirlo también son diferentes.
Mientras haya sociedades imperfectas como la nuestra […] seguirán existiendo las películas negras y las películas policiacas”
Eso tiene que verse reflejado en la pantalla. Pasamos de las películas en blanco y negro, que para los puristas es el cine negro original y que desaparece, algo con lo que yo no estoy de acuerdo. El cine negro se transforma en otra cosa, ya sea en un thriller o en un neothriller. A partir de aquí, tenemos historias similares, contadas de manera diferente; porque al final las imágenes en el cine son el mensaje, no el argumento.
Mientras haya sociedades imperfectas como la nuestra, con desigualdades sociales, luchas de poder y elementos criminales que socaban la idea del orden que más o menos tenemos todos en la cabeza, seguirán existiendo las películas negras y las películas policiacas.
Los espectadores contemporáneos deberían acercarse a este tipo de cine, al cine negro español, sin prejuicios. Que nadie piense que son películas anticuadas o franquistas. Es evidente que muchas de ellas tienen una moral reaccionaria que puede llegar a molestar, pero hay otros títulos interesantes, muy bien filmados, que no tienen nada que envidiar a algunos títulos norteamericanos o franceses.
El cine español ha sido siempre víctima de muchos malentendidos y prejuicios ideológicos. Si nos sacudimos esto de encima, podremos disfrutar de estas películas y aprender muchas cosas de ellas.