Las 10 Óperas primas a descubrir en FlixOlé
Ópera Prima. La oportunidad de una vida. El fruto de muchos años de esfuerzo y de sueños. El descubrimiento de muchos cineastas. La oportunidad de los realizadores para descubrir y enseñar al mundo su voz. La primera película siempre se recuerda de una manera especial. Muchas carreras se definieron por lo que hicieron en su primera intentona en el cine. En FlixOlé ofrecemos una selección de 10 óperas primas diferentes, valientes, arriesgadas. 10 óperas primas que no dejan indiferente a nadie y que rompieron normas dentro de la historia del cine español.
Intacto (Juan Carlos Fresnadillo, 2001)
¿Qué diríais si alguien os contara que la suerte no es casual? ¿Qué pensarías si os dijera que existe una sociedad secreta que intercambia la suerte de anónimos? Tomás (Leonardo Sbaraglia) es el único superviviente de un accidente mortal de avión. Lo que él no conoce es que tiene un don: el particular regalo de robar la suerte a la gente con sólo tocarla. Una habilidad que descubrirá de la mano de Federico, un experto conocedor de este particular submundo. Juntos intentarán derrocar a Sam, el maestro del azar, un superviviente del Holocausto.
El director canario, Juan Carlos Fresnadillo, venía de cosechar una inesperada nominación al Oscar por su cortometraje Desposados. Todo el cine español estaba expectante por comprobar su salto al largo, y no defraudó. Intacto no defraudó a nadie. Rápidamente se convirtió en una de las películas de culto del nuevo milenio.
Habla, mudita (Manuel Gutiérrez Aragón, 1973)
Puede que conozcamos a Manuel Gutiérrez Aragón por alguna de sus comedias costumbristas o dramas históricos, pero la película con la que debutó no pudo ser más rompedora. Por algo fue galardonada con el Premio de la Crítica en el Festival de Berlín. Habla, mudita es una historia en torno al lenguaje; o en este caso, a la falta del mismo. Sobre las dinámicas de dominación y la influencia que ejercemos en nuestros semejantes.
Don Ramiro (José Luis López Vázquez) es un maestro que regresa a su pueblo desde la capital. Allí descubre a una joven muda (excelente y jovencísima Kiti Manver) y decide enseñarla a hablar. Obviamente nada es tan inocente como parece. Empieza un juego de seducción y aprendizaje entre alumna y maestro. Rodada en la cordillera cantábrica, un paraje idílico que se convertía en cárcel para sus personajes. Una joven salvaje que sirvió al cineasta para hacer una metáfora sobre la España de la época.
Memorias del ángel caído (Fernando Cámara y David Alonso, 1997)
¡El Milenarismo va a llegar! O más bien llegó a finales de los 90, y con él una avalancha de dudas y profecías sobre el fin del mundo. No fue El día de la Bestia (Álex de la Iglesia, 1995) la única película española sobre El Caído. Memorias del ángel caído fue una valiente película de terror que exploraba los miedos del nuevo milenio que llegaba. En un país con una tradición católica tan marcada como el nuestro, los símbolos se volvían en nuestra contra. Nuestros miedos más profundos se convirtieron en reales.
En una famosa parroquia, los feligreses acaban envenenados inmediatamente después de comulgar. Mientras la policía investiga el suceso paranormal, los párrocos de la iglesia comienzan a sufrir visiones inexplicables. Lo que nadie podía prever es que los fallecidos comenzaran a levantarse después de sus autopsias. Una película llena de hallazgos visuales y una furiosa crítica contra el fanatismo católico. Con Santiago Ramos, Hector Alterio y José Luis López Vázquez.
La vida de nadie (Eduard Cortés, 2002)
Emilio Barrero lo tiene todo: una vida perfecta, un trabajo impresionante en el Banco de España, una esposa que lo adora, su hijo que lo idolatra, una casa idílica… Pero todo es apariencia. Su vida es una gran mentira, y pronto saltará por los aires. Concretamente cuando entra en su hogar una joven estudiante que ejerce de niñera en sus ratos libres. Emilio vive de estafar a su familia y amigos. Ni trabaja, ni tiene dinero y pasa los días en un banco en Madrid para engañar a todos sus allegados.
Eduard Cortés debutó como cineasta con La vida de nadie, una película sobre la hipocresía de la normalidad. Sobre las falsas apariencias y la sociedad del bienestar basada en una mentira. Con un José Coronado espectacular como Emilio Barrero, el economista que nunca fue, y uno de los primeros papeles cinematográficos de Marta Etura. Cine valiente y arriesgado que ponía en el bisturí temas de los que nadie se atrevía a hablar. Una de las joyas ocultas del cine español de la década de los 2000.
Demasiado viejo para morir joven (Isabel Coixet, 1988)
Película debut de Isabel Coixet. Con esas 5 palabras ya sería más que suficiente para descubrir esta ópera prima. Demasiado viejo para morir joven se centra en las vidas de dos jóvenes que vagan sin rumbo en la Barcelona de finales de los 80. Trabajos eventuales, mal pagados, existencias vacías que contrastan con una ciudad en crecimiento. Uno camarero, el otro taxista. Gracias a sus trabajos comienzan a toparse con fauna de lo más pintoresca y situaciones impredecibles.
La cineasta catalana realizó un retrato lleno de claroscuros de la generación asentada en la democracia. Una juventud perdida, sin rumbo, que navegaba sin identidad dentro de un país obligado a modernizarse. Coixet ofreció una visión nada complaciente de una ciudad como Barcelona con esta película. Tan multicultural como sombría y tenebrosa. Una estimulante y rara avis dentro de su filmografía.
Salto al vacío (Daniel Calparsoro, 1995)
Hay cineastas que tan solo una película ya crean y marcan un estilo. Es el caso de Daniel Calparsoro con Salto al vacío. El rey de los thrillers urbanos de las últimas décadas en España. Un retratista ejemplar de las ciudades como junglas de asfalto irrespirables. Protagonistas en huida continua de lugares que les atrapan tanto física como emocionalmente. Personalidad muy marcada desde su primera película, ya incluiría a rostros como Najwa Nimri o Ion Gabella, fundamentales para la primera etapa de su carrera.
Álex (Nimri) es una joven que sobrevive en el Bilbao de los 90 a base de trapicheos con drogas y armas. La violencia es su particular modo de supervivencia. En este ambiente, o matas o eres comido. Pero en una vida llena de delincuencia también hay lugar para el amor. Álex se encuentra enamorada en secreto de Javi (Roberto Chalu) pero no sabe si éste le corresponde. ¿Puede el amor triunfar sobre la aspereza emocional del asfalto y la rudeza de las calles de Bilbao? Salto al vacío es la respuesta.
La busca (Angelino Fons, 1966)
“Todos somos unos bereberes”. Es una de las frases más famosas de La busca, una de las películas fundamentales para entender el Nuevo Cine Español. Con profundas raíces en el audiovisual francés de la época, es la adaptación de la primera parte de la trilogía de La lucha por la vida de Pío Baroja. Fons dispuso un vehículo realista, trágico y durísimo sobre la vida en el Madrid de la posguerra. El realizador no quiso edulcorar las penurias que pasaba buena parte de la población durante estos años y configuró un largometraje trágico y oscuro.
El relato en pasajes de un joven de provincias que llega a la capital a ganarse la vida. Comienza a mal ganarse el sustento en una humilde pensión donde colabora con su madre. Más tarde acabará de aprendiz de zapatero y en una tahona fabricando pan. Pero las circunstancias de la sociedad, y su mísera existencia, le llevan a un presente de mendicidad y prostitución. El Madrid más siniestro de comienzos del siglo XX. Una obra capital del cine español de los 60.
Familia (Fernando León de Aranoa, 1996)
Hay directores que nacen con estrella. Fernando León de Aranoa llegó con un pan debajo del brazo en forma de primera película, Familia. Una comedia negrísima que comienza con la normalidad más rutinaria. Los miembros de una familia preparan el desayuno a la espera del cabeza de familia. Todo discurre de manera ordinaria hasta que el padre se queja… Este no es el hijo que él había pedido. Es un grupo de actores que ha contratado para interpretar que son su verdadera familia.
En manos de cualquier cineasta, Familia se habría quedado en una simple anécdota. León de Aranoa lo lleva mucho más allá. Es un estudio sobre la soledad gracias a la brillantísima interpretación de Juan Luis Galiardo. De la empatía humana y de los nuevos modos de capitalismo que permiten que un semejante pueda “comprar” una nueva familia. Dejó escenas para el recuerdo como una jovencísima Elena Anaya manteniendo una conversación sobre sexo con su nuevo padre. Un nuevo clásico de los noventa que consagró la figura de su realizador.
Antártida (Manuel Huerga, 1995)
El lado más salvaje de la vida. Una existencia descarrilada y almas que conectan por pura desesperación. Ariadna Gil interpretó uno de los personajes más icónicos de su carrera en Antártida, la película de debut del cineasta Manuel Huerga. Rubia platina, estrella de rock en decadencia, adicta a la heroína y a las relaciones tóxicas. Existencias al límite, sueños rotos que de repente se encuentran con la oportunidad de su vida en forma de un alijo encontrado de heroína.
Huerga supo conjugar una historia de eternos adolescentes rotos en su existencia. Su dirección, siempre vibrante y moderna, se transformó en un personaje más de la historia. Una mirada comprensiva hacia unos eternos Niños Perdidos que no acaban de encontrar su rumbo en una sociedad que los desoye. Una reinvención del género quinqui y delincuencia juvenil llevada hacia horizontes totalmente contemporáneos. Imperdible su magnífica banda sonora.
El buen amor (Francisco Regueiro, 1963)
Francisco Regueiro se empeñó en demostrar desde su primera película que no sería un nombre más en el cine español. El singular autor vallisoletano utilizó una simple historia de romance para meter el bisturí en la sociedad franquista. El buen amor va más allá de una pasajera historia de enamoramiento. Habla del ahogamiento que supone a una pareja vivir en una sociedad tan cerrada como la de Toledo. La presencia constante de instituciones militares y eclesiásticas tiñe la historia de un aire de fatalismo muy alejado de los tonos positivos de este tipo de ficciones.
La historia de Mari Carmen (Marta del Val) y José (Simón Andreu) que se disponen a emprender el viaje físico y emocional de sus vidas. Unos simples novillos desencadenarán que la joven pareja de amantes descubra la realidad ante sus ojos. Regueiro crea un microcosmos casi documental donde los pequeños detalles son claves para entender la mirada de su cineasta. Neorrealismo en clave español con una visión extremadamente crítica de la época.
La primera vez nunca se olvida. Aquí te traemos las mejores