La mirada femenina: Historia de las directoras de cine en España
El presente y futuro del cine español se escribe en femenino… Pero no ha sido siempre un camino sencillo. Desigualdades, invisibilidad, techos de cristal, censura, etc. Han sido muchas las trabas que han tenido que soportar generaciones de realizadoras antes de poder llegar al rutilante panorama actual; aunque todavía quede mucho camino por recorrer. En FlixOlé hacemos un breve repaso sobre la historia de algunas de ellas. Pioneras, valientes e intrépidas. Es importante conocer de dónde venimos para poder apreciar el momento histórico que actualmente estamos viviendo.
Pioneras del medio
Aunque la fecha oficial de la llegada del cine a España fue en 1985, no fue hasta un año después cuando se pudo consolidar. Una representación del cinematógrafo en el Hotel Rusia es apadrinada por la familia real. Es a Alexander Promio al que se le deben las primeras imágenes cinematográficas rodadas en España.
No sería hasta más de 20 años después que se registrarían las primeras películas rodadas por mujeres. La mayoría de las fuentes históricas afirman que fue Elena Jordi, seudónimo de Montserrat Casals Baqué, la primera directora de cine en España. Elena, de profesión actriz, también fue empresaria en el circuito de variedades del Paralelo de Barcelona.
A través de su compañía, Studio Films, se lanzó a adaptar la ópera Thäis de Jules Massenet. A Jordi, no le valió sólo con ponerse detrás de la cámara sino que también protagonizó la película. Por desgracia, como mucho cine de la época, no se conserva material gráfico de la obra. Tan sólo testimonios en prensa preservan la existencia de su estreno.
Helena Cortesina, artista de variedades valenciana, fundó su propia productora en los primeros años 20. Cortesina Films sirvió a esta multidisciplinar artista para rodar Flor de España en colaboración con el resto de sus hermanas. La película no tuvo mucho éxito y Helena acabaría emigrando a Argentina sin volver a dirigir jamás. Mucho más asentada en la industria resulta Rosario Pi, la primera gran cineasta de nuestro país. Procedente del mundo de la producción, montó junto a dos socios la primera productora de films sonoros de la época: Star Films.
En 1935, se pondría detrás de la cámara para rodar la primera película sonora dirigida por una mujer, El gato montés. Adaptación de una ópera de Manuel Penella, es la habitual historia de bandoleros, gitanas, traiciones y despechos, pero desde un punto de vista tremendamente avanzado. Pi rodó otra película, Molinos de viento, de la que no se conserva ningún material audiovisual. Por desgracia, la Guerra Civil y la incomprensión de la época, la empujaron al exilio. De todas las pioneras, Rosario fue la más proclive a tener una carrera dentro de la cinematografía española.
Josefina Molina. La primera de la clase
A pesar de otros nombres importantes como Ana Mariscal, Carmen Pisano, Beatriz Aspizu o Margarita Alexandre, podemos decir que la primera gran generación de directoras llegó a finales de los 60. La apertura del régimen franquista y las nuevas realidades sociales provocaron que algunas mujeres se lanzaran a estudiar cine en la Escuela Oficial.
Uno de los casos más claros fue el de Josefina Molina, que en 1969 se convierte en la primera mujer con título de la Escuela de Cine. Con una amplia carrera en la televisión pública, daría el salto al largo en 1973 con Vera, un cuento cruel. La historia de un caballero español del Siglo XIX que no acepta que su mujer haya muerto un año antes. Protagonizada por Fernando Fernán Gómez, Julieta Serrano y Alfredo Mayo, adapta un cuento de Auguste Villiers.
Más fundacional resultaría su siguiente película, Función de noche. Pseudodocumental en torno a la representación de una función de Cinco horas con Mario protagonizada por el matrimonio en la vida real de Lola Herrera y Daniel Dicenta. A mitad de camino entre realidad y ficción, Molina supo introducir los cambios que se iban filtrando en la sociedad española y el nuevo papel que representaba en ellos la mujer.
Molina continuaría su carrera con vocación feminista con obras como la histórica Esquilache, La Lola se va a los puertos o volviendo a TVE a cosechar un gran éxito con series como Teresa de Jesús, El castillo interior o Entre Naranjos.
Pilar Miró. Contra todos
Estudiante de periodismo, derecho y cine, Pilar Miró fue también de las primeras mujeres en graduarse en la Escuela de Cine. Inició su carrera dentro RTVE donde dirigió episodios de series como Curro Jiménez o Los libros. Desde el principio de su carrera introdujo discursos progresistas en todos sus trabajos. A pesar de debutar en el cine con La petición, su consolidación llegaría con El crimen de Cuenca. Película maltratada y perseguida por la censura, convirtió a la cineasta en un mito de La Transición.
Con Gary Cooper, que estás en los cielos rodará su película más personal. Un exorcismo de su vida profesional y el significado de ser la única mujer en una vida de hombres. Durante las décadas posteriores, se consolidará como uno de los nombres imprescindibles del cine español con títulos como Beltenebros (1991) o El perro del hortelano (1996).
Cecilia Bartolomé. Combatiendo contra el silencio
Invisibilizada durante muchos años, Cecilia Bartolomé es la directora más reivindicativa de su generación. También perteneciente a la Escuela de Cine, dirigió el cortometraje Margarita y el lobo que fue vetado por las autoridades. Sus trabajos estudiantiles le acarrearon fama de agitadora y estuvo incluida en varias listas negras durante toda su carrera. Su debut como cineasta, Vámonos, Bárbara, está considerado por muchos como la primera película feminista del cine español. Una versión sui generis de Alicia ya no vive aquí de Scorsese desde el punto de vista de una mujer airada con su situación en el mundo.
Junto a su hermano José Juan, crearon con el documental Después de… una de las piezas más críticas e imprescindibles para entender la Transición española. En 1996, rodaría su largometraje final, Léjos de África, una crítica del colonialismo europeo.
La gran explosión
A medida que la sociedad iba virando hacia una progresiva igualdad, la industria se hacía más abierta para las directoras. Una generación de directoras criadas y asentadas en la democracia que, bajo la Ley Miró, aclararon el panorama para la explosión de talento contemporáneo.
Icíar Bollaín, de talento precoz, a los 16 años protagonizó El sur de Víctor Erice. Seducida por el cine, compagina sus trabajos como actriz con estudiar Bellas Artes en la Complutense. A principios de la década de los 90 funda su propia productora, La Iguana, donde produce y dirige sus primeros cortometrajes y su ópera prima: Hola, ¿Estás sola?
Con un cine muy comprometido socialmente, películas como Te doy mis ojos, También la lluvia o Katmandú, un espejo en el cielo, le sirvieron para convertirse en uno de los grandes nombres del cine español del nuevo milenio. Es fundadora de CIMA (Asociación de Mujeres cineastas y Medios Audiovisuales).
Desde que era pequeña, Isabel Coixet tuvo muy claro que lo suyo era el cine. De dirigir pequeños cortos caseros con una cámara de 8mm a debutar en el largo con apenas 28 años en Demasiado viejo para morir joven. Pionera en rodar en otras latitudes y en otros idiomas, con su segunda película, Cosas que nunca te dije, se convirtió en una de las voces más personales del cine español. Ganadora de varios premios Goya, sus películas han competido en festivales como Berlín, Sundance o Cannes.
A Gracia Querejeta, la profesión le sale por los poros y viene de familia. Hija del mítico productor, debuta en el largo en 1992 con Una estación de paso ganando el premio del Jurado en Valladolid. Durante tres décadas no ha parado de rodar completando una de las filmografías más fructíferas de su generación. En su currículum se encuentran títulos tan aplaudidos como Cuando vuelvas a mi lado, Siete mesas de billar francés o Héctor.
Patricia Ferreira estudió Periodismo y Ciencias de la imagen. Su llegada al medio la realizaría a través de la crítica de cine en Fotogramas y TVE. En 1999, dirige su primer largometraje, Sé quién eres y le vale una nominación a los Goya. Ha dirigido trabajos tan meritorios como El alquimista impaciente o Para que no me olvides en el territorio de la ficción. En 2004, se lanzó al cine documental con el cortometraje En el mundo a cada rato.
Estos nombres y muchos más han servido para romper el techo de cristal y que el panorama para las mujeres cineastas se presente más brillante que nunca.
Comprometidas, pioneras, transgresoras y valientes: #Directoras