El extraño viaje del Fernán-Gómez director
A lo largo de su extensa carrera, Fernando Fernán-Gómez trabajó al servicio de los más célebres directores españoles. Se nutrió de grandes cineastas como José Luis Sáenz de Heredia, Luis García Berlanga, Edgar Neville o Juan Antonio Bardem, logrando desarrollar así otra de sus virtuosas facetas: la de director cinematográfico.
Una vez consagrado como actor, en los años 50 se aventura en la dirección de cine y debuta con Manicomio (1953). Como realizador rodará cerca de una treintena de títulos, incluidos largometrajes y series para televisión. En sus trabajos reflejará la clara influencia de grandes personalidades entre cineastas y literatos, como: Edgar Neville, Miguel Mihura, José Luis Sáenz de Heredia o Ramón Gómez de la Serna, entre otros.
Consecuencia de esos heterogéneos referentes resultarían las tan reconocibles creaciones de Fernán Gómez. Esperpénticas obras enmarcadas en una descriptiva atmósfera costumbrista, acentuada por su inigualable y crítico sainete fílmico.
Los años 50 y Analía Gadé
De sus primeras producciones como cineasta, cabe destacar su tercera película dirigida: El malvado Carabel (1955). Una divertidísima comedia, basada en una novela de Wenceslao Fernández Flórez, en la que un hombre intenta convertirse en villano después de que la bondad sólo le ha traído infortunios. Adaptada ya por Neville en 1935, la obra asentaba las bases del neorrealismo en su trayectoria.
A mediados de la década de los 50 se establece una conocida relación profesional con la actriz argentina Analía Gadé. Esta popular colaboración dio comienzo bajo la dirección de León Klimovsky. A partir de entonces, Fernán-Gómez la tendría en sus pensamientos fílmicos. La podemos ver, por ejemplo, en Mayores con reparos (1966), basada en la comedia homónima de Juan José Alonso Millán en la que tres cabareteras sienten una especial debilidad por los hombres.
Las vapuleadas obras maestras de los años 60
Ya en los años 60, dejando a un lado sus correrías con Analía Gadé, dirigió títulos como La venganza de don Mendo (1961), adaptación de la famosa obra de teatro de Pedro Muñoz Seca que coprotagonizó con Paloma Valdés; y Ninette y un señor de Murcia (1965), versión cinematográfica del texto homónimo de Miguel Mihura, que Fernando Fernán-Gómez protagonizó junto a Rosenda Monteros y Alfredo Landa.
De la citada década nos quedamos con las dos obras cumbre de Fernán-Gómez: El mundo sigue (1963) y El extraño viaje (1964). Ambas películas son el mejor ejemplo del desparpajo creador del realizador, actor y literato que nos ocupa. Lamentablemente, la sociedad española de la época no otorgó el reconocimiento que merecían dichos títulos, adelantados a su tiempo. Aunque hay que decir que la censura tampoco ayudó; es más, todo lo contrario. A día de hoy, los dos largometrajes se encuentran entre los mejores trabajos de Fernán-Gómez como director, y de la cinematografía española.
Con respecto a El Mundo Sigue (1963), Fernán-Gómez presenta un descarnado drama centrado en el enfrentamiento de dos hermanas muy diferentes en plena sociedad de la posguerra española. La cinta puso la lupa en todo aquello que existía, pero de lo que no se podía hablar: adulterio, prostitución, aborto, violencia machista y, sobre todo, una corrupción moral generalizada, interclasista.
El extraño e interminable viaje
Ese ácido realismo que tan poco gustaba al régimen de turno también tuvo cabida en El Extraño Viaje (1964). La obra, que incorporó a actores de la talla de Carlos Larrañaga, Rafaela Aparicio y Jesús Franco, evidenciaba las carencias de los pueblos de la España de los años sesenta, narradas con el carácter tradicional y esperpéntico propio de su director.
El guion se basó en un argumento de Luis García Berlanga. Tomaba como punto de partida el llamado ‘Crimen de Mazarrón’, ocurrido en un pueblo de la comunidad murciana. Su título debía ser ‘El crimen de Mazarrón’, pero en aquella época el alcalde de la localidad entendió que podía afectar negativamente al turismo de la zona… Y recurrió a la censura. Con el amparo de ésta, Fernán-Gómez tuvo que bautizar al film El Extraño Viaje (1964), que siempre se consideró el primer, y provisional, título.
La cinta, en contra de lo que se ha publicado numerosas veces, sólo tuvo pequeñas diferencias con los censores, quienes realizaron uno o dos cortes. No obstante, El extraño viaje no vio las salas hasta años después por decisión del distribuidor, quien según indicó Fernán-Gómez en sus memorias, “habiendo aceptado el guion, consideró la película improyectable”. La originalidad del argumento, junto al carácter tradicional y de sainete de narrarlo, convierten la cinta en una joya del cine español. La misma obtuvo el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor película en 1970.
Los 70´s, los 80´s y films más reconocidos
Las siguientes décadas confirmaron el estatus de Fernán-Gómez como intérprete y director, consiguiendo importantes galardones cinematográficos. Durante los años 70 rodó películas como Crimen Imperfecto (1970), comedia en la que el realizador también interpreta a un detective junto a José Luis López Vázquez; La querida (1976), o el extravagante drama Mi hija Hildegart (1977), que narra una historia real en la España de los años treinta.
Ya en los 80’s filmó Cinco tenedores (1980) y Mambrú se fue a la guerra (1986). Esta última cuenta la ocultación de un republicano durante la dictadura franquista. Por la misma obtuvo, en 1987, el premio Goya al mejor actor protagonista, y el Fotograma de Plata al mejor actor de cine.
Sobresale en este período su film más alabado: El viaje a ninguna parte (1986); adaptación de una novela suya de igual nombre. Esta producción narra el declive y muerte de una compañía de teatro ambulante que viaja por los pueblos de la España profunda de los años 50. En este homenaje al teatro, el director evidencia la frustración de una forma de ejercer la profesión, amenazada por el auge del cine. La obra es un retrato de la vida rural en plena dictadura franquista, unos tiempos de pobreza habitados por unos personajes pícaros.
La relevancia del film recae en el vínculo con nuestras tradiciones, en la cruda representación de la realidad para las clases populares. La difícil fusión de elementos costumbristas, sainetes y picarescos convierten la obra en una de las más grandes películas del cine español.
En palabras de su creador en El tiempo amarillo: “Quedé muy contento, de verdad, tanto de la novela como de la película […] Lo que más me gusta es un tipo de trabajo literario, poético, teatral, cinematográfico, que tenga relación directa con lo cotidiano, con lo usual, con la vida de todos los días”. Por El viaje a ninguna parte (1986), Fernán-Gómez recibió, en 1987, el premio Goya como mejor director y mejor guionista y el Fotograma de Plata por mejor actor de cine.
El cierre picaresco
Asimismo, merece especial mención su última producción Lázaro de Tormes (2000); adaptación de un monólogo suyo que escribió basándose en la famosa novela picaresca.
El actor y director enfermó gravemente durante el rodaje, y tuvo que ser reemplazado. Paco Rabal se hizo cargo del personaje del Ciego que Fernán-Gómez se reservaba para sí, mientras que José Luis García Sánchez se ocupó de la dirección. La película obtuvo gran reconocimiento, recibiendo, en el año 2000, el premio Goya al mejor guion adaptado.
Antes de fallecer en el año 2007, Fernando Fernán-Gómez cosechó un gran éxito así como grandes reconocimientos dentro del mundo de las artes. Recibió el Premio Nacional de Teatro en 1985 y el Príncipe de Asturias de las Artes en 1995. Además, en el año 2001 se le concedió la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, y en 2005 se le entregó el Oso de Oro honorífico en el Festival Internacional de Cine de Berlín.