José Luis Ozores fue uno de los cómicos más queridos del cine español pese a que él nunca se lo propuso por vocación. Procedente de una familia de artistas, fue el hermano mayor de una generación familiar que sembró España de risas y que tuvo en Antonio y Mariano a sus representantes más longevos. José Luis fue mucho más que uno de los intérpretes más queridos de su época. Auténtico hombre del pueblo, en la mayoría de sus papeles representaba a la perfección el prototipo del español medio. Su inocencia, su innegable vis cómica natural y su capacidad para conectar a un nivel emocional con el espectador, lo convirtieron en una estrella.
De carácter introvertido, Peliche, como le apodaban sus más allegados, fue un hombre culturalmente inquieto que utilizaba la pintura y pesca como vías de escape a su carrera cinematográfica. José Luis representaba la esperanza de una España rota por la guerra y con un negro porvenir para las clases menos pudientes. No era raro que se convirtiese en uno de los primeros actores con verdadero tirón popular a raíz del éxito de Recluta con niño. Un tipo de papel que interpretaba con tanta facilidad que le acabaría persiguiendo hasta el final. En FlixOlé queremos destacar 10 grandes momentos de su corta pero intensa filmografía con algunas de sus películas más destacadas en el año del centenario de su nacimiento.
El Tigre de Chamberí (Pedro Luis Ramírez, 1957)
La unión creativa entre el cineasta Pedro Luis Ramírez y José Luis Ozores consiguió crear algunas de las comedias más populares de la década de los 50. El éxito arrollador de Recluta con niño permitió al director colaborar en numerosas ocasiones con el famoso cómico y reclutarlo en varias películas a lo largo de los años. En El Tigre de Chamberí, Ozores perfeccionaría el papel que le hizo famoso como cómico. Un bonachón, casi inocente, es sobrepasado por las circunstancias cuando derriba a un famoso boxeador de un puñetazo en un evento deportivo.
Ramírez supo conjugar a la perfección un casting que hacía brillar las características de Ozores como actor. Junto a él, consiguió reunir a talentos como Antonio Garisa y sobre todo Tony Leblanc que ejercían de contrapunto a la bonachonería de José Luis. La inocencia y ternura del protagonista principal contra la picardía y el descaro de los secundarios que intentan aprovecharse de la ocasión
La mezcla es la habitual de la casa. Por un lado, la dosis de ternura necesaria encabezadas por las desdichas del protagonista. Enamorado hasta el tuétano de la hija de un promotor de boxeo, se lanza a una aventura que claramente es muy superior a sus habilidades. Y por el otro, la comedia más pura, representada por un elenco con una vis cómica tan natural que convertía los diálogos en oro puro. El film es un reflejo de la España pícara y superviviente de los 50. Las cornadas que daba el hambre eran sobrellevadas a base de cara dura y simpatía. Para el recuerdo, la escena donde Tony Leblanc se cuela en un recién inaugurado Santiago Bernabéu fingiendo una minusvalía.
La hora incógnita (Mariano Ozores, 1964)
La hora incógnita es una rareza nada habitual en la filmografía de Mariano Ozores… Aunque en realidad sería más justo decir que pocas películas son tan únicas y especiales como ella. Para empezar, convendría destacar su marco. La ciencia ficción nunca ha sido el género más explotado en nuestro país y las películas que tienen como escenario el apocalipsis pueden contarse con los dedos de la mano. Rodada en 1963 y estrenada en el 64, la película contó con un presupuesto elevadísimo para lo habitual en aquellos momentos. Aunque fue bien acogida por la crítica, el público le dio la espalda siendo un fracaso en su llegada a las salas. El propio Mariano Ozores acabaría virando definitivamente hacia la comedia y territorios más seguros debido a la pobre acogida del título por parte de los espectadores españoles.
Como si de un cruce imposible entre Berlanga y el cine de la Guerra Fría se tratara, La hora incógnita vuelve a ser un retrato demoledor sobre la España de aquellos años. Construida como una ficción a base de personajes y testimonios, utiliza a las clases más desarraigadas de la sociedad (un borracho, una prostituta, dos amantes, dos cotillas…) como supervivientes del desastre. Mariano le regaló a su hermano uno de los papeles más jugosos, el de borracho hastiado de la sociedad. Nuevamente la empatía del intérprete elevaba el papel y convertía a un personaje peripatético en alguien entrañable y con quien encariñarse. Fernando Rey, Antonio Ozores, Emma Penella y Elisa Montés completan el reparto de esta producción.
El Fotogénico (Pedro Lazaga, 1964)
La unión de dos auténticos titanes de la comedia. Pedro Lazaga en una de sus primeras comedias puras con un José Luis Ozores que venía de encadenar los triunfos de Recluta con niño y Los ladrones somos gente honrada. Una encantadora fábula sobre los peligros de la fama y la farándula. Ozores vuelve a interpretar al prototipo de bonachón inocente que usó durante buena parte de su carrera. De nuevo, un español de provincias se enfrenta a los peligros de la gran ciudad. En esta ocasión, se presta especial atención al mundo del cine. Su personaje se enamora de una popular actriz y acude a un casting para conocerla creándose posteriormente el equívoco de que ambos ya son pareja.
Una comedia de enredo divertidísima que se reía con descaro de los tópicos del cine del cine español y que volvía a demostrar que José Luis Ozores era único a la hora de empatizar con el público. Un especialista convirtiendo estereotipos en personajes tan humanos como entrañables.
Recluta con niño (Pedro Luis Ramírez, 1956)
La película que para bien o para mal acabaría definiendo la carrera de José Luis Ozores. El descomunal éxito de taquilla de la película tuvo un efecto inmediato en la carrera posterior del actor. Desde Recluta con niño, sería muy habitual ver al intérprete en papeles de semejantes características con tan sólo pequeñas variaciones entre película y película. Ozores creó una fórmula taquillera casi infalible y buena parte de ese éxito era debido a las grandes dosis de humanidad que insuflaba a sus personajes.
En manos de Ozores, un cateto simplemente no era un cateto, era un ser humano tridimensional que tras el armazón de estereotipo, ocultaba sentimientos a flor de piel. La presencia de un crío como centro dramático de la película ayudaba a la película en esa mezcla tan peculiar entre comedia y drama.
El éxito de la película fue tal que no sólo acabó por cambiar el registro en la carrera de Ozores sino de provocar numerosas versiones a lo largo de los años. 15 años después, Alfredo Landa se trasladaría a la Armada, con idéntico argumento y conseguiría con Cateto a babor la película con más espectadores de la historia del cine español. Otro fenómeno popular que dejaba claro la impronta que José Luis Ozores había tenido en varias generaciones de españoles.
El diablo toca la flauta (José María Forqué, 1964)
Otra rareza. En este caso dentro de la filmografía de José María Forqué. Antes de ser conocido como uno de los grandes maestros de la comedia en España, Forqué probó con distinto tino diferentes géneros. Una de estas incursiones, quizás la más particular, fue El diablo toca la flauta. Una suerte de parábola fantástica sobre las inquisiciones de un diablo menor que atormenta y concede deseos en una plácida localidad costera. Como si de la fábula de la pata de mono se tratase, todos los deseos acaban enseñando una valiosa lección a sus habitantes sobre aquello que anhelan y acaban obteniendo.
Ozores interpreta al diablillo protagonista de la película. Un “mandao” de un averno tan español como peculiar. Un lugar donde siempre huele a “quemao” y más parecido a oficinas burocráticas que a un paisaje devastador. En esta película compartió pantalla con su admirado e íntimo amigo Miguel Gila. Quizás la mejor parte de la película, Ozores intenta buscar un recoveco legal para ayudarle en sus menesteres de tentar almas humanas.
El Gafe (Pedro Luis Ramírez, 1958)
Otra comedia costumbrista construida alrededor de la figura de José Luis Ozores. En este caso, la premisa principal es la gran protagonista. Urrutia es un trabajador normal de banca al que todo el mundo odia. ¿Su delito? Es gafe. Todo lo que toca se transforma en tragedia. Un delito casi capital en una España tan supersticiosa como pazguata. En este caso, la anécdota argumental le sirva a Ozores para dar rienda suelta a su lado más cómico y exagerado.
Con guión de Vicente Escrivá, que escribió algunos de los grandes éxitos del intérprete como Recluta con niño y El Tigre de Chamberí, volvió a reunir al actor con habituales como Julia Caba Alba y Antonio Garisa. La habitual picaresca española chocaba de frente junto a los prejuicios y a la desconfianza de la sociedad.
Hoy como ayer (Mariano Ozores, 1966)
La última película de José Luis Ozores y un homenaje en vida que le crearon sus dos hermanos, tanto Antonio como Mariano. Junto con una plétora de estrellas del cine español, levantaron esta película de pequeños segmentos cómicos que comparaba la vida durante distintas épocas. Hoy como ayer servía también como reconocimiento a la trayectoria de un actor al que la enfermedad le había impedido poder tener un reciclaje a nivel artístico como tendrían posteriormente otros actores más o menos coetáneos.
Un periodista y profesor cree vivir en la mejor España posible gracias a los avances de los últimos años. En mitad de un sueño, un integrante de una foto toma vida delante de sus ojos y se dispone a discutirle las ventajas de la vida moderna. Un auténtico quién es quién del cine español y un precioso cierre para la carrera de un cómico que dejó una huella indeleble en la profesión
Historias de la radio (José Luis Saénz de Heredia, 1970)
Una de las películas más populares y queridas de la década de los 50. Un clásico de cine de barrio del que siempre nos quedará el recuerdo de Pepe Isbert disfrazado de esquimal. Menos gente se acuerda, sin embargo, de la última historia, llena de emoción y buenos sentimientos en el que un maestro de pueblo participa en el concurso radiofónico. José Luis Ozores interpreta al párroco del pueblo. Con intereses también particulares para que el premio recaiga en este maestro. Un papel pequeño pero que habla del estatus del actor en una película que reunía a lo mejor de lo mejor de los intérpretes españoles del momento.
Entre el espíritu reconciliador de Capra y la acidez de Berlanga y Azcona. Historias de la radio es una de las grandes películas del cine español en las que José Luis Ozores hizo acto de presencia con su enorme humanidad y carácter cómico.
Los ladrones somos gente honrada (Pedro Luis Ramírez, 1969)
La famosa tortuga de Orinoco de Pepe Isbert. Junto con Los tramposos puede que sea uno de los principales referentes de la picaresca cinematográfica. Basada en una famosa obra de Enrique Jardiel Poncela estrenada apenas 15 años antes y que ya había tenido una adaptación aún más inmediata de la mano de Ignacio Iquino allá por el año 42. Antonio Garisa, José Isbert y, por supuesto, José Luis Ozores eran los ladrones protagónicos del título. En el Madrid deprimido de la posguerra, la supervivencia sólo era apta para los más avispados.
La lucha de clases, los juegos con el género negro y el reflejo incierto de una sociedad madrileña que se adentraba en las postrimerías de la depresión del régimen más cerrado aderezaban una receta de éxito. Un magnífico elenco de actores, la guinda del pastel. Imprescindible.
Ahí va otro recluta (Ramón Fernández, 1960)
No es un remake pero sí una variación del éxito de Recluta con niño. Apenas 5 años después del estreno de aquella, José Luis Ozores volvió a enrolarse en el ejército para rodar otra película de coordenadas muy parecidas.
A saber, un paleto de pueblo llega a realizar el servicio militar. Sus compañeros se burlan de él por sus recias costumbres pueblerinas. Choca con sus superiores. La bondad del provinciano rompe las barreras de separación con el resto de mozos. Paleto acaba demostrando sus habilidades y su buen corazón. Prospera en la vida. Cine de entretenimiento pero con cierto calado social. La España más próspera y supuestamente moderna contra la España rural. Se cambia al niño por la madre del recluta en cuestión para las dosis necesarias de sentimiento.
Una fórmula tan bien afinada que funciona por puro vicio y placer. Y por José Luis Ozores, que a estas alturas de su carrera interpretaba a estos personajes de manera casi automática. La humanidad de su interpretación consigue aportar una dignidad inusitada a un personaje que no pasa de ser el mero estereotipo.