FlixOlé repasa los momentos más destacados de su carrera
Mariano Ozores Francés y Luisa Puchol, dos nombres que se han ido difuminando con el paso del tiempo. Pocos recuerdan – y ya nadie vive para contarlo- que fueron dos de los grandes actores teatrales del primer cuarto de siglo XX en España; en estos días, muchos los conocerán por ser los padres de Mariano, Antonio y José Luis, tres maestros de la comedia del cine español. Los hermanos Ozores.
Y es que el talento sí se puede heredar. Y la profesión. Pero no como esos actos de nepotismo que tanto se ven en este nuestro país, no. Los Ozores, todos ellos, si algo tenían era talento; de ese que se mama al ver que tus padres están pegados a unas tablas, pendientes de las risas de un público y como propietarios de una de las más importantes compañías de teatro de España.
De los tres hermanos, venimos a recordar la figura de José Luis Ozores, el mayor de ellos y, quizá, el más desconocido para las nuevas generaciones. No fue su culpa, claro: tras su éxito durante la década de los 50, una esclerosis múltiple mermó su salud hasta su desaparición en 1968, con tan solo 44 años de edad.
El próximo 18 de junio se cumplirá el centernario del nacimiento de Peliche; así llamaban a este actor que bordaba el papel cómico de españolito medio con sus miserias, su ternura y un don para provocar empatía. Un modelo comparable al fenómeno que aparecería unos años después, Alfredo Landa.
1. Debuta en una obra maestra de la comedia española
Nada menos que El último caballo, ¡y dirigida por Edgar Neville! El salto al cine de José Luis Ozores ya fue con un papel de importancia en esta comedia protagonizada por Fernando Fernán Gómez y Conchita Montes.
Tierna y nostálgica, la película nos presentaba a varios jóvenes que terminaban el servicio militar y tenían que volver a su vida cotidiana. Pero Fernán Gómez – Fernando, en la película- se encariña de su caballo hasta tal punto que lo compra para evitar que sea vendido “a las corridas de toros”. Y se lo lleva a la gran ciudad, un ambiente ya moderno donde las herraduras han dejado paso a las ruedas de los automóviles.
2. Prepárate para la película de tu confirmación
Brillante y, sobre todo, muy intensa iba a ser la carrera cinematográfica del mayor de los hermanos Ozores a partir de El último caballo. Nada menos que 40 películas en apenas 15 años de carrera que continuarían con, atención, Esa pareja feliz, de nuevo secundando a Fernán Gómez, el protagonista, y bajo la histórica dirección al alimón de Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem.
En esta comedia sobre la supervivencia de una joven pareja precaria en el ya superpoblado Madrid de mitad de siglo, Peliche robó varios de sus mejores momentos en calidad de socio capitalista -con resultados nefastos- de Fernán Gómez.
Después llegaría un papel protagonista en la extraña y maravillosa comedia fantástica de Forqué El diablo toca la flauta donde Ozores era, efectivamente, un diablillo al que todo le salía mal. Y es que aun gozando de poderes, tenía que ser la viva imagen del perdedor.
Pero su gran momento iba a llegar tan solo un año después. Si en El último caballo salía junto a Fernán Gómez del servicio militar, ahora iba a hacer el camino a la inversa. Recluta con niño (Pedro Luis Ramírez, 1955) fue la película con la que José Luis Ozores alcanzó el estatus de superestrella. Miguel Cañete, su personaje, iba a ser el más representativo de la comedia española de los 50. Un joven obligado a hacer la mili que no sabe qué hacer con Pipo, su hermano pequeño.
El éxito de la película solo se podía entender desde el carisma de Peliche y el perfecto juego de contrastes que mantenía con el pequeño Miguelito Gil, quien hacía de Pipo. El divertidísimo mal temperamento de Miguel Cañete contra la ternura de su hermano, el mini polizón del cuartel que complicaría la existencia del miliciano ante el sargento, interpretado por el siempre genial Manolo Morán.
3. Aparece en las mejores comedias de tu tiempo…
Pequeños pasitos para convertirse en leyenda. Tras Recluta con niño, dos participaciones secundarias en obras que hoy siguen en el olimpo de las mejores comedias históricas de nuestro país: Ozores, el cura histérico del último episodio -¡el de Pichirri!- de la genial Historias de la radio (José Luis Sáenz de Heredia, 1955); después, el torero torpón de Calabuch (Luis García Berlanga, 1956).
Y en ese mismo año, también fue ladronzuelo pícaro ¡pero muy noble! junto a Antonio Garisa y Pepe Isbert en Los ladrones somos gente honrada (1956), de nuevo bajo la dirección de Pedro Luis Ramírez. En estas películas ya se iba a ver de forma más clara a un perfil cómico definido y consolidado: jugando con el humor gestual y una verborrea atropellada que luego también sería seña de identidad de su hermano Antonio.
4. …Y con los mejores hermanos
Ya en Los ladrones somos gente honrada Antonio Ozores comenzaba a tener un hueco importante, aunque muchos casi ni reconocerán su gesto serio en estas primeras películas (aun tratándose de comedias); tampoco unos roles que diferían bastante de sus grandes personajes posteriores (como en Al fin solos en el papel de detective “serio”).
El caso es que aquí ya vimos esa unión fraternal también en el cine: los hermanos Ozores en El fotogénico (Pedro Lazaga, 1957), película a reivindicar sobre un pueblerino enamorado de una famosa actriz madrileña. Los Ozores en El puente de la paz, de Rafael J. Salvia. Pero también Peliche triunfaba a solas en El gafe y, sobre todo, en El tigre de Chamberí, donde un amor y un accidente le ponían a boxear en las grandes galas. Junto con Garisa y Tony Leblanc, hablamos de El tigre de Chamberí como una de las películas de boxeo más divertidas de la historia. Y no nos bajamos de la burra.
Y faltaba el genio de detrás de la cámara y la mente pensante de varios de los guiones más absurdamente divertidos de nuestro cine. Mariano Ozores saltó a la dirección con Las dos y media…y veneno (1959) protagonizada por sus hermanos, Elisa Montés y Fernando Rey. Lamentablemente, este fue el año en el que se le detectó a José Luis Ozores la esclerosis múltiple que iba a apagar su llama poco a poco.
Sus actuaciones se espaciaron y ya fueron prácticamente siempre de la mano de sus hermanos, salvo en películas como Sabían demasiado (1962) de Pedro Lazaga y con un excelente reparto. Peliche, mermado físicamente pero siempre dispuesto, como en esa rara avis que es La hora incógnita -para muchos, la mejor película de Mariano Ozores- o la comedia religiosa Alegre juventud con Adolfo Marsillach y Emma Penella.
5. Asegúrate un gran final
Hoy como ayer (1966) fue la despedida cinematográfica de José Luis Ozores. Como en sus últimas apariciones, siempre postrado en una silla debido al avance de su enfermedad. Y Mariano Ozores, como homenaje, quiso contar con buena parte de los compañeros de viaje de Peliche: Antonio Ozores, Tony Leblanc, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Manuel Alexandre, Elisa Montés, Concha Velasco, Paco Rabal…
Un crisol con lo mejor del cine español en esta película de pequeños episodios que reflexionaba acerca de los cambios en la sociedad española durante aquellas décadas. Humor y cierta nostalgia, sensaciones que son extrapolables cuando nos acordamos, y siempre es buen momento para ello, del genial José Luis Ozores. Vivió poco y nos dejó mucho.