
Nueve películas para celebrar el Día del Libro
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¿Qué se va a encontrar el público con Los aitas, esta nueva comedia de Borja Cobeaga en la que sois protagonistas?
Juan Diego Botto: El público se lo va a pasar muy bien viéndola y, a la vez, encierra una reflexión sobre paternidades, sobre roles de género, sobre cómo eran los padres de entonces respecto a los padres ahora. Todo lo que hemos cambiado y todo lo que falta por cambiar. Entonces hay toda una reflexión por debajo de la película, pero lo más evidente yo creo que es la comedia y la ternura.
Sois un grupo de padres desempleados en el Bilbao de los 80. Pareciera que tenéis unos perfiles idénticos, pero cada personaje tiene sus matices. ¿Cómo ha sido trabajar para que cada uno tenga su propia identidad?
Quim Gutiérrez: En realidad venía muy bien definida por el guion. Es un proyecto que en cuanto lo leí me metí de cabeza porque, a pesar de ser una película coral, en este caso todos los personajes tenían evolución, tenían arco, resultaban graciosos y tenían singularidad dentro de la historia. Y eso me parece un enorme éxito ya en la lectura del guión.
Luego, cuando ves al resto del cast, ves los pelos de Juan Diego Botto en la película… (ríe) te pones en la piel del personaje que te toca y resulta fácil ver las diferencias entre ellos. Creo que, además, son señores de una época en la que, a pesar de compartir mucho tiempo juntos, se hablaba poco de lo que de verdad les preocupaba. Señores que pasaban mucho tiempo en la fábrica pero hablaban sobre todo de fútbol, muy poco de emociones y de lo que les pasaba por dentro.
De hecho, en el caso de mi personaje, su mujer ha fallecido hace ya unos cuantos años y no se ha hablado de eso, nadie lo menciona. Él probablemente dijo “mi mujer ya no está” y se acabó. Con lo cual, son unos desconocidos para sus hijas, para sus compañeros e incluso para sí mismos. Y ese encuentro forzado lo que propone es un ejercicio de autoconocimiento, en tanto que sus hijas son las únicas que sí que saben lo que quieren y lo que no, a diferencia de sus padres. Y les proponen, de manera forzada, un encuentro con sus emociones, con la parte que hasta ese momento había estado ocupada por las mujeres, que es la gestión emocional y la educación de sus hijas.
En esta película el contexto político y social de la época es muy importante: el desempleo en el País Vasco, el machismo, en el plano internacional la caída del Muro de Berlín… ¿Qué consigue dar este contexto a la película?
J.D.B.: Es un contexto muy particular el de finales de los 80 en España. La reconversión industrial en el norte, con un montón de fábricas con mucha implantación en el terreno que empezaron a cerrar, hizo que un montón de gente que pensaba que iba a tener trabajo para toda la vida -al igual que lo habían tenido sus padres e incluso sus abuelos- se vieran desempleados. Y el mundo de ellos se tambalea en un contexto internacional donde el mundo estaba cambiando por completo; era la implosión del bloque soviético y eso se concreta en la caída del Muro de Berlín.
Los personajes se mueven en un ambiente donde su mundo afectivo en la relación con sus hijas se está tambaleando, está conociendo un espacio nuevo y el contexto externo también se está tambaleando. Y la caída del Muro de Berlín opera como una metáfora de que hay muros que caen, igual que hay muros en las relaciones paterno filiales que están cayendo, así como en las relaciones de género. Lo que era un ambiente estanco y definido como el mundo femenino -los cuidados, la atención de los hijos, el mundo afectivo… -, un territorio único y exclusivo de la mujer, de repente empieza a caer a la vez que el Muro de Berlín.
Es una generación de señores que les costaba mucho hablar de los sentimientos que llevaban dentro"
A pesar de llevar muchos años trabajando es la primera vez que lo hacéis juntos. ¿Cómo ha sido la experiencia?
J.D.B.: Sí, era la primera vez. Ha sido muy bonito. Siempre he admirado el trabajo de Quim, nunca lo había visto trabajar pero sí he visto los resultados de sus trabajos y siempre me ha gustado mucho lo que hacía.
Q.G.: Me está dando mucha vergüenza este momento, Juan (entre risas).
J.D.B.: Pero es verdad. Y tenía mucha curiosidad por poder compartir y ver cómo se aproximaba a la tarea y la verdad es que ha sido muy especial. Debo decir que es como me lo imaginaba. Es un actor muy responsable, trabajador y metódico y eso para mí es muy bonito de ver siempre en un compañero.
Q.G.: Claro, es que admiración es lo que había y reconozco también que una cierta presión. Juan, de algún modo, es el heredero de una estirpe vinculada a la interpretación. ¿Suena demasiado grande? (ríe).
J.D.B.: Soy el heredero de una estirpe. ¡Me siento Aragorn! Soy Juan, hijo de Isildur.
Q.G.: Y su forma de entender la interpretación me encanta. En el fondo creo que nos gusta aquello que se parece a nosotros mismos, y Juan tiene una forma de preparar el personaje que a mí me resulta un ejemplo a seguir. Y fue un gusto verlo desde el impudor para ponerse ese pelo imposible, a la forma de fraseo de su personaje… Además, me parecía imposible que pudiera hacer un personaje tonto teniendo en cuenta la cabeza que tiene. En definitiva, ha sido muy placentero trabajar con él y nos hemos divertido mucho.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con Borja Cobeaga, uno de los grandes directores de comedia de este país?
Q.G.: Fantástica. Borja tiene una cosa que se agradece mucho y es que es extremadamente eficaz en la escritura de guion y en el rodaje. Era un rodaje que iba muy medido en el mejor de los sentidos. Luego eso permite flexibilidades en el día a día respecto a cuando no están las cosas muy controladas.
Creo que Borja escribe como un montador. Sabiendo qué papel juega cada personaje y cada réplica, y eso hace que las cosas que surgen en el rodaje no previstas se pueden incorporar de de manera muy fácil porque la estructura está muy clara.
J.D.B.: En mi caso era mi segunda experiencia con Borja y tiene las cosas muy claras. Creo que ayuda el hecho de que sea guionista y que venga del mundo de la escritura. Sabe lo que necesita de cada secuencia, lo que representa cada una de ellas en el conjunto de la película, también qué representa cada personaje, dentro de esa secuencia, en el conjunto de la historia… Todo eso facilita mucho el trabajo. O sea, no está buscando, no está indagando, no está haciendo planos que no sabe si luego va a montar o no.
¿Cuáles son vuestras tres películas favoritas del cine español?
J.D.B.: Qué difícil.
Q.G.: Yo diría Los lunes al sol, que tiene cierto parentesco con Los aitas.
J.D.B.: También diría Los santos inocentes, que creo que es una película que hay que mencionar. Y… ¿una bola extra para cada uno?
Q.G.: Dolor y gloria.
J.D.B.: Pues yo digo Tasio por mantenerlo en el norte.
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