Los Palomos, la exitosa obra teatral llevada al cine por Fernán-Gómez

En FlixOlé incorporamos a nuestro catálogo nuevos títulos del Fernando Fernán-Gómez director, entre los que se encuentra la película 'Los Palomos', una deliciosa comedia de salón que adaptaba la exitosa obra teatral de Alfonso Paso.

Estreno de la película Los palomos, dirigida por Fernando Fernán Gómez, en FlixOlé

Apenas habían transcurrido 11 meses desde que Los palomos irrumpieron en el Teatro de la Comedia cuando la popular obra de Alfonso Paso se estrenó en las salas de cine. El clamoroso éxito de la pieza, con más de 250 representaciones y continuos carteles de “no quedan entradas” colgados en la taquilla de la calle Princesa, no dio lugar a especular con una posible adaptación al celuloide de la misma. Se tenía que hacer. Así fue cómo entre prisas por rentabilizar el tirón, esta vez en la gran pantalla, a Fernando Fernán-Gómez le llegó el encargo de convertir el decorado único de Los Palomos (1964) en película.

Para entonces, el que fuera actor de cabecera de populares comedias de los años 40 y 50 se había consagrado como director; y de los que marcaron escuela, aunque ello le había  puesto en el punto de mira del régimen de turno. Autor de títulos de clara significación, tan reivindicados en la actualidad por su factura técnica y narrativa, como fueron La vida por delante (1958) y El mundo sigue (1963), se topó de bruces con la despiadada censura; y con todo lo que ello significaba. Sin papel que interpretar, ni sacar del bolsillo, el cineasta recibió la propuesta de adaptar al cine la comedia firmada por Alfonso Paso.

Avezado actor y director humorístico, Fernán-Gómez tiró de artesano oficio para escenificar delante de la cámara la divertida historia de unos ‘palomos’ a los que un ‘gavilán’ quería cargar el ‘mochuelo’ —frase promocional de la pieza teatral—. Repleta de desternillantes escenas basadas en equívocos, la película relata el enredo entre un humilde matrimonio, Los Palomos, y una pareja burguesa.

El 'quiero y no puedo' frente a la mezquindad

En el lado de los pobres infelices están Emilio Palomos, el adulador y complaciente empleado de una sucursal bancaria, y Virtudes, su mujer. Ambos son invitados a una cena en la casa del jefe de Emilio, don Alberto. Bajo el pretexto de un posible ascenso laboral, los Palomos acuden a la cita sin saber que detrás del encuentro se esconde un perverso plan del anfitrión, su esposa Elisa y una ancianita entrañable en apariencia, tía de don Alberto.

Ajenos a cualquier mal, Emilio y Virtudes se presentan en la residencia haciendo gala de su más ostentoso, cómico y entrañable patetismo. Las serviles y patosas ocurrencias de Emilio, unidas a la monotemática conversación sobre ‘Las meninas’ de Velázquez y los continuos palabros pronunciados por una Virtudes que intenta ir de culta, dan lugar a numerosos gags que son respondidos por los invitantes con continuos y sutiles menosprecios.

Entre tronchantes escenas representadas por la pareja protagonista, el espectador es testigo de cómo los anfitriones están pergeñando una estrategia para colgar un homicidio que ellos mismos han cometido a Emilio y Virtudes. Una trampa en la que éstos, y otro desafortunado personaje que pasaba por allí, caen de lleno al participar en un juego consistente en simular un asesinato.  

FlixOlé estrena la película Los Palomos

Eficacia cómica

La película Los Palomos cosechó un trascendental éxito comercial, quizá uno de los más importantes de Fernán-Gómez en su carrera como director. A ello contribuyó sin duda la inconmensurable vis cómica de la pareja protagonista: José Luis López Vázquez y Gracita Morales. Ambos habían interpretado también al burlesco matrimonio en la obra teatral, convirtiéndola en todo un fenómeno nacional. La química y potencia cómica de los dos aguanta la carcajada del público durante todo el metraje; un estado de gracia permanente al que también se suman Manuel Alexandre —el despistado que acaba pringando junto a Los Palomos— y una socarrona Julia Caba —en el papel de tía de don Alberto—.  Frente a ellos se sitúan Fernando Rey, quien cede en el terreno del humor para poner cara al aristócrata sin escrúpulos; y Mabel Karr, su compinche.

Si bien es cierto que los aspavientos de López Vázquez y las lindezas atipladas de Gracita Morales hacen brillar el largometraje, no por ello es menos importante el papel que tuvo Fernán-Gómez en el alumbramiento de la película. Aunque el director señaló que su intervención consistía en poco más que situar a los personajes y evitar que éstos tropezasen entre ellos, en sus manos tenía la complicada responsabilidad de mantener la eficacia cómica del libreto original en la gran pantalla. Sin perder el ritmo, el cineasta logró con creces dicho reto optando por una realización funcional que preservaba la ambientación teatral e introducía elementos que añadían cierta tensión a esta comedia negra.

Un compromiso que al fin y al cabo resolvió con solvencia y que, a pesar de que la crítica se ha afanado en colocarle la etiqueta de “obra menor” dentro de su filmografía, no deja de ser una deliciosa comedia de salón de agradable paladeo.

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