Supernova, la única película protagonizada por Marta Sánchez

«Soy una mujer normal. Una rosa blanca de metal…». Así abría el primer sencillo con el que Marta Sánchez comenzó su carrera en solitario como cantante.

SUPERNOVA MARTA SÁNCHEZ

El tema, que llevaba por título Desesperada, aterrizó de lleno en la lista de éxitos de España y México a finales de 1993. Sin embargo, el hit que abrió el sonado álbum Mujer no fue el único cometa que pasó aquel año por su carrera; hubo otro cuya estela aún sigue a Marta Sánchez, y que fue bautizado con el nombre de Supernova.

Eran los primeros compases de los 90. En una España convertida en epicentro de multitud de acontecimientos terrenales (la celebración de las Olimpiadas, la Expo de Sevilla, la Cumbre Iberoamericana en Madrid…), Marta Sánchez había iniciado un meteórico ascenso artístico en el panorama nacional. Tras abandonar la banda Olé Olé (para la posteridad queda el concierto que ofreció para entretener a las tropas del país enviadas a la Guerra del Golfo Pérsico), la cantante se convirtió en poco tiempo en estrella de los escenarios y de los shows televisivos; también en una sex symbol, con portada incluida en la revista Interviú.

SUPERNOVA MARTA SÁNCHEZ

Una mujer para nada normal, una rosa negra de metal

Tal era su brillo que hay quien pensó en utilizarlo para alumbrar un largometraje y hacer de la artista un fenómeno cinematográfico; una oportunidad que también orbitaba en la mente de la cantante. Sólo había que esperar a que alguien alinease los astros. Esta labor fue encomendada a Juan Miñon, director de la primera y única película de Marta Sánchez: Supernova (1993). Este cuerpo celeste, con toques erótico-retro-futuristas y de serie B, impactó en la gran pantalla de los cines españoles para transmutarse en un filme de culto. Al menos para quienes profesan simpatía por bizarras y distópicas comedias.

Alternando modelitos sugerentes con disfraces hechos con papel de plata, la ya actriz Marta Sánchez encarnaba a dos personajes en la película. Por un lado a Fénix, una famosa cantante intergaláctica; pero también a Supernova, una ciborg creada para suplantar a la artista. El promotor de esta ‘rosa negra de metal’ es el “conde Nado” (Javier Gurruchaga), magnate de una multinacional de flanes que desea secuestrar a Fénix para tener un hijo con ella. El empresario rapta a la científica Avelina (Chus Lampreave) para que construya el organismo cibernético que se hará pasar por la estrella musical. Sin embargo, un fan de ésta, Satur (Gabino Diego), y la propia Avelina intentarán desbaratar los planes de “conde Nado”.

Trajes de cuero y microondas para videollamadas

La cinta no escatimó en alocadas y excéntricas escenas que nos dejaron gags como la pelea de espadas entre Gurruchaga y Lampreave; el diálogo que mantienen Fénix y Satur al zafarse de unas grimosas criaturas que pueblan la tierra: “—Hemos tenido suerte. —Es laca, la compré en Dior.”; o el delirante momento en el que la protagonista y su amiga (Neus Asensi) se lavan el pelo con un champú fluorescente, haciendo que su melena y vello púbico brillen en la oscuridad. Entre planos subidos de tono, como el de Supernova galopando encima de un tenista embutido en un traje de cuero,  y microondas que teletransportan la materia y sirven para hacer videollamadas, el disparate fílmico estaba servido.

Un título inclasificable que se adelantó a los largometrajes de Sci-Fi salvaje, humor negro y personajes chuscos que vinieron después y alimentaron el cine de serie B en nuestra gran pantalla. Una paradoja, una obra maldita del cine español, que se ha convertido en joya con el paso del tiempo. También en un agujero negro en el recuerdo de Marta Sánchez, ahora que se cumplen 30 años de este asteroide fílmico, sólo disponible en FlixOlé. 

Supernova Marta Sánchez

...Y si te has quedado con ganas de más