Tigres de papel : la viva imagen de la emoción y la incertidumbre

Fernando Colomo concibió Tigres de Papel como un drama con una fuerte carga ideológica. Sin embargo, muy a su pesar, su estreno en el Festival de San Sebastián de 1977 reveló una reacción inesperada: el público estalló en carcajadas ante los diálogos y la audacia de ver a los personajes realizando actos “subversivos” como fumar un porro sin saber tragarse el humo. Ante la atónita mirada de Maura, Colomo lo tuvo claro: “Tú cállate y di que es una comedia”. A partir de ese momento, la película se promocionó bajo ese género. Y se sembró la semilla de lo que terminaría siendo la Nueva Comedia Madrileña. 

Aunque a Colomo nunca le gustó esta terminología y algunos críticos, como Diego Galán, señalaron que podía ser equívoca, es innegable que compartían ciertos rasgos. Sus protagonistas solían ser personajes de clase media, algo desorientados pero llenos de ganas de cambio y situados en Madrid. Compartían un humor irónico y cercano, para reírse tanto de los viejos clichés franquistas como de las tendencias sociopolíticas y culturales emergentes. Y existía una naturalidad en los diálogos que daba una sensación de espontaneidad, como si las escenas fueran conversaciones auténticas entre amigos.

A raíz de Tigres de papel, el género acogió a otros directores como Fernando Trueba con Ópera prima (1980) y José Luis Cuerda con Pares y nones (1982). Además, tanto Iván Zulueta como Pedro Almodóvar exploraron, desde sus perspectivas únicas, las nuevas dinámicas de vida, las relaciones interpersonales y el despertar cultural de la generación urbana de la época y, sobre todo, la Movida Madrileña. Esta corriente también impulsó el surgimiento de nuevos talentos interpretativos, como Carmen Maura, quien alcanzaría la fama con Almodóvar, además de Antonio Resines y Óscar Ladoire, que se convertirían en los rostros de esta comedia.