FlixOlé entrevista al director de 'Días de Cine', Gerardo Sánchez. El también codirector del documental '24 horas en la vida de Querejeta' nos cuenta su experiencia con el productor vasco, las anécdotas en torno al rodaje del documental y el legado cinematográfico del propio Elías Querejeta.
Elías Querejeta es uno de los productores más importantes del cine español ¿Por qué es el productor con mayúsculas del cine contemporáneo de nuestro país?
Querejeta fue capaz de hacer un cine que escapaba de lo meramente comercial. Sus películas siempre dieron dinero, llevaron a los espectadores al cine y consiguieron poner a España en el mapa del cine contemporáneo con nuevos directores, como por ejemplo, Saura. Además, a toda esa generación de directores los hacía visibles en el extranjero con esa tarea que hacía tan bien Querejeta de ir a festivales de cine. En estos conseguía que las películas españolas que producía fuesen vistas por otros mercados y otros países.
A través de eso, que parecía algo meramente comercial, conseguía que esas películas que tocaban temas complicados de tratar en España tuviesen una salida, incluso en España, mucho más sencilla. El caso más claro es La caza, que abrió el camino para que ese cine fuese también posible de ver en España. Era un cine más complicado, menos fácil y, sin embargo, llevaba a espectadores a las salas.
En ‘Días de Cine’ comentabais que dio paso a un cine maduro en nuestro país
¿Qué cine se hacía en España? Se tiene la idea de que en aquella época sólo se hacían comedias y películas de folclóricas, pero también había cine negro y dramas. Sin embargo, ese tipo de cine más personal que venía de Europa (de Bergman, Fellini y de otros cineastas), no parecía tener muchas posibilidades de desarrollarse en el país. Sin embargo, con su empeño, Querejeta lo consiguió. También con el talento de la gente con la que se juntaba, cineastas que empezaban…
La marca Querejeta no sólo la formaban el productor y sus autores, sino también los equipos de producción que hacían que las películas tuviesen unas facturas muy resueltas”
A muchos de ellos los acompañó desde su primera película, creando la marca Querejeta. Ésta no sólo la formaban el productor y sus autores (Saura, Armendáriz, Emilio Martínez-Lázaro, Gutiérrez Aragón y tantos otros), sino también los equipos de producción que hacían que las películas tuviesen unas facturas muy resueltas.
Vuestro documental 24 horas en la vida de Elías Querejeta tenía como uno de sus objetivos descubrir a la persona detrás del profesional. Son numerosas las anécdotas y vivencias que relata, aunque en más de una ocasión se muestra receloso de personales ¿Cómo os acercasteis a él?
Eso fue de lo más divertido y más gratificante de hacer aquello. Me acuerdo que en los primeros contactos que tuvimos Alberto Bermejo y yo con él nos declaramos admiradores de su figura, pero él nos miraba receloso. Poco a poco fue abriéndose, aunque siempre se dejaba alguna bala en la recámara. Por ejemplo, no nos dijo en absoluto que estaba haciendo una película con Pedro Olea sobre el golpe de Mola.
Pero es verdad que él se escondía mucho detrás de detrás de la historia de su cine. Yo debo decir que tengo la impresión de que me gané su confianza, porque luego me llamaba muchas veces para comentarme proyectos. Me hace ilusión porque para mí era un honor. Era un personaje como decía Churchill: “Un misterio dentro de un enigma”.
Querejeta, en las distancias cortas
¿Qué impresiones te dio al conocerlo en persona?
Mucho respeto, por supuesto. Mucha humildad y un poco de sorna también. Yo en ese en ese sentido, creo que le hizo gracia que yo era también un poco así. Siempre hago bromas y eso creo que le desarmaba. Él era como lo que vimos en el mito de John Ford, en las entrevistas que le hacían: siempre era muy esquivo y muy cortante. Querejeta era así, pero al final iba entrando.
Por ejemplo, había días que nos daba plantón para grabar. Habíamos quedado con él para grabar y aparecíamos en su casa y preguntaba qué hacíamos ahí. Había días que directamente empezamos allí a hacer entrevistas y estaba lacónico, contestando con monosílabos. Con mucha paciencia se consiguen las cosas.
El documental lo hicisteis un año antes de su fallecimiento. Fuisteis los últimos en recoger su testimonio.
Cuando nosotros le dijimos que íbamos a hacer un imprescindible sobre él, nos preguntó para qué era, si “para cuando se muriese”. Le dijimos que “no”, pero él te miraba como “a mí me la vais a colar”. Lo presentamos en DocumentaMadrid y fue allí al Cine Doré a presentarlo. Aquel año estuvo en el Festival de Huesca. También en la Sala Berlanga hubo una exhibición… Yo creo que estaba contento, aunque no lo reconociera. Y ya digo: después de aquello me llamó unas cuantas veces. Debía de pensar que yo tenía alguna capacidad en las altas esferas para poder materializar sus proyectos; pero yo no tenía esa capacidad.
Un milagro
¿En qué momento te encontraste con su obra?¿Con qué película empezaste a ver a esa gran figura que era Elías Querejeta?
Yo nací en el 60, y La caza es del 64. Yo empecé a conocer a Querejeta, con un poco con conocimiento de causa, cuando estaba haciendo El corazón del Bosque, con Gutiérrez Aragón, y demás. Vas viendo películas de ese Nuevo Cine Español que se llamaba entonces; películas que hacía Carlos Saura, piedra angular de la factoría de Querejeta; El desencanto, con Jaime Chávarri… Eran películas que te sorprendían en su día por lo raras que eran. Digo raras entre comillas.
Decían reiteradamente que era muy cabezón y que podías tener discusiones de horas con él sobre el proyecto, pero luego al final siempre estaba apoyando el proyecto”
Hace poco he vuelto a ver para una charla La prima Angélica. Cuando se estrenó esa película, yo tenía 18 años y me pasó lo mismo que con otras grandes películas de gente tan dispar como como Bergman o Fellini. Cuando la he vuelto a ver ahora digo: “¡Qué pedazo de película es!”.
Decía Querejeta que cuando iba hacer una película pensaba en lo que la iban a ver un millón de personas. Y sí, las veía mucha gente. Tenía ese mérito de poder hacer un cine distinto, que tuviese un público y que además tuviese éxito de público, siendo además fuese testigo de su época.
Me has quitado esa frase del millón de espectadores de la lengua, pronunciada también en el documental. ¿Ha aumentado el público que actualmente podría acudir a ver ese cine de autor, críptico, metafórico?
Fíjate que a me parece un milagro que en esa época en España hubiese un millón de personas que pudiesen ver La caza o Peppermint Frappé. Hoy día creo que ese tipo de cine no lo ve un millón de personas en salas. Es que estamos hablando de gente que iba al cine a verla. Me parece un auténtico milagro hacer la apuesta por hacer ese tipo de películas y que fuese tanta gente a verlas. Además, tenían un éxito internacional. Ahora mismo me parece que es muy, muy complicado.
¿Cómo ha evolucionado la figura del productor desde Querejeta hasta ahora? En el propio documental, Alberto Bermejo afirmaba que no se sabía dónde empezaba su trabajo y dónde el del director por la implicación de Elías Querejeta con sus proyectos.
Él seguía los proyectos desde el mismo principio con el director y los guiaba. Decían reiteradamente que era muy cabezón y que podías tener discusiones de horas con él sobre el proyecto, pero luego al final siempre estaba apoyando el proyecto. No sé si eso hoy día es posible. No digo que haya gente que sea capaz, sino si es posible por las condiciones del mercado o de la industria.
Él era muy personalista, y cada proyecto lo acompañaba desde el principio y el resultado se dejaba notar. Esa faceta de un productor tan encima de los proyectos en España no existe, o existe a menor escala. Querejeta estuvo durante unos cuantos años con ese procedimiento y el resultado está ahí.
¿Ese podría ser el legado que dejó Elías Querejeta, además de su obra?
El legado es algo difícil. Querejeta lo que hacía era decir “creo en lo que estoy haciendo”. Si yo creo en lo que estoy haciendo, y creo que esto tiene sentido y calidad, la gente lo irá a ver. Eso vale hoy para el cine, la televisión o para un libro. Tienes que tener fe, no tanto en agradar o hacer aquello que crees que se espera que hagas, sino hacer lo que crees que tienes que hacer y esperar que si lo haces con talento, con profesionalidad y con medios, la gente lo irá a ver. Si complace al público dándole aquello que crees que quiere ver, pues estás perdiendo tu fundamento.
El productor con letras mayúsculas del cine español. Descubre en FlixOlé a #ElíasQuerejeta